Ensayos realizados por Fertilizar AC arrojan incrementos de rinde del 7 al 15 por ciento. Conocer la disponibilidad de nutrientes en el suelo es clave.
Fuente: Clarín Rural
Ensayos realizados por Fertilizar AC arrojan incrementos de rinde del 7 al 15 por ciento. Conocer la disponibilidad de nutrientes en el suelo es clave.
Fuente: Clarín Rural
Fuente: La Nación
Octubre es el mes de la siembra de la soja, por eso Fertilizar Asociación Civil organizó su tradicional charla anual vinculada al cultivo. Este año, promoviendo la premisa de “Reconstruyendo el rinde de la soja con nutrientes”. El encuentro fue virtual este martes.
Para introducir el tema Andrés Grasso, coordinador técnico de la asociación, fue directo al punto y mostró datos clave sobre la nutrición de la oleaginosa a partir de redes propias de experimentación técnica de Fertilizar, como de otras instituciones. Por esto, se enfocó en las brechas de rendimiento y en las estrategias de nutrición.
“Cuando el nivel de nutrición cae, eso repercute sobre las plantas. En soja, las estrategias de fertilización limitan el rendimiento en todas las regiones. De acuerdo a los datos, el 44% de la soja maestreada tiene caídas de la productividad por deficiencias de fósforo y el 33% de azufre, está en el borde de caer por zinc, mientras que no está limitada por nitrógeno y potasio”, advierte y compara que, mientras la soja aumenta 47 kilos por año en su productividad, el maíz lo hace 287 kilos. Significativas diferencias dadas por la decisión de nutrición de cultivos.
Nuevamente, tomando datos propios de la red de la entidad, Grasso cita que luego de seis campañas de experimentación (2010-2016) en microparcelas encontraron marcadas brechas entre el rinde alcanzable de soja y el potencial. De esa forma, explica, trasladaron esos resultados a lotes de productor y encontraron que la brecha de rinde entre el manejo típico y de alto potencial es 283 kilos por hectárea versus los 627 kilos que se pueden obtener.
Por su parte, el coordinador comenta que la contundencia de estos resultados se asemejan a los encontrados también en otros ensayos, como la Red UCA y Ridzo del grupo CREA Zona Oeste.
EL CASO TESTIGO
Como parte de la presentación de Fertilizar, participó Máximo Uranga, ingeniero agrónomo y productor sobre 3.600 hectáreas en campos arrendados, entre Córdoba y Santa Fe, mientra que también es asesor sobre otras 20.000 hectáreas. El productor, con su disertación “Visión Práctica”, dio detalles sobre su manejo en campos rotados y bien nutridos.
“La soja responde a una buena nutrición puntual, pero mucho mejor a una rotación bien planeada con fósforo, nitrógeno, azufre y zinc”, dice como conclusión de su trabajo y de los objetivos técnicos que viene respetando como la rotación estricta, la reposición eficiente de fósforo y balance de carbono positivo.
“En todos los ambientes buscamos la mayor reposición de fósforo y azufre en la rotación, en función de la mayor capacidad que se pueda”, subraya. Por su parte, reconoce que existen complicaciones operativas en aplicaciones con la sembradora que hacen a los riesgos de fitotoxicidad pero, en muchos casos, encontró la vuelta mecánica para evitarlas.
“Si no puedo aplicar la cantidad que por análisis de suelos son las indicadas para la extracción que hará la soja, reaplico la compensación sobre los cultivos posteriores en la rotación”, indica.
MITOS
La charla la concluyó Jorge Bassi, presidente de Fertilizar, citando algunos mitos arraigados en el manejo de la nutrición del cultivo de soja.
Uno de ellos es que en soja “no son necesarios el azufre y los micronutrientes”, sin embargo hay respuestas contundentes a azufre y alta frecuencia en zinc y boro, explica Bassi. En otro caso menciona que la concepción general es que “no vale la pena fertilizar la soja con maíz como antecesor”, pero la oleaginosa requiere nutrientes de la misma forma que otros cultivos y es mandatario es el diagnóstico de suelo para definir la estrategia, agrega.
