CARACAS.- El ensayista, poeta, escritor, traductor y crítico literario venezolano Guillermo Sucre Figarella, respetado hombre de letras y pensamiento en su país, falleció ayer los 88 años en la ciudad de Caracas. Nacido en 1933 en Tumeremo, Estado Bolívar, Guillermo Sucre perteneció durante muchos años a la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela, institución en la cual cumplió una dilatada carrera como docente, critico y traductor, y donde obtuvo en 2009 el Doctorado Honoris Causa por su actividad académica de más de 40 años.Enfrentado desde muy joven a la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, que recién se instalaba en Venezuela, Sucre fue llevado a prisión junto a Rafael Cadenas, Manuel Caballero y Jesús Sanoja Hernández, futuros prominentes intelectuales venezolanos entonces también estudiantes, En 1952, se exilió en Santiago de Chile, donde continuó los estudios de Filosofía y Letras que había iniciado en Caracas. En 1995 viajaría a París, Francia, y recibió el doctorado en literatura latinoamericana en 1955.En 1958, de regreso a Venezuela, Sucre fundó, junto a otros escritores emergentes de su generación, el grupo literario Sardio, organizado en oposición a la dictadura perezjimenista, e integrado, entre otros, por Adriano González León, Rodolfo Izaguirre, Salvador Garmendia y Ramón Palomares.Luego de alcanzar el reconocimiento y de producir impacto en el entorno cultural del país, Sardio se dividió en 1961, ya fundada la democracia en Venezuela, pero en pleno delirio ideológico de la Revolución cubana. Las diferencias entre sus integrantes dieron paso a otra dos plataformas artísticas: el Techo de la Ballena y Tabla Redonda, que impregnaron el debate intelectual y político nacional de toda la década de los sesenta, en plena era del castrismo y el guevarismo.Director de la revista cultural Imagen en Caracas en 1967, Sucre fue más adelante frecuente colaborador y columnista en varias publicaciones culturales mexicanas de enorme prestigio en el panorama de las letras latinoamericanas. Mantuvo una relación de amistad con Octavio Paz y Enrique Krauze, publicando sus reflexiones en las prestigiosas Plural, Vuelta y Letras Libres.En 1971, tras obtener una beca de la Fundación Gughenheim, Sucre trabajó como investigador y profesor en la Universidad de Pittsburgh. Cuatro años después fundó el primer postgrado en Literatura Latinoamericana de la Universidad Simón Bolívar, entonces recién creada, una de las más prestigiosas del país. Fue también director en los primeros años en Monte Ávila Editores, la casa editorial del Estado venezolano, un proyecto que recibió numerosos elogios cuando vio la luz. En su actividad académica, Sucre tradujo obras de André Breton, Saint-John Perse, William Carlos Williams y Wallace Stevens.Sucre es especialmente apreciado como crítico literario luego de la publicación del documentado ensayo Borges, el poeta, publicado en México y Venezuela en 1967, y traducido al francés años después. En 1976, es galardonado con el Premio Nacional de Literatura al publicar La máscara, la transparencia, que, a juicio del periodista y crítico Diego Arroyo Gil, “es, sin dudas, uno de los estudios de poesía latinoamericana más completos y densos que se hayan publicado nunca.”Guillermo Sucre es muy recordado por la apasionada polémica pública que mantuvo en 1993, cuando condenó en duros términos lo que él consideraba era la actitud permisiva de muchos intelectuales de la izquierda venezolana frente a Hugo Chávez, el entonces teniente coronel que había protagonizado un fallido golpe militar contra el presidente de entonces, Carlos Andrés Pérez, y que, a la larga, averió el proyecto del sistema democrático representativo fundado en 1958.Sucre es hermano de Leopoldo Sucre Figarella, uno de los gerentes estatales más reconocidos de Venezuela en estas décadas, vinculado a las obras públicas más ambiciosas de la era petrolera, y muy cercano al expresidente Carlos Andrés Pérez.La obra de Sucre ha sido glosada y editada en antologías en muchas editoriales venezolanas y sus textos han sido reinterpretados en todas las páginas culturales del país. En La libertad, Sancho. De Montaigne a Nuestros Días, uno de sus últimos trabajos, afirma: “Hacerse libres, saber conquistar y saber ejercer la libertad ha sido el ideal de los hombres y de los pueblos desde el principio mismo de la cultura occidental”Entre sus libros de poesía se encuentran Mientras suceden los días (1961), La Mirada (1970)) En el verano cada palabra respira en el verano (1976) Septiembre breve (1977) y La vastedad (1988). Estaba casado con la también escritora y profesora de literatura María Fernanda Palacios.

Fuente: La Nación

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