El edificio tiene talleres en la planta baja (entre ellos los de Studio ai) y un deck con pileta. (Daniel Karp/)MartínAlemán y arquitecto de profesión, vive con su mujer, Mariana, curadora de arte, argentina y criada en Suecia. Equiparon su depto con aires de loft en el 2° piso con elegante sencillez, priorizando que se luciera la arquitectura. (Daniel Karp/)“Conocí el edificio cuando recién lo estrenaron”, cuenta Martin Jasper. Su estudio de arquitectura, Jasper Architects, quedaba por la zona, y cuando tocó mudarlo, visitar los talleres ubicados en la planta baja de la “Fábrica de Chocolate” fue una movida natural. De paso, aprovechó y se dio una vuelta por los departamentos. Doblete: mudó su estudio y también eligió vivir ahí.”A este ambiente con techos altos y grandes ventanales, con mi mujer le decimos ‘La Catedral’. Lo equipamos con lo mínimo indispensable y sin sectorizarlo, para que el espacio se destacara como obra”. (Daniel Karp/)Ahora, la oficina de Martín y su casa quedan a un ascensor de distancia. Cuando no está de viaje –su estudio tiene sedes en Berlín y Viena– comparte con Mariana este semipiso con amplio living-comedor, cocina integrada, dos dormitorios y patio con parrilla.Mística intacta. 3 vecinos nos muestran sus lofts en los Silos de DorregoEn todos los departamentos, el piso es de roble amazónico. (Daniel Karp/)La pareja armó sus propios artefactos de luz usando globos de vidrio comprados en San Telmo, a los que les pusieron lámparas suecas tipo ‘Edison’. Son todos iguales y los ubicaron alineados, para unificar.Bien sencilla, mesa de madera maciza diseñada por Martin y construida por un carpintero, acompañada por un juego de sillas blancas ‘Eiffel Dsw’ de Eames. (Daniel Karp/)Los dueños de casa conservaron la cocina tal cual la recibieron, con muebles de frente blanco laqueado, mesada de granito y alzada espejada, un recurso que amplía aun más el espacio. (Daniel Karp/)A Mariana le encantan las plantas y el diseño de exteriores: le dedicó gran energía a seleccionar las especies ideales para esta orientación (la enredadera que sube desde la planta baja colabora). Completó con una mesa extensible y sillas de madera.Blancas y translúcidas, las cortinas le dan al ambiente un aspecto liviano. (Daniel Karp/)En el living, pocos muebles cuidadosamente elegidos: un catre que Martin trajo de un campo en provincia de Buenos Aires –con almohadones y colchón a medida–, convive con un clásico moderno: el sillón con otomana Eames. Además, sillón blanco y mesa baja heredados de un amigo y dúo de lámparas de pie (Ikea).La consigna de la simpleza rige también para la zona de descanso: sábanas de lino gris y acolchado blanco traídos de un viaje, manta de llama (Petite Margot) y cuadros pintados por Martin. (Daniel Karp/)”Mi mujer es curadora de arte, pero los únicos cuadros que hay acá son míos. Creo que tiene algo que ver con no llevar el trabajo a casa. Tienen por lo menos seis años, porque ahora que el estudio está creciendo me cuesta encontrar tiempo para pintar”.Lucas y ConyÉl es licenciado en Letras y guionista; ella trabaja en una compañía de marketing. Colorido, sutilmente sectorizado y con la osadía justa, el departamento en el que viven con su hijo, Pedro, se distingue por su carácter. (Daniel Karp/)“Siempre que pudimos elegir dónde vivir, optamos alejarnos del departamento clásico. Nos tira el estilo PH”, dice Cony. Ella y su marido, Lucas, vinieron a ver el edificio sin terminar, y fueron los primeros en mudarse cuando al obra del Studio ai estuvo terminada.Chabela Miranda fue la interiorista que trazó los lineamientos generales de este semipiso, similar al de Martin en su distribución, pero sin escalera. “Nos dio dos ideas que jamás se nos hubieran ocurrido: la columna para dividir el living y el color: contra ese azul, los muebles –en su mayoría de tonos tierra– se recortan de otra manera. El que sabe, sabe”.En el living, sillones giratorios de cuero claro ‘Swan’ (Newton). En la pared de la izquierda, una obra de arte santiagueño en madera de algarrobo tamiza con distinción la vista al recibidor. (Daniel Karp/)Alrededor de la mesa laqueada, cinco diseños icónicos el siglo XX: las sillas ‘Thonet’ de madera; la blanca ‘Tulip’ de Eero Saarinen; y ‘DCW’, ‘Wire’ y ‘Mariposa’ de Eames (todo de Newton). Lámpara colgante (Weplight) y espejo rectangular, traído de su casa anterior.Al igual que sus vecinos, conservaron la cocina original. (Daniel Karp/)El espacio al aire libre se trazó como un auténtico ambiente, y se organizó en dos zonas: junto a la parrilla, la barra