El lunes posterior a las PASO fue un día de duelo para el kirchnerismo, complicado por la durísima derrota electoral, con epicentro en la provincia de Buenos Aires. Tal vez para mitigar la angustia, la titular de Inadi, Victoria Donda, concurrió a almorzar junto a tres acompañantes a un conocido bodegón de la calle San José al 200, con paella como menú compartido por los comensales.El final de un ciclo para un gobierno peligrosamente débilSegún curiosos e indiscretos testigos de la escena, Donda evidenció un buen humor permanente durante el almuerzo, sin rastros aparentes de la angustia que sí exhibieron otros miembros de la coalición gobernante ese mismo día, cuando los diarios graficaban un país casi totalmente pintado de amarillo. También, según ocasionales testigos del almuerzo, la funcionaria se ofreció incluso a pagar la cuenta por el consumo total y hasta se llevó un paquetito con el sobrante de la comida. “¿Habrá festejado la derrota?”, se preguntaron desde una de las mesas vecinas.Victoria Donda no desaprovechó la paellaNada parecía indicar que Donda, nombrada en el Inadi por Alberto Fernández, se terminaría sumando días después a la ola de renuncias que se inició con la dimisión del ministro del Interior, Eduardo de Pedro, alineado con la vicepresidenta Cristina Kirchner, y que generó un cataclismo en el Gobierno. Fuentes de la Casa Rosada no escondían su disgusto para con la funcionaria, a quien consideran “tropa propia” y a la que defendieron cuando estalló el escándalo con su exempleada doméstica, quien denunció que la exdiputada le habría ofrecido un puesto en la entidad que defiende los derechos de las minorías y no la correspondiente indemnización legal. Lo cierto es que la dimisión de Donda, al igual que la de De Pedro y otras tantas, no fue aceptada finalmente por el Presidente, pero desde la tropa albertista afirman que habrá “memoria” en relación a este y otros gestos que pusieron en jaque al Gobierno.El regreso “nac & pop” del montonero PerdíaAlgún desprevenido que pasaba por Plaza de Mayo el miércoles por la tarde podría haber pensado que se trataba de un espejismo. Pero no: Roberto Cirilo Perdía, el exlíder montonero y antiguo lugarteniente de Mario Firmenich, encabezaba en ese lugar, frente al Cabildo, un acto con viejos militantes del peronismo revolucionario, en el que dejó en clara la necesidad de una “segunda independencia” que le permita al país “dejar de ser pasto de los grandes poderes imperiales”, como anticipó en un video que circuló horas antes del encuentro.Roberto Cirilo Perdía, en el Cabildo, septiembre de 2021.Sin autocrítica por su responsabilidad en muertes de civiles y militares durante los años setenta, ni por “la contraofensiva” en la que murieron jóvenes de su propia organización, Perdía se fotografió con otros asistentes al evento. A sus 80 años, y con algo de nostalgia por volver al mismo y mítico lugar del que los Montoneros fueran expulsados por el propio Juan Perón, Perdía dijo que quiere “dejar atrás el actual amesetamiento” y crear “conciencia colectiva”.Los Moyano, el gasto más duro de roer para Rodríguez LarretaSin fondos disponibles para obras por la doble poda a la coparticipación de la ciudad, y a fin de no pasar más sobresaltos financieros, el jefe de gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta llevó a cabo durante meses una trabajosa renegociación a la baja de todos los contratos con la ciudad. Con el entonces ministro de Seguridad Diego Santilli y el ministro de Economía, Martín Mura, como delegados e interlocutores, Larreta logró descuentos sustanciales en todos, menos en uno: el contrato por la recolección de la basura, que sigue en manos de los camioneros Hugo y Pablo Moyano.Hugo y Pablo Moyano, juntos en Independiente y en la vida gremial.“No pudimos hacer nada”, reconocen en el gobierno porteño, dando cuenta que los negociadores de los Moyano no accedieron a algunas contrapropuestas, como no recoger residuos los fines de semana y algunos feriados. “Con Hugo es así: hablás con él y está todo bien, pero si te manda a hablar con Pablo, estás listo”, agregaron con ironía desde la sede de la calle Uspallata, aliviados porque las podas no empañaron su victoria en las PASO.

Fuente: La Nación

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