Por otra parte, comenta que fertilizar la soja en campo alquilado no repaga con los rendimientos e ingresos, pero “con alta fertilización, la magnitud del aumento de rinde, con alta nutrición, genera un retorno de la inversión del 84%”.
Finalmente, indica que “cuando se aplican todos los nutrientes, hay estabilidad en la producción de soja. Por eso, en las redes de trabajo observamos más eficiencia en dosis altas que en intermedias. Queda claro que la nutrición de soja limita la producción en Argentina en un 16% de los rendimientos”, admite.
Fuente: InfoCampo
Una de las características que está marcando el desarrollo de la campaña 2020/21 es el déficit hídrico. El trigo y la cebada arrancaron el ciclo con buenos perfiles de humedad en todo el país tras los aportes de precipitaciones que dejó el verano; pero, a excepción de Buenos Aires y parte de La Pampa, en la zona núcleo y en el resto de la región pampeana las lluvias han sido de escasas a nulas a partir del otoño.
Por eso, la producción de cultivos finos está en riesgo en gran parte del país, y este panorama climático también enciende la alerta para la temporada gruesa que ya comenzó con las primeras implantaciones de maíz.
Ing. Agr. Martín Diaz Zorita
Vale recordar, en este contexto, que el aporte de las lluvias también es un aspecto clave para la incorporación de nutrientes que fortalecen el rendimiento y la calidad de los cultivos; por ello, este escenario de escasez hídrico obliga a ajustar los manejos y la estrategia de fertilización.
Según Martín Díaz Zorita, uno de los principales expertos en nutrición de cultivos de la Argentina, lo que ha venido demostrando hasta ahora la campaña triguera es la necesidad de anticipar las estrategias de nutrición, ante el riesgo de años como el actual con déficit de precipitaciones.
“Cuando hay una buena recarga en los perfiles a la siembra, es importante reforzar la fertilización en ese momento para favorecer la incorporación de los nutrientes. Para esta campaña ya se veía con riesgo la posibilidad de incorporarlos en macollaje”, manifestó el experto.
Desde su punto de vista, hay casos concretos que muestran la efectividad de esta estrategia y se están viendo en lotes sembrados en el oeste de Buenos Aires y en La Pampa, que tuvieron una buena condición hídrica inicial que se aprovechó para una adecuada fertilización, y hoy están soportando mejor los efectos de las bajas temperaturas ocurridas en el invierno y exhiben un activo crecimiento.
“A esta altura del ciclo, asoma difícil la posibilidad de corregir deficientes nutricionales. El balance termina arrojando que es más que un costo que un beneficio, porque el vehículo de ingreso es el agua, que no está llegando en cantidades suficientes, y el cultivo sigue creciendo”, afirmó Díaz Zorita.
Para el especialista, es indispensable evaluar los datos estadísticos que van quedando campaña tras campaña y que muestran que en años de baja oferta hídrica, anticipar la fertilización es el camino más corto y directo hacia un resultado favorable.
Sobre este punto, recordó además que lo normal en Argentina es que entre el 50 y 60 por ciento del rinde del trigo responda al agua que logró captar al momento de la siembra, y que es usual que las precipitaciones sean escasas al menos hasta fines del invierno y comienzos de la primavera.
“En aquellos casos en que existe la necesidad de recuperar fertilidad, con los lotes en inicio de macollaje o macollaje temprano, todavía se está a tiempo de hacer correcciones de nitrógeno y de azufre para apuntalar el rendimiento. Pero siempre que haya pronósticos de lluvias en el corto plazo. La realidad es que son muy poquitos los rincones pampeanos que se pueden dar el lujo de pensar en refertilizaciones en macollaje”, remarcó Díaz Zorita.
