Las personas elaboramos distintos tipos de creencias o ideas que instalamos en nuestra mente y que no nos permiten avanzar. Estas, muchas veces, determinan que nos convirtamos en nuestros peores enemigos.Me traicionaste: cómo hacemos para reconstruir la confianza perdidaAnalicemos algunas de estas creencias erróneas:No me lo merezco. Esta idea le dice a mi mente que no soy merecedor/a de nada de lo que consigo u obtengo. En el fondo, nos sentimos culpables por aquellas cosas buenas que nos suceden. Entonces, por ejemplo, consigo trabajo, pero llego tarde todos los días hasta que me despiden. O formo pareja, pero lo/a engaño y, finalmente, pierdo a esa persona. O pido un aumento de sueldo, pero lo gasto en cosas innecesarias. Con una mano abrazamos un logro y, con la otra, lo borramos. La culpa es la necesidad continua de un castigo que creo merecer. Cuando comenzamos a crecer y a avanzar, allí mismo, la culpa comienza a aparecer. ¿Cómo hacer para liberarnos de la culpa? Tenemos que racionalizarla y fiscalizarla: “¿Por qué no me lo merezco? ¿Cuál es la voz que me dice que no me lo merezco? ¿Es la voz de papá, la voz de mamá, la voz de una pareja?”. Recordemos que la culpa es una emoción intensa que dice “no me lo merezco”. Por eso, necesitamos repetirnos: “Me lo merezco”. Otorguémonos conscientemente el permiso para disfrutar de las cosas lindas y de los sueños que alcanzamos.No me animo, no tengo la capacidad. Muchas veces, frente a un nuevo desafío o una oportunidad, decimos: “No me siento a la altura del proyecto”. Por ejemplo, te llaman para darte un ascenso en el trabajo, pero sentís que no sos capaz y lo dejás pasar. O estás por rendir un examen y sentís que no sabés lo suficiente. Das el examen y lo aprobás con una muy buena calificación. Ahora, ya te recibiste de aquello para lo cual te preparaste, pero no te animás a ejercer porque sentís que todavía te falta aprender demasiado. El hecho es que, cuando una empresa te contrata (y, sobre todo, si se trata de una empresa líder en el mercado), es porque tenés la capacidad. Ellos, seguramente, ven algo que vos no ves. Por lo general, no ser capaz de ver las propias fortalezas está relacionado con la soberbia y el narcisismo. Por el contrario, una persona con una autoestima sana sabe en qué es bueno y en qué no lo es tanto.No me merezco formar una nueva pareja. Mucha gente piensa que, si vuelve a armar una nueva pareja, sus hijos se enojarán o perderán a uno de sus padres.No puedo. Esta es una creencia limitante que nos coloca un freno de mano emocional: “No puedo porque ya estoy grande; a esta edad, ya no me voy a enamorar”. O: “No califico para un préstamo”.Las excusas. Estas son otro tipo de autoboicot. Son aquellas mentiras que nos decimos para explicar o justificar lo que no nos animamos a hacer.El miedo al fracaso: cómo aprender de las equivocaciones para seguir adelanteLa vida no es una carrera de cien metros en la que tengo que ganarle al otro, sino un constante superarme a mí mismo. Cada vez que dé lo mejor de mí mismo, porque brindo mi máximo esfuerzo, habré ganado la carrera. Es importante que a menudo nos tomemos un tiempo para conocernos más en profundidad. A veces, pasamos más tiempo esperando la aprobación externa y, como resultado, dejamos de ver nuestras capacidades y fortalezas.Creer en uno mismo y darnos el permiso para crecer y ser felices no es sinónimo de autoexaltación, ni de narcisismo u orgullo, ni de autopromoción; más bien es darme cuenta de qué soy capaz y dejar a un lado todas las creencias limitantes que, hasta el día de hoy, no me funcionaron.Aprendamos a creer en nuestra eficacia, en todas las capacidades que tenemos, para superar los obstáculos que se nos presentan a diario. Dejemos de responsabilizar a los demás por aquello que está en nuestras manos y es nuestra responsabilidad. No existen ni los gigantes ni los monstruos. Si confiás en vos mismo, en vos misma, no habrá nada que te pueda limitar

Fuente: La Nación

Comparte este artículo en: