El 13 de este mes se cumplieron 90 años de la fundación de la Academia Argentina de Letras (AAL) y los académicos están escribiendo con mucha diligencia y a buen ritmo para publicar un libro de homenaje a la institución, integrado por sendos trabajos de los académicos de número y los correspondientes. Hay textos ya entregados y otros que no. Los habrá sobre lingüística, literatura argentina y del resto del mundo, así como ensayos, poesía y narrativa. Por lo que se sabe el índice va a ser muy variado.Naturalmente habrá un prólogo. Lo escribió el poeta y ensayista Santiago Kovadloff que, por otra parte, ya hizo llegar a la Academia un ensayo sobre la amistad y una serie de poemas, todo para esta obra.Alicia Zorrilla, notable lingüista especializada en normativa, tiene mucho sentido del humor. Lo utilizó en sabias dosis para referirse a un asunto serio: “El policentrismo de las normas lingüísticas”: ya no solo el español de España es el que se toma en cuenta para las normas, sino el de todos los países donde se lo habla. En ese sentido, el español se “federalizó”.La lingüista, investigadora y docente universitaria Hilda Albano abordó un tema de su especialidad: “Cómo conducir al alumno a una reflexión sobre la relación sintaxis-semántica.El doctor Cavallero, investigador, lingüista y profesor especializado en lenguas clásicas, conectó la AAL con la lengua y la actualidad en “Academia, pandemia y etimología”.En cuanto a la narrativa, hay dos cuentos policiales nacidos en el seno de la ilustre Academia. Jorge Fernández Díaz va a presentar “Los guardianes del tesoro” en el que, por supuesto, aparece Remil, el ya popular protagonista de El puñal. El otro narrador es Pablo De Santis, que, entre varios premios, tuvo el que otorga anualmente la AAL en 2007, por su novela El enigma de París. El título de su narración para el homenaje es el nombre de un signo ortográfico “Asteriscos”, Lo curioso de estos dos cuentos de distintos escritores es que, sin haberse puesto de acuerdo, se desarrollan en el mismo espacio: en la biblioteca de la AAL con sus miles de libros, y sus adorables bibliotecarios (los reales).José Luis Moure, vicepresidente del cuerpo, es el autor de una apasionante reconstrucción de una lengua y de su novelesca historia, en la que se entrecruzan las guerras de religión del siglo XV, las persecuciones raciales y la política: “De Salónica a Buenos Aires (Cinco cartas en judeoespañol)”.La poesía ocupa un lugar especial en el futuro libro. La académica honoraria Emilia Puceira de Zuleta definió con el título de su contribución el estilo del poeta entrerriano Alfonso Solá González: “Un tesoro de misterio, de imaginación, de sensibilidad y de lenguaje”.Los premiados poetas Antonio Requeni, Rafael Oteriño y Santiago Sylvester dedicaron sus trabajos al género que cultivan. El primero analizó a Julio Cortázar como poeta; el segundo registró sus observaciones sobre las características de la lírica en “Apostillas sobre el lenguaje de los poetas”; y el tercero enfocó una cuestión filosófica y poética: “Lo callado y lo dicho”.Sobre clásicos de distintas épocas, se ocuparon el crítico y ensayista Jorge Cruz, y el especialista en filología medieval, dramaturgo y novelista Javier Roberto González. Cruz evocó a Dante Alighieri en “La claridad del Purgatorio. El fulgor del Paraíso”. González enlazó a dos figuras eminentes del siglo XX en “El Kafka de Borges”.Olga Fernández Latour de Botas, especializada en el estudio del folclore, se centró en “Presencia del folklore en la AAL”. El novelista Abel Posse, por su parte, buscó un ángulo etario: “Nuestra joven Academia”. Para terminar, una pregunta netamente académica de la investigadora y docente Norma Carricaburo: “¿Réquiem al imperfecto del subjuntivo?”. ¡Aleluya por el libro que vendrá!

Fuente: La Nación

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