En tanto, subrayó que para avanzar en estas aplicaciones es fundamental “sacar bien las cuentas de las expectativas de rinde”, para ajustar las dosis a los valores esperados.
Campaña gruesa
Mientras los trigos ingresan en su etapa crítica de definición de rindes de cara a la cosecha que comenzará a fines de noviembre, comenzaron a circular las primeras sembradoras cargadas con maíz en zonas de Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos.
Para la nutrición de este cultivo, Díaz Zorita reconoce dos aspectos clave: evaluar con atención el perfil hídrico y realizar exhaustivos análisis de suelos.
“Los que relevan un 80 por ciento de recarga hídrica en el barbecho previo a la siembra de maíz, saben que podrán acompañar el crecimiento de primavera. En cuando a los análisis de suelos, son fundamentales, en primer lugar, para no quedarnos cortos con el fósforo”, indicó el ingeniero agrónomo.
La planta de maíz necesita un refuerzo de energía a la hora de la implantación y este mineral precisamente lo que aporte es ese potencial. El problema es que en siete de cada diez lotes maiceros hay déficit, lo que significa una limitante para los rendimientos. Lo mismo sucede con la oferta natural de zinc.
Por ello, en el inicio de la siembra, Díaz Zorita sugirió “pensar modelos de fertilización de base muy conscientes en relación a la necesidad de corregir fósforo y zinc, para que las raíces exploren el perfil hasta alcanzar las reservas hídricas”.
En tanto, aclaró que no hay que mezquinar la nutrición ante la escasez, sino ser más precisos en el manejo. “No hay evidencias de que la fertilización aumente el consumo del agua; al contrario, aumenta la eficiencia del uso del agua. Restringir la fertilización con perfiles adecuados para sembrar es poner en riesgo el cultivo”, mencionó.
En el caso de los aportes de nitrógeno, Díaz Zorita explicó que el cereal de verano ofrece una mayor ventana temporal para realizar las correcciones que sean necesarias: se pueden hacer aplicaciones desde las primeras etapas del cultivo hasta las primeras ocho o diez hojas, evaluando en detalle lo que dicen los pronósticos y cómo eso puede ayudar a una incorporación efectiva del fertilizante.
“Podemos hacer que esté en el suelo esperando la lluvia, pero que no esté expuesto a pérdidas por ineficiencia. Nos da más tiempo para seguirlo bien de cerca”, resumió.
Con respecto a la posibilidad de retardar las siembras a la espera de que lleguen más lluvias a medida que se acerca el verano, Díaz Zorita consideró más importante evaluar los diferentes lotes y avanzar con la implantación en aquellos que ofrezcan una recarga hídrica adecuada.
“Sembrar por las dudas es un riesgo muy grande, pero también sembrar de manera tardía cuando tenemos el agua en el perfil significa un riesgo de perder el potencial que tienen los planteos tempranos. Si al recurso agua lo tengo, lo que nos dice el pronóstico de escasas lluvias es que vamos a tener una preocupación operativa: condiciones difíciles para aplicar herbicidas o fertilizar; pero no que el cultivo no va a crecer. Si hay condiciones para la siembra, hay que sembrar”, finalizó.
Fuente: InfoCampo
Como alternativa al habitual shampoo industrial, existen alternativas para preparar uno casero de manera sencilla y a partir de especies vegetales e insumos accesibles.
Una receta basada en la medicina ayurveda permite hacer un “shampoo sólido” que repara y nutre el cabello seco o dañado gracias a las propiedades fortalecedoras y estimulantes de polvos vegetales en su formulación.
Mientras que el tiempo de preparación estimado es de solo 20 minutos, tiene la ventaja de poder conservarse durante un periodo de tres meses.
Los materiales e ingredientes
Molde de silicona de 50 gramos.
Tazón resistente al calor.
Mini batidora de acero inoxidable.
Balanza de precisión (o cucharadita).
Manteca de karité: 9 gramos (o 3 cucharaditas).
Aceite vegetal de coco: 4,5 gramos (o ½ frasco de 10 mililitros).
Sidr en polvo: 15 gramos (o un sobre de 15 gramos).
Kachur sugandhi en polvo: 3.5 gramos (o dos cucharaditas).
Polvo de amla: 0.5 gramos (o ½ cucharadita).
Agua mineral: una cucharadita.
Las instrucciones
En un recipiente, derrita la manteca de karité y el aceite de coco.
Retire del fuego.
Añadir los polvos de las plantas (sidr, kachur, amla) y mezclar.
Agregue el agua hirviendo y mezcle.
Colocar la masa en el molde.
Ponerlo en el congelador durante una hora.
Desmolde y deje secar al aire durante 48 horas antes de usar.
Derretir un poco de champú en la palma de la mano con agua y masajear sobre el cabello mojado.
Enjuague con agua limpia.
Si bien las cantidades propuestas en esta receta están adaptadas a cabellos de longitud media, la medida se puede ajustar según el volumen de pelo. Además, si no se encuentran algunos de los ingredientes pueden reemplazarse por otros o directamente no incluirlos, como en el caso del Kachur sugandhi.
En caso de tener pelo corto, deben dividirse por dos, y por el contrario, hay que multiplicar por dos para el cabello largo.
Fuente: InfoCampo
En el mercado doméstico también hay incrementos en las posiciones Noviembre 2020 y Enero 2021.
Fuente: Clarín Rural
Precios récord para el toro. La vaca volvió a subir.
Fuente: Clarín Rural
Una de las principales compañías de agroinsumos anunció la compra de una empresa italiana de biológicos. Se espera que ese mercado duplique su tamaño en los próximos 5 años.
Fuente: Clarín Rural
Fuente: La Nación
Una economía regional muy importante en el país es la que impulsa la industria del maní. En Argentina se siembran por año entre 350.000 y 400.000 hectáreas, (Bolsa de cereales de Córdoba, 2020) el 87% es cultivado en la provincia de Córdoba, puntualmente en el sur provincial. El 13% restante se divide entre norte de La Pampa, sur de Santa Fe, sur este de San Luis, noroeste de Buenos Aires, Salta y Catamarca, entre otras.
Desde la década del 2000, Argentina se ubica entre los principales países exportadores de maní para el consumo humano, satisfaciendo la demanda de países consumidores que tienen las máximas exigencias de calidad. Este reconocimiento a nivel mundial se obtuvo por la constante innovación y superación que logra el sector año tras año.
El cultivo del maní (imagen 1) posee un lento crecimiento inicial, sin importar la variedad que se utilice, por lo cual no cuenta con la capacidad de competir con el rápido crecimiento que normalmente presentan las malezas. Esta particularidad se magnifica en la Argentina ya que la zona de mayor producción del país es la región más distante del Ecuador respecto de las regiones donde se cultiva maní en el mundo y la temperatura del suelo es inferior comparada a la requerida en el momento de la siembra.
Imagen uno: Cultivo de maní Arachis hipogaea
Manejo integrado de malezas en maní
Ante esta particularidad del cultivo, empresas y productores maniseros deben planificar un manejo integrado de malezas que les otorgue un período libre de competencia y así lograr que el cultivo se establezca para maximizar el uso de recursos. Las herramientas para combatir las malezas van desde adopción de cultivos de servicio, labores mecánicas previas a la siembra e incluso dentro del desarrollo del cultivo como puede ser la labor de un escardillo y aplicación de herbicidas.
En cuanto al manejo de herbicidas, los asesores técnicos del sector fueron pioneros en combinar dos o más principios activos de acción residual seguidos por una aplicación de otro producto residual para obtener así un efecto de superposición y evitar el nacimiento de malezas durante el período inicial del cultivo.
Entre los productos con acción residual utilizados se destacan los pertenecientes a los inhibidores de la enzima PPO, Inhibidores de la síntesis de ácidos grasos de cadena larga, inhibidores de la enzima ALS (familias Imidazolinonas y Triazolpirimidinas), inhibidores de la enzima DOXP sintetasa, inhibidores de la síntesis de microtúbulos, entre otros.
