Es muy probable que el contundente resultado de las elecciones provinciales realizadas el domingo pasado en Corrientes no pueda ser extrapolable a los próximos comicios nacionales. Los más de 50 puntos que distanciaron al gobernador reelegido, el radical Gustavo Valdés, del kirchnerista Fabián Ríos dan cuenta del apoyo de la ciudadanía correntina a la eficiente gestión del actual mandatario antes que de un castigo al gobierno nacional, al margen de que la imagen de Alberto Fernández tampoco es buena para la mayoría de la población de esa provincia.El resultado de Corrientes sí puede ser interpretado como un claro mensaje para la oposición, por cuanto Valdés no solo tuvo el apoyo del radicalismo, sino de una coalición de partidos que defienden los valores republicanos. Junto al gobernador correntino, reelegido con el 76% de los votos, estuvieron no solo Pro y la Coalición Cívica –las agrupaciones que integran Juntos por el Cambio con la UCR–, sino también fuerzas políticas tradicionales de la provincia, como el Partido Liberal y el Partido Autonomista, que en otras épocas gobernaron Corrientes durante muchos años.Ya desde los tiempos en que gobernaba otro radical, Ricardo Colombi, antecesor de Valdés, existía en Corrientes una forma de construcción política caracterizada por la búsqueda de acuerdos electorales entre distintas fuerzas de signo no peronista.Esta ingeniería política ha sido clave para el éxito de los que hoy gobiernan Corrientes, y debería extenderse al resto del país para evitar que la fragmentación de la oposición termine haciéndole el caldo gordo al autoritarismo que inspiran sectores de la coalición que hoy gobierna la Nación.Los comicios correntinos dejan otros dos datos para el análisis. El primero, similar al producido en otras elecciones provinciales recientes, como las de Jujuy y las de Salta, es el relativamente elevado nivel de abstención electoral. En Corrientes, la participación de la ciudadanía en las urnas fue de alrededor del 65%, cuando en 2019 había votado cerca del 80% del padrón. Las razones de este descenso pueden ir desde los efectos de la pandemia hasta las consecuencias de un desencanto cada vez mayor de la ciudadanía de la política.El segundo, grave por cierto, es el episodio aún no esclarecido sobre el disparo de bala que hirió al diputado del Frente de Todos Miguel Arias, durante un acto de campaña en Tapebicuá. Un lamentable suceso que intentó ser vanamente explotado por dirigentes como Máximo Kirchner, quien afirmó que el ataque fue motivado “por el discurso de odio de los medios de comunicación que estigmatizan sectores políticos”. Una declaración tan irresponsable como falsa.

Fuente: La Nación

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