“En el peronismo siempre se garchó”. Cuando Victoria Tolosa Paz, la peronista que es la principal candidata del gobierno para la Cámara baja del Congreso en la provincia de Buenos Aires, dijo esto en una entrevista se encontró con una línea de campaña que se volvió viral. Pero mientras Tolosa Paz, una contadora, estuvo dispuesta a hablar de sexo, pareció ignorar cuestiones más serias.Parálisis en las empresas: no saben con qué funcionarios sentarse a negociarEn un país en el que la inflación anual es de más del 50% y el desempleo está en dos dígitos, los votantes tienen otras preocupaciones. En un voto nacional, el 12 de este mes, dieron señales de su desaprobación a la coalición gobernante, que ganó menos votos que la oposición en 17 de los 24 distritos electorales. Tres días más tarde cinco ministros ofrecieron renunciar.La votación fue técnicamente una elección primaria de elecciones legislativas que se realizarán en noviembre, a mitad del periodo presidencial, cuando se elegirá un tercio de los senadores y la mitad de la Cámara de Diputados. Sin embargo, en el sistema electoral inusual de la Argentina la primaria funciona más bien como la primera ronda de una elección de dos rondas. El voto es obligatorio y a los votantes se les presentan listas de candidatos de todos los partidos registrados. Seleccionan una lista por cada cargo para que avance a la elección general. Las listas que obtienen menos del 1,5% del voto en sus distritos son excluidas. Por lo que además de reducir la cantidad de contendientes, la primaria da una indicación de cómo será el resultado probable de la elección general.En el voto de esta semana incluso algunos bastiones peronistas se dieron vuelta, creando “una sensación de una ola nacional”, dice Julio Burdman, director del Observatorio Electoral, una consultora. Si se repiten los resultados en noviembre la coalición gobernante podría perder su mayoría en el Senado así como un número significativo de escaños en la Cámara de Diputados. Con los ojos llorosos, el presidente Alberto Fernández concedió la derrota: “Evidentemente hay algo que no hicimos bien”.Una bola de cristal de las tendencias estadísticasLos resultados también sugieren que la oposición tiene buenas probabilidades de hacerse con la presidencia en 2023. Aunque Horacio Rodríguez Larreta, el alcalde de Buenos Aires, no figuraba en las listas, a los candidatos que destacaron su relación con él les fue bien. Eso da un indicio de su peso dentro de su partido, Propuesta Republicana (PRO), y por tanto le da ventaja sobre rivales por el liderazgo tales como el expresidente Mauricio Macri y la, exministra Patricia Bullrich. “Larreta puso todas las cartas sobre la mesa”, dice Juan Cruz Díaz, jefe del Grupo Cefeidas, una consultora en Buenos Aires. “Y se quedó con las ganancias”.Podrían surgir otros contendientes. Dentro de la coalición opositora otro partido, la Unión Cívica Radical, tuvo un aumento de votos para su candidato. Y Javier Milei, un economista libertario, recibió el 14% de los votos en la ciudad de Buenos Aires. Eso podría forzar al PRO, un partido de centroderecha, a correrse más a la derecha.Los inversores esperan que una victoria de la oposición en 2023 pueda poner fin a los intentos fallidos del actual gobierno de apuntalar el crecimiento a través de la regulación, incluyendo control de divisas, congelamiento de precios y prohibición de exportaciones. También ha estado emitiendo dinero para dar impulso a la economía, pero sólo ha logrado dar impulso a la inflación, la principal preocupación de los votantes.Al comienzo de la pandemia Fernández declaró: “Prefiero tener 10% más de pobres que 100.000 muertos”. Al final argentina tuvo ambas cosas. Pese a imponer una de las cuarentenas más prolongadas y estrictas del mundo, el Gobierno fue incapaz de evitar la diseminación del Covid 19. El año pasado el PBI se contrajo casi 10%, más que cualquier otra economía grande de América del Sur, fuera de Perú y Venezuela. Con 110.000 muertos por el virus, la Argentina tiene una de las tasas de mortalidad más elevadas del mundo.Fernández también se ha visto golpeado por varios escándalos. En febrero el ministro de Salud renunció luego de que se supiera que allegados al Gobierno habían disfrutado de acceso prioritario a las vacunas (declaró que la culpa era de la “confusión” reinante en su oficina). En agosto se difundieron fotos mostrando a Fernández haciendo de anfitrión en una fiesta de cumpleaños ilegal para Fabiola Yáñez, su pareja, durante la pandemia. Un tercio de los votantes dijo que el escándalo por la fiesta de cumpleaños “cambiaría o influiría” en su voto en las elecciones de mitad de término. La tasa de aprobación del presidente ronda el 30%.Luego de tan terribles resultados es probable que a Fernández le resulte más difícil gobernar. Eso puede aumentar la influencia del ala radical de la coalición encabezada por Cristina Kirchner, la vicepresidenta y expresidenta. En marzo, luego de una serie de diatribas contra los jueces, que están investigando a la señora de Kirchner por varios cargos de corrupción (todos los cuales ella rechaza), el ministro de Justicia moderado fue reemplazado por un kirchnerista. La vicepresidenta ha hablado de “funcionarios públicos que no funcionan” y le dijo al Presidente que “ponga las cosas en orden” luego del escándalo por la fiesta de cumpleaños. Los ministros que ofrecieron renunciar esta semana son todos leales a ella; su partida podría dificultar las cosas para el presidente. Algunos temen que haya más cambios en el gabinete, incluyendo la salida de Martín Guzmán, el ministro de Economía.Tales piruetas podrían complicar las negociaciones con el FMI, al que la Argentina debe alrededor de 45.000 millones de dólares. Este año varios factores permitieron que el Gobierno demorara llegar a un acuerdo con el Fondo. Utilizó un “impuesto a la riqueza” por única vez y se apoyó en el alza de los precios de las commodities, entre otros beneficios, para llenar las arcas del Estado y pagar parte de lo que debe. Los resultados de las primarias también pueden tentar a Fernández a usar trucos populistas para ganar votos en noviembre. Este año el Gobierno expandió los subsidios al consumo de gas y extendió las limitaciones a las exportaciones de carne para contener los precios internos.“El principal riesgo es que políticas intervencionistas adicionales podrían hacer más difícil el acuerdo con el FMI”, dice Martín Castellano, del Institute of International Finance, una asociación empresaria en Washington D.C. Eso no le serviría al Gobierno, que necesita el acuerdo. Los elevados precios de las commodities no han mejorado demasiado la vida para la gente común, mientras tanto, incluso de acuerdo con las proyecciones optimistas del Gobierno, no se prevé que la economía recupere su tamaño pre-Covid hasta el año próximo. Y Tolosa Paz parece haber demostrado de modo inadvertido pero concluyente que los votantes quieren cosas sustanciales del Gobierno, no trucos ni slogans.Traducción: Gabriel Zadunaisky

Fuente: La Nación

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