Un estudio reciente publicado en la prestigiosa revista Science, en el que colaboraron investigadores del Conicet, reveló que los patrones de distribución de las lombrices a escala global dependen principalmente de variables climáticas, como la temperatura y las precipitaciones, y en menor medida de las propiedades del suelo.
De acuerdo con los científicos, los resultados de este estudio son indicativos de que los cambios en el clima podrían afectar a las comunidades de lombrices y de esta a forma tener un efecto cascada sobre el resto de los ecosistemas de los que forman parte. Por tal motivo, destacan la necesidad de incorporar los organismos subterráneos en los estudios sobre biodiversidad.
La importancia de las comunidades de lombrices para los ecosistemas de los que forman parte, reside principalmente en su participación en distintos procesos biológicos del suelo, vinculados a la formación de su estructura y al reciclado de nutrientes, que son cruciales para la productividad de las tierras destinadas a usos agrícolas. Estas contribuciones dependen de su abundancia, biomasa y biodiversidad.
“Por un lado, mediante la excavación de túneles y galerías, las lombrices mejoran la estructura del suelo al facilitar tanto el ingreso del aire y el agua como el crecimiento de las raíces. Además, reciclan nutrientes al alimentarse de residuos orgánicos que están sobre la superficie del suelo (rastrojos y hojarasca) y luego reincorporarlos a nivel subterráneo en forma de unos grumos fecales ricos en carbono, a los que se denomina agregados biogénicos”, explica José Camilo Bedano, investigador del Conicet.
De acuerdo, con el investigador estos procesos también pueden afectar al clima, ya que una de las estrategias para contrarrestar el calentamiento global es disminuir las concentraciones de dióxido de carbono que hay en la atmósfera y (una de las formas) es con la incorporación de carbono al suelo, a través del trabajo de las lombrices.
Al mismo tiempo, la actividad de las lombrices, al aportar nutrientes, reduce la necesidad de recurrir a fertilizantes químicos, cuyo uso implica también la liberación de gases de efecto invernadero. “En este sentido, podríamos afirmar que entre las lombrices y el clima existe una relación bidireccional”, asegura Bedano.
El trabajo destaca que, a escala global, los patrones de distribución tanto de la biodiversidad como de la abundancia de lombrices son opuestos a los que presentan las especies que viven sobre la tierra, como las plantas, que suelen mostrar mayor riqueza de especies en los trópicos. Es en los sitios ubicados en zonas templadas (como la región Pampeana), en cambio, donde se puede encontrar más riqueza de lombrices y mayor cantidad de individuos por metro cuadrado.
Un poco más sobre la investigación
El trabajo contempló datos de 6928 sitios repartidos en 57 países distintos de cinco continentes (sin incluir la Antártida) y tomó en cuenta tres variables relacionadas con la distribución de las lombrices: biodiversidad, abundancia y biomasa, las cuales fueron correlacionadas a su vez con diferentes mediciones ambientales.
“La novedad de este trabajo es que revela, a partir de una inmensa base de datos, que a nivel global las variables que mejor explican la distribución de la diversidad de las lombrices son las climáticas, principalmente la temperatura y las precipitaciones”, afirmó Bedano.
En cuanto a los patrones de distribución de las lombrices a nivel regional,  los manejos de la tierra adquieren mayor importancia que el clima. “Más allá de la influencia de la temperatura y las precipitaciones, lo cierto es que un manejo inadecuado de la tierra produce una disminución en la abundancia y diversidad de las lombrices que lleva a reducir la calidad de los suelos”, detalló José.
“Prácticas agrícolas como el monocultivo repercuten de forma negativa sobre la productividad del suelo y vuelven necesario recurrir a insumos externos -que también son dañinos para las lombrices- sin que sea suficiente con los procesos biológicos naturales en los que intervienen los organismos subterráneos”, indicó Bedano.
De acuerdo con el investigador, los manejos de la tierra que más afectan a la abundancia y biodiversidad de lombrices son aquellos que no les ofrecen rastrojos en cantidad y diversidad para que puedan alimentarse, producen una compactación del suelo que no les permite moverse o recurren en exceso al uso de agroquímicos.

Fuente: InfoCampo

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