Los personajes corren, se atropellan, algunos se enfrentan, otros se unen. Pero tanto unos como otros se apoyan, en un código que parece no tener fisuras. Una intensidad por momentos manifiesta y por momentos tácita atravesó el punto de partida de La 1-5/18, y se presiente como una constante en el devenir de la historia que comenzó este lunes en el prime time de eltrece.La complejidad detrás del entramado de historias que supuso el primer capítulo de la nueva tira de Polka va a tono con la génesis del producto. La 1-5/18 fue originalmente un proyecto cinematográfico que iba a protagonizar Adrián Suar. Aquello no llegó a buen puerto, pero el germen quedó y de a poco se fue transformando hasta convertirse en lo que puede verse todas las noches a las 22.En el barrio 1-5/18 -que sobre el final del primer episodio pasa a llamarse “Rosario Vera Peñaloza” en honor a la maestra riojana- se superponen muchas realidades. La de Lola (notable Agustina Cherri), maestra que hizo su vida ahí y que no soporta la idea de que el lugar se convierta en nido de droga y narcotráfico. A su lado está su amiga Rita (Lali González, recordada por su excelente trabajo en la película 7 cajas) que luego de dar a su hijo recién nacido en adopción cuando tenía 17 años, descubre que vive en casa de una familia adinerada compuesta por Sebastián (Luciano Cáceres) y Renata (Bárbara Lombardo). Junto a ellas, otro grupo de hombres y mujeres luchan para hacer del barrio un lugar mejor, donde las carencias no pisoteen los valores.Pero como toda moneda de dos caras, también aparecen resabios de un submundo que coexiste en el lugar, con la banda capitaneada por Johnatan (un impecable Lucas Demario), de la que también forma parte Lomo (Ezequiel “El Polaco” Cwirkaluk); como así también Lautaro (Nicolás García, la revelación de El Reino), marido de Rita y uno de los responsables de la proliferación de la droga en la zona por sus contactos con la bioquímica Miranda (Romina Gaetani).Para ampliar aun más los horizontes, el primer capítulo de La 1-5/18 marca la llegada de una serie de personajes que serán decisivos en la historia, convirtiéndose en motores de la trama, tanto para bien como para mal. Por un lado el padre Lorenzo (Esteban Lamothe), convocado por el cura del lugar (Héctor Calori) para que lo reemplace por unos días. Eventos que sucederán posteriormente lo empujarán a tomar un camino que será decisivo para el día a día de la gente.Otro que regresa al barrio es Bruno (Gonzalo Heredia). La excusa es reencontrarse con su padre, Don Luis (Patricio Contreras), que está muy enfermo, pero el muchacho llega huyendo de un pasado que, tarde o temprano, lo va a cruzar. Su aparición, como también la del padre Lorenzo influirán directamente en la realidad que atraviesa Lola.Detrás de escena: Leticia Brédice en un alto de la filmación de la ficción de Polka (Fabian Marelli/)La tercera integrante entre los que vuelven a la villa en este primer capítulo es Gina (Angela Leiva). También hija de Don Luis, la chica reaparece luego de estar dos años presa. Su presencia no solo revoluciona al barrio, sino que también es un llamado de atención para Johnatan, que en el pasado había intentado violarla.Si el entrecruzamiento de historias responde a elementos clásicos de la telenovela, el nervio narrativo, empuja a la acción. Durante la fiesta de bautizo del barrio, y en venganza por haberle frustrado una venta de droga, Jonathan da la orden para que se queme el galpón donde Lola y Rita, responsables del comedor comunitario, guardan las donaciones de alimentos. El fuego, la explosión y las corridas son un déjà vu de la mejor época de Polka, la primera productora argentina que supo cómo llevar adelante exitosamente una mixtura entre la acción y el drama. El consecuente enfrentamiento de Lola y Johnatan, con la oportuna intervención de Lorenzo y Bruno sienta las bases en las que se va a apoyar la trama principal de la historia.En su lanzamiento, la telenovela se decidió a jugar a todo o nada, con un elenco multiestelar y minucioso trabajo de guion, dirección, puesta en escena y, especialmente, de ambientación. Todos ítems que, al menos en lo ya visto, superan al de cualquier producción internacional.La pandemia había dejado a Polka al borde del precipicio, con incertidumbre, pase de facturas y proyectos inconclusos. El primer capítulo de La 1-5/18 confirma que el ave Fénix resurgió de sus cenizas, con la calidad de su mejor época, sus obsesiones habituales y la intención de volver a posicionarse como referente de la ficción nacional.

Fuente: La Nación

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