Luego de una extensa negociación y de algunas modificaciones, este martes llega Okupas al catálogo de Netflix. La que es considerada una de las más importantes ficciones de la televisión argentina, y que nunca tuvo una edición en DVD (circulando, en consecuencia, de manera ilegal y en copias de muy mala calidad), estará finalmente disponible en una plataforma streaming. De ese modo, por primera vez se podrá ver en alta definición esta pieza de culto, que no deja de sumar fanáticos de todas las edades.Para celebrar este lanzamiento, LA NACION dialogó con su director, Bruno Stagnaro, con Santiago Motorizado, encargado de musicalizar algunos nuevos fragmentos de la serie, y con Ariel Staltari y Jorge Sesán, dos de sus protagonistas.-¿Cómo se produjo este desembarco de Okupas a Netflix, a más de 20 años de su estreno?Bruno Stagnaro: -Hace más o menos cuatro o cinco años que venimos charlando con ellos. En principio les interesaba Okupas, y si bien la dirigí, yo era un intermediario porque el programa era y es de Ideas del Sur. Había una serie de dificultades; por un lado estaba la cuestión de la música, y también que Ideas del Sur había cedido la serie junto a otras como parte de una negociación, entonces eso fue trabando el asunto. Pero como a mí el tema me importaba, lo mantuve vigente hasta que hace cosa de dos años, finalmente se venció ese acuerdo, y logramos hacer uno nuevo en el que yo me involucraba en la remasterización. Y ahí iniciamos este proceso. Pero tomó más o menos dos años, desde que empezamos a pensar sacar esta versión nueva.Bruno Stagnaro y las idas vueltas detrás del desembarco de Okupas en Netflix (PATRICIO PIDAL/AFV/)-Luego de tantos años circulando en copias clandestinas, ¿qué piensan que Okupas finalmente llegue al público de forma legal?Ariel Staltari: -Es una sensación hermosa de justicia, que la gran serie argentina tenga el nivel y la calidad que se merecía, en una plataforma a su altura. Después empiezan a intervenir otras emociones que tienen que ver con temas personales, profesionales, que me invaden, pasando por recuerdos, un montón de anécdotas, y cosas que se fueron generando para que hoy mi camino esté tan fértil.Stagnaro: -A mí me encantaba el concepto de que circulara medio clandestinamente. No solo no me opongo, sino que me divierte. Pero se convirtió en un problema cuando vi que en YouTube le empezaron a silenciar las escenas, ahí ya no me divirtió tanto, porque sentí que se estaban metiendo con el contenido. Entonces, cuando apareció esta posibilidad, le presté atención porque es una manera de subsanarlo lo más prolijamente posible. Si bien no es la versión original, porque hubo temas que cambiamos, dentro del mundo real de las opciones que teníamos, esta es claramente la mejor alternativa como para hacer que el programa mantenga su vigencia, y se pudiera ver bien.Los 11 episodios de Okupas se emitieron entre octubre y diciembre de 2000, por Canal 7 (Prensa Netflix/)-Santiago, ¿podrías explicar en qué consistió el trabajo de agregar canciones de Él mató a un policía motorizado y de otras piezas nuevas a la banda sonora de la serie?Santiago Motorizado: -Había un problema con la música internacional, que era la más cara, sobre todo porque había momentos musicales en los que aparecía, como si te dijera, cinco segundos de un riff de Hendrix, y eso salía una fortuna. Entonces Bruno lo primero que hace es tratar de reemplazar eso con música ya hecha, pero se da cuenta que tenía muchas piezas para cambiar, y ahí surge la posibilidad de o bien seguir buscando canciones, o que yo hiciera el trabajo de ir a esos fragmentos que había que reemplazar, y hacer un trabajo de composición nuevo. Entonces él me manda cuatro escenas, yo le envío las pruebas, aclarándole que podía irme del registro de Él mató a un policía motorizada, que es mi banda, para que no suene todo tan monótono.Stagnaro: -A Santiago lo llamo inicialmente porque cuando tengo que reemplazar canciones, me doy cuenta que quería cambiarlas por algunas de las primeras canciones de su banda. A partir de ahí se da una dinámica muy natural, en la que terminé proponiéndole que se hiciera cargo de un montón de otros fragmentos musicales que por ahí no tenían protagonismo, pero que sí requerían una inclusión, y que debían tener carácter y estar a tono con los demás.Santiago Motorizado: -Cuando Bruno me llamó, yo obviamente estaba feliz por dos cosas. Por enterarme que Okupas se reeditaba, y por ser un poquito parte del proyecto, a través de mi música. Eso era un sueño porque soy muy fan, pero también era extraño pertenecer a algo que ya estaba cerrado, que ya existía. Debido a este problema sobre los derechos de algunas canciones, se abría esta posibilidad. Y después surgió que, como solista, yo compusiera otras piezas que Bruno tenía que reemplazar.-¿Hubo que sacar muchas canciones?Stagnaro: -En líneas generales, mantuvimos más o menos un setenta por ciento de los temas originales, de las nacionales quedaron casi todas. De rock internacional hubo que cambiar la mayoría, pero había algunas que me parecía importante luchar hasta el final para que queden, y salí satisfecho de eso. Paradójicamente, durante todo el tiempo que llevó el proceso de cinco años para acá, aparecieron herramientas técnicas que mejoraron la calidad de imagen de un modo que era impensado hace un año y medio atrás. Entonces en ese punto, fue todo bastante afortunado.Mantener la esencia y la atmósfera de las escenas reemplazando fragmentos musicales fue uno de los desafíos más grandes que afrontó Santiago Motorizado (Prensa Netflix/)Santiago Motorizado: -Por mí parte, como fan y frente a una parte del público que ya conoce Okupas, entiendo de qué va la serie, y quería acompañar la esencia de las piezas que tenía que reemplazar. En esa prueba que le mandé a Bruno, él me dijo: “Mirá, no te pegues tanto a lo que estaba, aprovechemos para ponerle algo nuevo a todo esto, que el que ya la vio escuche algo nuevo, y el que no la vio, se sorprenda”. Pero entiendo que hay que mantener cierta estética, que es esa cosa desprolija, rockera, pero también de mucho ambiente de folclore, cumbia, tango, incluso salsa o música electrónica. Fue todo un equilibrio entre mantener la esencia y hacer algo nuevo. Y estuvo bueno porque me alejé bastante de mi zona de confort, y tuve que abordar otros géneros.“Una serie que no envejece”Okupas llega a Netflix (Prensa Netflix/)-¿Qué piensan que puede sentir alguien que hoy ve Okupas por primera vez?Jorge Sesán: -Creo que van a pensar que se encuentran con algo mucho más a la par de la vida real, en comparación con lo que se ve en la televisión en general, esto es algo más natural. Pienso que quizá el contexto social es bastante distinto, y más por el crecimiento de las redes sociales, pero Okupas es una serie muy humana y por eso no envejece. La mayoría de la gente la ve como algo relacionado a lo marginal del momento, pero para mí no eso, sino que es una historia que abarca la situaciones de los seres humanos en distintos planos, y creo que eso puede ser paralelo a lo que muchos chicos están viviendo ahora. Aunque lo vivan de otra forma, el ser humano sigue siendo el mismo.Stagnaro: -A mí me gusta pensar que el núcleo de la historia es bastante atemporal, que no tiene tanto que ver con el contexto, más allá de que siempre se hace esta puntuación que es una historia embebida en la crisis del 2000, y anticipando la del 2001, que lamentablemente también es como un eterno retorno que tenemos como país. Me gustaría que con Okupas suceda lo que me pasa a mí con obras que no tienen nada que ver con mi realidad, pero por las que sin embargo me siento muy tocado en una fibra cercana, como me pasa con Cuenta conmigo, American Graffiti, algunas películas de Fellini, o del cine clásico yanki. Si una historia está construida de una manera determinada, apoyada en la dimensión humana y planteando interrogantes que son atemporales, siento que tiene la chance de mantener una vigencia. Y al mismo tiempo tengo la ilusión de que el núcleo emocional de la historia sea bastante universal y reconocible.Staltari: -Es como un buen vino, cuanto más añejo, más exquisito. Para bien y para mal, sigue siendo contemporánea. Para mal por ahí por un contexto social que no hace falta entrar en detalle, y para bien porque un vínculo de amistad tan fuerte como el que se generó en esos cuatro protagonistas, no va a morir jamás. A nivel mundial, la amistad no pasa nunca de moda, y menos para la idiosincrasia del argentino.-¿Cómo le explicarían a un chico que ve Okupas por primera vez qué era la cultura rolinga?Staltari: -Se puede trazar un paralelo inmediato con el trap, por ejemplo. Hoy lo que es el trap para los pibes, para nosotros en los noventa y pisando los dos mil, era la tribu Stone, que tenía su forma de vestirse, de hablar, de bailar, y otras particularidades. Cada bloque que va marcando una época, tiene sus rasgos. Solo que los Stones no tenían a mano las redes, ese montón de información y esa inmediatez que se tiene ahora. Entonces había un espacio vacío que se llenaba con el barrio, que era una figura muy trascendente en nuestra adolescencia.Ariel Staltari, Franco Tirri, Rodrigo De la Serna y Diego Alonso, protagonistas de Okupas (Prensa Netflix/)-¿Qué sienten que les dejó la experiencia de un trabajo tan único como el de Okupas? ¿Extrañan esa idea de filmar casi en modo guerrilla?Stagnaro: -Sí, extraño un poco eso, y no solo la inocencia nuestra, sino la inocencia del medio, porque era un momento totalmente diferente, en donde vos podías plantearte la idea de filmar en la calle, y sin pedir permiso. Hoy por hoy, olvidate de eso, al menos dentro de los esquemas que manejamos nosotros, con más visibilidad y responsabilidad. Una cosa que extraño de Okupas, y que es algo que entendí un poco este último tiempo con esto de la remasterización, es que era un programa expuesto permanentemente a la anarquía total. Es como si el azar retroalimentaba esta cosa medio budista de vaciarse e ir encontrando cosas, para intuir el orden en el que todo podía funcionar junto. Entonces la veo y me doy cuenta que está plagada de elementos que, si bien en muchas ocasiones estaban planteados desde el guion, también tiene otros que fueron surgiendo sobre la marcha, y que son los que están más vivos. Todo esto me resulta increíblemente difícil en una industria que tiende a lo contrario, que es tratar de tener todo controlado y dentro de una caja que te permita organizar el bardo. Yo no sé cómo se vuelve ahí, y es un misterio que haya sucedido.Sesán: -Me acuerdo de una anécdota de rodaje, en La Boca, filmando con Rodrigo [De la Serna]. Él sale corriendo, y yo le empiezo a pegar a un actor que hacía de policía. Y aparece un auto, con dos tipos que bajan armados diciendo: “¡Quietos, quietos, policía!”. Por suerte no nos dispararon, porque la situación era muy extrema, vos pensá que yo le estaba pegando a un policía y Rodrigo mirando la situación. La sacamos re barata, porque pudo haber pasado una tragedia. Yo tuve la suerte de filmar de esa manera, lo cual estaba buenísimo porque te ponía en otro estado, pero también era una locura.Jorge Sesán, como Miguel (Prensa Netflix/)Staltari: -Justamente el recuerdo que tengo es ese, de guerrilla, de cosa under, como de un espíritu amateur en el que estábamos despojados de las miserias humanas que hoy nos habitan. Todo eso generó una mística, y nosotros sabíamos que éramos parte de una ficción que iba a cambiar las cosas, aunque no lo poníamos en palabras. La excepción a eso era Rodrigo, que cuando nos conocimos me dijo: “Flaco, aprovechá esto, porque estos libros son espectaculares, y andá a saber si en tu vida vas a volver a hacer algo así”. Y vaya que no se equivocó, y eso que él era muy pendejo, pero tenía una visión muy madura de la cosa.-¿Qué piensan del culto que sigue vivo alrededor de Okupas, y su impacto incluso en las redes sociales, que no existían cuando la serie se emitió por primera vez?Sesán: -La naturaleza que tiene Okupas, que no tienen otros programas, es que acá son personas normales, con conflictos que pueden pasarle a cualquiera, por eso es tan empática con el público. Y cuando viene alguien y me dice los textos de mi personaje, que ni yo me acuerdo, me sorprende mucho.-Ariel, hablando de redes, vos tenés una escena muy icónica, que se convirtió en un meme muy popular…Staltari: -Eso es tremendo. Esa escena levantando el arma en el pasillo del docke pasó a la inmortalidad, y la vi convertida en los memes que se te ocurra, como por ejemplo uno con el pañuelo verde que dice: “¿Quién es el más deconstruide en este conventillo?”. Vi de todo, me reí, y muchas veces lo replico. Para mí es un orgullo grande, porque pude ser parte de una frase que identifica justamente al mundo Okupero, y a mi personaje.

Fuente: La Nación

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