con banquetas ‘Bertoia’; cerca de la puerta, un living con sillas ‘Acapulco’, mesa baja y sillón de madera con almohadones impermeables. (Daniel Karp/)”La biblioteca, que hoy se integra tan orgánicamente con el estar, fue tema de debate. Cuando nos enteramos de que íbamos a ser padres, tuvimos que liberar el escritorio para convertirlo en el cuarto de Pedro. Durante medio embarazo, el tema de conversación, más que los pañales, fue qué íbamos a hacer con los libros”.Tres vecinos. Deptos tropicales en una exsociedad de fomento de AcassusoSillón Chesterfield de tres cuerpos, butacas ‘Ludwig’ de ratán (todo de Newton), mesa de arrime con lámpara de base cerámica (Verónica Muñoz) y macetón de cemento pintado (Marichu). (Daniel Karp/)La reinterpretación del “Guernica” es obra de las artistas Sofía Huidobro y Coti González, que la realizaron en un lienzo pegado para que los dueños pudieran llevársela.Tras la columna, y entre dos bibliotecas que van de piso a techo, se armó este pequeño sector para leer y ver películas. A la derecha, el cuarto del niño de la casa. (Daniel Karp/)En el cuarto de Pedro, Cony mezcló objetos nuevísimos, como la carpa de juego (Restoration Hardware) con otros de herencia familiar: un sillón que era de su abuela y ella retapizó en pana azul, y el baúl con el que su bisabuelo vino de España, usado para guardar los juguetes.Un doble cortinado –voile translúcido detrás y lino por delante– y un género pintado a mano en la pared de la cabecera marcan el cálido tono del cuarto principal. (Daniel Karp/)El hábil uso de géneros fue sugerido por las interioristas Marina Echebarne y Mariana López Rey, se completó con ropa de cama en tonos neutros (Restoration Hardware), un caballito de madera intervenido (Marichu), mesa de luz de la bisabuela de Lucas con lámpara rústica (Iluminación Agüero) y silla de la abuela de Cony.Christian y BelénAlquilan desde hace dos años un monoambiente potencialmente divisible, pero que prefirieron dejar abierto para aprovechar la luz. (Daniel Karp/)Cuando vinieron a ver esta unidad, se usaba como depósito. Siendo ambos arquitectos –ella trabaja hace años en un estudio y él tiene el propio, Muthe –, no necesitaban grandes decorados para darse cuenta de que estaban ante una joyita, y así alquilaron, sin mucha deliberación, su primer departamento juntos, al que le dieron una onda personalísima.Decidieron el grueso de la ambientación juntos, pensado siempre en la funcionalidad. “No hicimos nada a medida: son cosas que cuando te mudás, después te quedan de clavo. Todavía tengo enrollados unos blackouts de una casa anterior que no me encajan en ningún lado”, ejemplifica Belén.Los postigos de acero inoxidable y madera del edificio no solamente visten la fachada: desde adentro, lucen encantadores también. Por su parte, una hamaca divide sutilmente el living del comedor y enfatiza la altura. (Daniel Karp/)Del lado del living, alfombra estampada (Wow, I Love My Home), mesa ratona armada con una estructura comprada en el Mercado de Pulgas y tapa de madera que sobró de una obra. El calefón se ocultó detrás de una malla sobrante de una obra. Un lindo póster encima… y voilà: vibra urbana en un tris.Segunda vuelta. Los deptos de 3 vecinos en una fábrica textil recicladaUn chapón agujereado cubre la parte de atrás del televisor. Sostenidas por simples elásticos anudados, se exhiben las fotos postales que daban vueltas por la casa. (Daniel Karp/)El mueble que separa el living-comedor del dormitorio se hizo por etapas: primero fue la estructura; después, maceteros de cemento para guardar libros y estantes de vidrio para darle más luz. Lo último fue la madera: cortaron una única placa de MDF y armaron ellos mismos las cajas cual rompecabezas. Encastra debajo de la moldura. Así, si se mudan a un departamento con techos estándar, les sirve igual.Para integrarla al ambiente, la base de la mesa -también diseñada por la pareja- se hizo del mismo material que el mueble divisor. La tapa es de madera. A su alrededor, sillas ‘Bertoia’ que Belén les compró a sus hermanos cuando dejaron de vivir juntos.En esta planta, la distribución de la cocina original es en ‘L’, con una mesada-barra que mira al living y alzada que refleja el verde de los árboles exteriores. (Daniel Karp/)Como el dormitorio se ve desde el living, lo resolvieron sin estridencias, con mesas de luz antiguas pintadas de blanco y ropa de cama clara. En el lateral, se entrevé el vestidor con puertas vidriadas que desemboca en el baño.

Fuente: La Nación

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