La política argentina genera hechos sueltos, algo así como situaciones que se producen y que empiezan a flotar en la actualidad sin demasiado rumbo aparente. Pero sucede, generalmente, que no son ni cuestiones aisladas ni tampoco carecen de un sentido de orientación.Daniel Santoro, en su último libro, La batalla final de Cristina, se encarga de hilvanar una serie de elementos que podrían parecer inconexos y que sucedieron en la vida política y judicial argentina. Los procesa, los ordena y ahí quedan para que orbiten en función de la tesis que el autor sostiene a lo largo de todo el libro. El corazón del trabajo es mostrar mediante fuentes documentales y testimoniales la decisión de la vicepresidenta, Cristina Kirchner, de hacer cuanto tenga a su alcance para lograr la impunidad, la suya y la de los suyos. A eso se suma otro elemento: el abandono definitivo del presidente Alberto Fernández de aquellos viejos postulados con que criticaba severamente la corrupción de su socia política.Con estos elementos como ordenadores, Santoro recorre en La batalla final de Cristina el camino de múltiples hechos, declaraciones o presentaciones judiciales; reconstruye reuniones y exhibe decenas de escritos presentados en diferentes causas que justifican la sensación de que la pelea del oficialismo por lograr la mayoría en el Congreso esconde, entre otras intenciones, la de arremeter fuerte sobre un Poder Judicial que ha mostrado atisbos de independencia y que no le asegura un bienestar en los expedientes donde se investiga la corrupción.A poco de esbozar el andamiaje de su teoría, Santoro ingresa al capítulo donde cuenta y desmenuza el Operativo Puf, como se llamó la causa que tramitó en el juzgado federal de Dolores y que empezó con una denuncia espontánea de un empresario, o por lo menos así se lo denominó, Pedro Etchebest, contra el falso abogado Marcelo D’Alessio. Claro que esta parte, como él mismo lo aclara, tiene una particularidad: “Es la primera vez que escribo un libro [es el décimo] encontrándome imputado injusta y arbitrariamente en una causa judicial. Estuve viviendo bajo una ‘libertad condicional’. Advierto al lector que soy el periodista que ha sido imputado en la causa D’Alessio. Sin embargo, voy a escribir como un observador privilegiado de la maniobra”, dice Santoro al inicio del libro.Día por día, a partir de aquel 18 de febrero de 2019, un capítulo repasa los diálogos y los movimientos entre varios presos (Roberto Baratta y Juan Pablo Schiavi, por caso) con sus interlocutores externos, como Eduardo Valdés, exembajador del Vaticano y reciente vacunado VIP.Aquella causa, que se conoció ese verano, inundó la opinión pública de nombres hasta ese momento desconocidos, personajes, secuencias, fotos y acusaciones que hacían difícil poder diferenciarlos. Se tejió así una telaraña en la opinión pública en la que quedaban prisioneros de la confusión cada uno de los mencionados. Los hechos y las verdades quedaron tapadas por la polvareda que causó ese proceso al caer con fuerza en medio de la grieta. “El operativo Puf buscó, y sigue buscando –escribe Santoro– anular la causa de Los Cuadernos de las Coimas”. Justamente, para entender los resortes de aquella causa de Dolores, el autor hace una reconstrucción de varios de los personajes, además de enumerar detalles judiciales desconocidos.En otro libro, Érase una vez la Argentina, el periodista Luis Gasulla también avanzó sobre las formas que se esconden detrás de la causa en la que se procesó a Santoro. “Les salía más barato un sicario, pero no me mataron porque ya lo habían hecho con Nisman”, sostiene allí el fiscal Carlos Stornelli. Gasulla investiga cómo se orquestaron las operaciones mediáticas y las campañas contra periodistas como Santoro o Luis Majul. Tras analizar miles de fojas judiciales y entrevistar a las víctimas y victimarios, a los abogados, fiscales, jueces y arrepentidos, amantes despechados, “buches” y falsos espías, Gasulla se introduce en el mecanismo del Operativo Puf, también como herramienta para dirigir los cañones sobre la causa Cuadernos, la mafia de la Aduana, Ciccone, los negociados de Lázaro Báez, los bolsos de José López, entre otros expedientes en los que se investiga la corrupción.En La batalla final de Cristina, luego de repasar varios momentos íntimos, como cuando se enteró de novedades concretas sobre su estado procesal, Santoro regresa a la enumeración de hechos que fundamentan su hipótesis. No evita el lawfare como argumento discursivo del oficialismo, pero no se detiene en él sino que prefiere repasar otros sucesos que muestran la intención de avanzar sobre el Poder Judicial. Un ejemplo es el capítulo titulado “La caída de la dama de Alberto”, donde se habla de la renuncia de Marcela Losardo como ministra de Justicia.Otro de los libros que, entre muchos otros temas y reflexiones, avanzó en la misma hipótesis es Una historia argentina en tiempo real, de Jorge Fernández Díaz. “A Alberto Fernández –dice Fernández Díaz en su libro– se le encomendó el objetivo de arreglar la deuda externa, reactivar la economía, avanzar todo lo posible sobre el Poder Judicial y colocar los rieles para que el kirchnerismo real, el que nunca renunció a ir por todo, llegue en su nuevo tren de la victoria”.Para el final, y mucho más allá de la hipótesis de Santoro, La batalla final de Cristina tiene un valor adicional: enumera cosas que sucedieron, aporta documentos y remite a fuentes, algo tan básico para el periodismo como poco frecuente en este tiempo, donde bajo la apariencia de la opinión se destruyen los hechos.La batalla final de CristinaPor Daniel SantoroMargen Izquierdo408 páginas, $ 1970
Una historia argentina en tiempo realPor Jorge Fernández DíazPlaneta1048 páginas, $ 2690

Fuente: La Nación

Comparte este artículo en: