Desde su adolescencia, Ignacio Brunstein es fanático de las películas de caballeros, especialmente de las escenas de batallas y duelos, con escudos y armaduras. “De chico era de esos freaky que jugaban al Age of Empires, un videojuego de estrategia medieval’’, comenta el especialista en Sistemas. Pero fue recién a los 30 que descubrió que él mismo podía convertirse en uno de los personajes del medioevo que tanto admiraba.“Estaba leyendo el diario y vi una noticia sobre el equipo argentino de combate medieval. Yo ni sabía que existía. Empecé a averiguar, a ver videos. Hablé con la Federación y ellos me recomendaron un club cerca de mi casa para entrenar”, recuerda el actual capitán de la selección argentina de este deporte amateur, de 35 años, que en pocos meses estará compitiendo en el mundial 2021, en Rumania.La lucha al estilo medieval se practica en todo el mundo, especialmente en Europa, desde hace décadas. En el país, los primeros “guerreros” aparecieron hace unos 10 años, detalla Brunstein, y actualmente la disciplina ya cuenta con más de 700 deportistas distribuidos por todo el mapa.A nivel mundial, los mejores seleccionados son los de Rusia y Ucrania. Foto: el seleccionado argentino durante el último mundial, en 2019, en Serbia“Hay disciplinas individuales, los duelos, y también grupales, como el Buhurt, que dependiendo la categoría se pelea cinco contra cinco, 12 contra 12, 30 contra 30 o 150 contra 150. Es una verdadera batalla”, detalla, entre risas.Al principio, cuando decidió empezar a competir, su pareja, la madre de su hija, no estaba conforme con la decisión. Pero, con el tiempo, se fue involucrando cada vez más, y hoy, cuatro años después de su debut, lo acompaña a todos los eventos medievales de Buenos Aires, que se hacen una vez por mes, y también a los mundiales, para los cuales se viste de época, como todo el resto de los espectadores y jugadores.La armadura que usa Brunstein es un modelo europeo de principios del siglo XV“A mis amigos tampoco les gustaba cuando empecé. La mayoría pensaba que no era un deporte, que era una simple coreografía. Pero cuando los llevé a ver un torneo en vivo, en San Isidro, cambiaron de opinión: se quedaron sorprendidos por la agresividad. Me empezaron a decir: ‘vos no podes hacer esto, se pegan de verdad. ¡Recién salió uno en camilla!”, recuerda Brunstein, vecino de Villa del Parque.El protocolo del deporte exige que las armas no tengan punta ni filo. Esto no impide, sin embargo, que los participantes se lastimen. Luego de cuatro años de combate, para los cuales entrena todos los días, el “caballero” porteño acumula cuatro puntos de sutura en la ceja, una fractura ya curada en el pie y varias cicatrices en la nariz y en el cuerpo, todas heridas de espadas, hachas y otras armas medievales.Las heridas son moneda corriente, especialmente en los mundiales; foto: evento medieval en Buenos Aires, 2019 (Jose Nicolini/)“Nos damos con todo, especialmente en los mundiales. El objetivo en las peleas masivas es derribar a tus contrincantes, sea con golpes y armas o con técnicas de yudo o derribo”, explica el capitán del seleccionado. Cuando alguno de los participantes toca el suelo con alguna parte del cuerpo que no sean los pies, se considera que está muerto y deja de participar en ese round.Fuera del campo de combate, sin embargo, la agresividad desaparece. “Lo más interesante del deporte es que cuando terminás de pelear, salís riéndote y charlando con tu contrincante, como si el combate no hubiera existido”, destaca Brunstein. Los eventos medievales en los que los combates se llevan a cabo, suma, son muy familiares. Hay shows musicales de época, juegos de madera para niños y adultos y gastronomía. En vez de panchos y hamburguesas, venden guisos y canastitas de venado, que en la Argentina son producidas con otros tipos de carne.Además de en duelos individuales, el seleciconado argentino suele competir mundialmente en la categoría cinco contra cinco de BuhurtLa mayor dificultad de esta pasión por el combate medieval es la parte económica. Al ser un deporte amateur en la Argentina, el seleccionado no recibe dinero del Gobierno para ir a competir en los mundiales, que son dos: uno anual y otro cada dos años. Por esta razón, los ocho miembros del equipo nacional aplican la clásica técnica de los Scouts para recaudar dinero.El combate medieval también tiene su rama femenina“Vendemos cerveza artesanal -marca Birra Padua- y remeras a nuestros familiares y compañeros de trabajo, y también a través de nuestra página de Facebook: “Apoyando a los Cóndores”. Estamos buscando sponsors”, detalla Brunstein. Sin embargo cada año se les hace más difícil conseguir interesados en sus productos. “Tu cuñado por ahí ya te compró 17 remeras y obviamente no quiere saber nada con volverte a comprar, es difícil”, afirma el capitán.En seleccionado argentino tiene deportistas en Buenos Aires, Mendoza, San Juan y Río Negro; Cuando viajan a Buenos Aires para algún evento medieval, se juntan a practicar en plazas de la CapitalSin embargo, la pasión que sienten los jugadores por este deporte los incentiva a pagar los viajes mayoritariamente con sus ahorros. “En el combate encontré algo único”, explica Brunstein. De chico, le gustaba el rugby y el fútbol, pero en esta práctica medieval conoció una sensación que no había experimentado con ninguno de estos deportes: una adrenalina irrefrenable. “Tiene el plus de lo histórico, las armaduras, el ruido de los metales golpeándose. Es increíble”.

Fuente: La Nación

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