Lo símbólico suele anticiparse a lo material. El lenguaje crea mundos y, por ende, posibilidades. En tiempos electorales, ese primer campo de batalla anticipó la derrota, por ahora temporal, de Martín Guzmán a manos del gobernador Axel Kicillof, principal referente económico del cristinismo.Vale una recapitulación. Tras el “affaire Basualdo”, el ministro de Economía voló a Europa con Alberto Fernández dejando una bomba conceptual: tras intentar despedir a un apóstol de La Cámpora bajo su órbita dijo que el sistema de subsidios ideado por el cristinismo era “pro ricos”. El Viejo Continente tomó nota. Federico Basualdo no se iría. Mientras, desde Buenos Aires lo declaraban “el ministro de la deuda”, algo así como una degradación a Secretario de Finanzas. Por eso, el retorno fue en total silencio y desde entonces del Palacio de Hacienda sólo surgen novedades menores.Con gestos, Guzmán ensayó una salida tibia de la penitencia la semana pasada: un tuit respaldando el “impuesto a la riqueza” de Máximo Kirchner, la simbólica apertura del Ministerio de Economía a Axel Kicillof para un cara a cara y un “me gusta” a un tuit del gobernador el fin de semana. Memoria: Kicillof defendió públicamente a Basualdo sólo 48 horas después del intento fallido de Guzmán de desplazarlo. “Es un excelente funcionario”, dijo.Axel KicillofLa derrota simbólica ayer se materializó en Casa Rosada. En medio de un rebrote de la inflación, la herramienta elegida por el Gobierno para mostrar acción no es el ancla fiscal o monetaria, sino un acuerdo de precios de 70 productos al estilo de Augusto Costa (sin armas sobre la mesa). El nombre del ministro de Producción bonaerense fue casualmente el elegido desde La Cámpora para insinuar un reemplazante de Guzmán durante la crisis política. Para Costa, todos los precios son políticos. Para Guzmán, la inflación es un problema macroeconómico al que se adaptan los actores económicos. Dos escuelas distintas.Pero Súper Cerca (la canasta presentada ayer) es menor. La victoria impuesta por Paula Español, exfuncionaria de Costa, es más gradual: se trata de un mecanismo que quedará en pie más allá de la señal oficial de dar de baja Precios Máximos, el congelamiento de 100.000 precios desde el 6 de marzo de 2020. Ayer en la Cámara de Comercio Argentina Estadounidense (Amcham) explicaban que el Excel soñado por Kicillof seguiría funcionando a través de llamados a las empresas para “indicar” aumentos deseados o “permisos” para los supermercados para aceptar o no nuevas listas, algo que ya venía sucediendo. “Hay un deterioro sistémico de los márgenes de rentabilidad. Nos seguimos acercando al precipicio”, se quejaron.Las pistas del triunfo de Kicillof se intuían. La semana pasada Alberto Fernández autocelebró su propia derrota, y la de Guzmán, al querer imponer otro ritmo a los aumentos de tarifas –y subsidios– en un año electoral con el desplazamiento de Basualdo, que también se regocijaba en Twitter con amigos del Presidente, como Jorge “Coqui” Capitanich.El presupuesto de Guzmán se desdibuja, un costo alto para un ministro de Economía. La desautorización tarifaria, que nace de otra mirada desde territorio bonaerense, pone incluso en tela de juicio la calificación de “ministro de la deuda”, salvo que sea de aquella en pesos y en el mercado local. Con los organismos internacionales, el ministro debe definir políticas de gasto que no controla. Guzmán pretendía cerrar un acuerdo con el FMI en mayo. Para eso ajustó por ingresos, pero también por menos gasto, particularmente por el afectado al Covid. Pero eso también se lo debaten públicamente: la posibilidad de un IFE en medio de una segunda ola aún da vueltas por el gabinete azuzada por los espacios más cristinistas.Guzmán, que era el más cristinista de los ministros económicos de Alberto, se refugia en los racionales del gabinete económico. No es casualidad que antes de irse a Europa y en su primera salida pública a su vuelta se haya pegado a Matías Kulfas, otro de los cascoteados por el Instituto Patria.No habría que dar por vencido a Guzmán. La inflación preocupa y hay elecciones. No por nada la canasta de alimentos presentada hoy se parece mucho a los “Precios Esenciales” del macrismo en 2019. Sin conejos en la galera, Guzmán sigue sosteniendo la misma carta que tuvo Dujovne: todavía es el autorizado –por el Fondo– para recrear confianza con un acuerdo que permita gastar los dólares extras en consumo y no en deuda o en sostener el tipo de cambio. Del otro lado, ya sin soja, espera un default y más inflación.

Fuente: La Nación

Comparte este artículo en: