La Argentina tiene una larga tradición de respeto y confianza hacia cualquier vacuna aprobada por la comunidad científica. Desde chicos, y sin distinción de clases sociales, se nos ha inculcado en las escuelas el plan básico de vacunación.Por eso sorprendió que el oficialismo y sus acólitos mediáticos persistieran en una campaña con el fin de rotular como “antivacunas” no solo a la dirigencia opositora sino también a sus seguidores. Basta recorrer los barrios porteños que más fervientemente votaron en las últimas elecciones por Juntos por el Cambio para comprobar que sus vecinos se vacunan de manera entusiasta y constante.“La única verdad es la realidad”, decía Perón. Pues bien, las cifras no mienten: en un distrito supuestamente tan militante y nac & pop como la provincia de Buenos Aires, hay casi un tercio de sus habitantes que, estando habilitados para vacunarse, aún no se han anotado.¿Qué pasa, en cambio, en CABA, la ciudad que históricamente ha votado menos por el peronismo? Pues bien, los que todavía no se inscribieron para vacunarse pudiendo haberlo hecho, apenas ascendía al 10,7% hasta el último viernes. A veces, ciertas prédicas militantes pueden resultar contraproducentes.

Fuente: La Nación

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