El Consorcio de Exportadores de Carnes Agentinas (ABC) informó, segúndatos provisorios de DNCCA, que “en junio de 2020 la faena de bovinos fue de poco más de 1.2 millones de cabezas, un 3% mayor al período anterior. En el primer semestre de este año se sacrificaron 6.8 millones de bovinos, un 6% más que en igual lapso del año pasado”.
El presidente del Consorcio, Mario Ravettino, explicó que ¨el total sacrificado en junio 2020 estuvo por encima del registro de mayo y, en términos absolutos, fue el más alto en lo que va del año. Sin embargo, al relacionar el nivel de actividad con la cantidad de días hábiles, se advierte que se redujo respecto del mes precedente y que la faena subió ‘un escalón’ en el último bimestre respecto de comienzos de este año¨.
“La sumatoria de las faenas realizadas en las plantas de las empresas asociadas ha reflejado las oscilaciones de la demanda externa por el COVID-19. Desde fines de 2019, reflejó una baja relativamente superior al resto de la industria, que determinó una pérdida en la participación del Consorcio dentro del total nacional. Esta situación se había atemperado en mayo pero se reiteró en el período comentado”, destacó Ravettino.
El directivo agregó ademas que “en los primeros seis meses de 2020, en los establecimientos asociados se sacrificaron 1.88 millones de cabezas, -alrededor de 121 mil cabezas menos que la primera mitad del año pasado-, lo que llevó su contribución al 27,5% del total, 3 puntos menos que en 2019”.
Un dato auspicioso del informe es que en lo que va de 2020 es evidente una disminución en la participación de las hembras en la faena. “Al analizar la clasificación por dentición se verifica una caída relativamente más acusada en las más jóvenes y una suba en aquellas tipificadas con ocho o más dientes”, amplía el informe.
“Como contrapartida, en los machos se observa un número superior de sacrificados, con un aumento relativo en la incidencia de los animales de menos de dos dientes (61%) y de hasta cuatro dientes (22%), concentrando el 83% de su total”, indica el relevamiento.

Fuente: InfoCampo

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Los ya conocidos Marcelo Carmona, Francisco Sautua y Julio Scursoni, docentes de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) alertan sobre la actualidad de tales adversidades y recomiendan alternativas para manejarlas.
Para Marcelo Carmona, docente de la cátedra de Fitopatología de la FAUBA: “Las principales enfermedades del trigo en la Región Pampeana son la roya amarilla, la roya naranja y la mancha amarilla. En los últimos años se vio que pueden aparecer más temprano o más tarde de lo acostumbrado, e incluso hasta se pueden presentar de repente, como sucede con la roya amarilla desde hace tres años. Esta última enfermedad se volvió muy agresiva y prevalente, y como es muy destructiva en el caso de cultivares susceptibles, es fundamental controlarla a tiempo”.
Según al información del Servicio de Divulgación Científica “Sobre La Tierra” (SLT-FAUBA), Carmona señaló que en el caso de la roya naranja, al igual que todas las royas, llega a los lotes con el viento. Esta enfermedad también es agresiva y el productor debe tener en cuenta que los fungicidas con moléculas triazoles ya perdieron eficiencia para controlarla.
Por su parte, Francisco Sautua, docente de la misma cátedra, hizo hincapié en que el panorama actual para productores y técnicos se complejizó por el hecho de que las enfermedades empezaron a mostrar resistencias a ciertos fungicidas. “Para las royas, el control es a través de las variedades resistentes o tolerantes, y para la mancha amarilla se deben rotar los cultivos y tratar las semillas con moléculas eficientes. Una vez instalada la enfermedad, se deberían aplicar fungicidas en base a un criterio científico”.
Por último, ambos docentes coincidieron en remarcar la necesidad de que los productores se capaciten, se informen y luego actúen. “La rentabilidad está directamente relacionada con el conocimiento invertido por hectárea. Por ejemplo, es deseable que se desarrollen programas de manejo integrado que incluyan la elección de genotipos resistentes, rotaciones de cultivos, tratamiento eficiente de las semillas, una fertilización equilibrada, monitoreo frecuente, aplicación de fungicidas y uso de controladores biológicos y activadores de las defensas como los fosfitos. En este punto, es clave que el productor no realice aplicaciones innecesarias y que, cuando las haga, respete las dosis indicadas en los marbetes sin dividirlas ni bajarlas”, destaca la publicación de SLT-FAUBA.
Julio Scursoni, docente de la cátedra de Producción Vegetal de la FAUBA, aseguró que “pensando en un lote destinado a sembrar trigo o cebada nos tenemos que centrar en las malezas de ciclo otoño-invierno-primaveral. Probablemente, las más abundantes en gran parte de la Región Pampeana son Conyza bonariensis y Conyza sumatrensis, conocidas ambas como ‘rama negra’. Pero también hay otras que pueden competir con los cereales de invierno y bajar los rendimientos, como el raigrás (Lolium spp.), y las de la familia botánica crucíferas, como la ‘nabolza’ (Brassica rapa), el ‘nabón’ (Raphanus sativus) y el ‘nabillo’ (Hirschfeldia incana)”.
“Es importante controlar inicialmente Conyza para que no se complique hacerlo a la salida del invierno y principios de primavera. Si el lote que va a trigo contiene rama negra, se recomienda realizar una aplicación al comienzo del barbecho combinando glifosato con un herbicida de los llamados auxínicos. Hay que tener presente que este control es sencillo cuando se encuentra en un estado de roseta hasta las 4 ó 6 hojas, pero se dificulta cuando llega a los 10 cm de altura”, indicó Scursoni, quien también es el actual presidente de la Asociación Argentina de Ciencia de las Malezas.

Fuente: InfoCampo

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Según el informe “El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2020” (SOFI, por su sigla en inglés, el hambre en América Latina y el Caribe afectó a 47,7 millones de personas en 2019, y se trata así del quinto año consecutivo de aumento del hambre en la región.
El SOFI, que es elaborado entre otros por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), advierte además que la región no alcanzará el Objetivo de Desarrollo Sostenible 2 de la Agenda 2030, que es alcanzar el hambre cero.
Las proyecciones del SOFI indican que el hambre, considerada como una estimación del número de personas que no consume las calorías suficientes para llevar una vida activa y saludable, afectará a casi 67 millones de personas en 2030, es decir, cerca de 20 millones más que en 2019.
Lo más preocupante del estudio es que las proyecciones no consideran el impacto de la COVID-19, dado que fue realizado durante el desarrollo de la pandemia mundial, por lo que se estima que el hambre será aún más acuciante cuando se contabilicen los efectos sobre la seguridad alimentaria.
El Representante Regional de la FAO, Julio Berdegué, aseguró que “estamos peor ahora que cuando la región se comprometió con los Objetivos de Desarrollo Sostenible en 2015. Desde entonces, 9 millones de personas más viven con hambre”.
La región
En términos porcentuales, el hambre afecta actualmente al 7,4% de la población latinoamericana, y se espera que aumente al 9,5% al 2030.
A nivel subregional, se prevé un aumento de 3 puntos porcentuales en el hambre en América Central para 2030, es decir, 7,9 millones de personas.
En América del Sur, la proyección es que el hambre aumentará a 7,7%, lo que equivale a casi 36 millones de personas.
Aunque el Caribe ha logrado avances, tampoco está en la senda para alcanzar el objetivo de reducción del hambre de los ODS para 2030: se estima que, en 2030, 6,6 millones las personas vivirán con hambre en esa zona.
Berdegué aseguró al respecto que “las cifras de hambre en el año 2019 son escalofriantes, como también lo es el pronóstico para el año 2030. Con el impacto de la pandemia de la COVID-19 la realidad será peor que la que proyectamos en este estudio. Necesitamos una respuesta extraordinaria de los gobiernos, del sector privado, la sociedad civil y las organizaciones multilaterales”.
Descargate el informe completo (english only) haciendo click AQUÍ.
La versión resumida en español haciendo click AQUÍ.
El SOFI es elaborado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Programa Mundial de Alimentos (WFP), y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).

Fuente: InfoCampo

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