La combinación y superposición de estos herbicidas resultan una excelente herramienta para evitar la aparición de biotipos de malezas resistentes, pero no son suficientes ya que especies del género como Amaranthus spp. y Eleusine indica, entre otras, presentan un período de emergencia muy amplio y, ante la escasa competencia que ofrece el cultivo, (imagen 2), éstas emergen interfiriendo con el desarrollo normal del cultivo de maní siendo necesarias una o más aplicaciones de herbicidas post emergentes para su control.
Imagen dos: Presencia de malezas en cultivo de maní.
Herbicidas post emergentes en maní
Dentro de los herbicidas post emergentes para control de malezas latifoliadas y selectivos para el cultivo de maní se encuentran los inhibidores de la enzima PPO. En este grupo HUCK (lactofen 24%), un herbicida post emergente de Summit Agro, para el cultivo de soja y maní, se diferencia por la contundencia en el control de Amaranthus spp. (gráfico 1) (Imagen 3) y su alta adsorción a los coloides del suelo, no presentando restricciones para los cultivos posteriores en la rotación. Otra característica sobresaliente de HUCK es su clasificación toxicológica clase IV, lo que indica que es un producto banda verde que otorga seguridad para el usuario y el medio ambiente.
Gráfico uno: % Control de Amaranthus palmeri. R&D SummitAgro, 2014.
Imagen tres: Control de Amaranthus spp. con HUCK 24%.
Importancia de la calidad de aplicación y formulación
Cuando se analiza la posibilidad de usar un herbicida post emergente para el control de una maleza se debe considerar la calidad de aplicación y de la formulación del producto entre otros aspectos. En especial en productos de contacto como HUCK, la FAO recomienda lograr entre 30-40 impactos por centímetro cuadrado de maleza (REM, 2018).
Cuando nos referimos a calidad de formulación, el tamaño y dispersión de las partículas del principio activo de cada producto juegan un papel fundamental.
Este parámetro de calidad de un producto no se observa a simple vista, pero los resultados en el control de la maleza lo evidencian. SummitAgro, en conjunto con el laboratorio INNOVA, realizó un trabajo para determinar la calidad y estabilidad de la formulación de HUCK comparándola con la de otro producto con el mismo principio activo y concentración, lactofen 24%.
En el estudio se pudo observar que luego de 30 minutos de haber realizado la dilución de cada producto en agua, en un volumen proporcional a un caudal de 80 litros por hectárea, ambos productos permanecían estables sin separación de fases, pero al observar al microscopio se evidenciaron diferencias significativas en cuanto al tamaño y cantidad de micelas formadas.
HUCK presentó numerosas micelas uniformes y pequeñas por gota de dilución (Imagen 4). De esta forma nos aseguramos una distribución de activo sobre la superficie de la hoja de la maleza homogénea obteniendo controles contundentes.
Mientras que el producto de otra marca comercial presentó menor cantidad de micelas logradas, des uniformes y con tendencia a aglomerarse en las de mayor tamaño (Imagen 5). Al presentar micelas de mayor tamaño y en situaciones aglomeradas, se ve afectada la penetración del activo en la cutícula de las malezas, evidenciando resultados no satisfactorios de control.
Al momento de decidir el control de las malezas presentes en el cultivo, no solo debemos considerar el tamaño de estas, las condiciones ambientales y calidad de la aspersión, sino que también debemos poner atención en la formulación del fitosanitario a aplicar ya que, por lo visto anteriormente, diferencias en calidad de formulación puede determinar el éxito o fracaso de una aplicación. Fracasar en el control de las especies no deseadas en nuestro cultivo no sólo implica reducción del rendimiento alcanzable por competencia de recursos, sino que también serán necesarias aplicaciones posteriores que incrementarán los costos de producción.
Fuente: InfoCampo