“Con profunda tristeza, pero sin perder las esperanzas, comunicamos que nuestro amado Willy Crook ha sufrido un ACV en el día de ayer. El último parte médico indica que fue trasladado de terapia intensiva a la unidad ACV especializada. Sigue en coma farmacológico, respiración mecánica, toma de presión y estable, sin modificaciones en su cuadro en estas últimas 18 horas. Familia, amigos, músicos, colaboradores, fans, pedimos por su pronta recuperación”. Con estas palabras, la agente de prensa Paula Alberti dio a conocer la noticia sobre el delicado estado de salud del músico argentino.A pesar de los vaivenes de la pandemia en el país, Crook, de 55 años, se encontraba hasta ayer en plena actividad junto a su banda Funky Torinos, con quienes dos años atrás editó el disco Lotophagy. “Se armó algo especial con esta nueva formación del grupo: hay cariño, hay onda y, sobre todo, musicalidad. Todo eso hizo que, felizmente, tome en serio algo en mí”, había dicho en septiembre de 2019, días antes de presentar el álbum en el CCK.Crook se hizo popular tras tocar el saxo en Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, pero también colaboró con proyectos supuestamente antagónicos como Riff y Los Encargados, Memphis La Blusera y Lions in Love (junto a Daniel Melingo). En 2017, el músico había publicado un libro biográfico, Memorias improbables, sumándose a una tendencia de los últimos tiempos y de la que, siempre ácido y mordaz, aseguró: “Evidentemente este fenómeno habla del declive literario que existe hoy día. Los músicos estamos estropeando a la literatura”.Por esos días, este “loco lindo” que tocó con todos en el rock local, también ofrecía un análisis agudo de la actualidad del género. “El rock nació como una suerte de grito contra el sistema, la némesis del artista, pero el sistema entendió que eso había venido para quedarse y ahora no se vende una hamburguesa sin rock. El rock tenía cosas para decir y hubo gente acá que se jugó la vida para hacer rock: Manal, Charly García, Spinetta, toda esa generación. Tenían un conflicto y eran los primeros. Pero ahora todos quieren ser una copia de sus ídolos: cantar como Andrés, como Cerati o como el Indio, y eso es un poco limitante para uno y transforma todo en lo mismo, ¿no? Cuando yo iba al Einstein, las bandas que tocaban se parecían a sí mismas, no a otra: Los Violadores, Sobrecarga, Sumo, Los Twist, Virus, Los Abuelos, todas bandas que tenían algo que decir pero no se parecían a otros. Creo que se perdió un poco de autenticidad. Hoy en el rock te distraés y una banda que no conocías llena un River, mientras Javier Martínez lleva 200 personas, que es algo que debería enseñarse en las escuelas, porque es algo auténtico hasta la médula. Todo está en manos de la gente y la gente elige muy poco, le arman el paquete y le dicen: ‘te tiene que gustar eso’”.

Fuente: La Nación

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