Un camino perdido en la Patagonia, tres hermanos que lo recorren desde el campo donde viven hasta el pueblito más cercano. Son 13 kilómetros de ida. Para ir a la escuela, para comprar pan, para mandar una carta, 13 kilómetros. El más chico tiene 5 años, un tranco corto y lo apodan Coco. Los grandes se le adelantan, Coco grita para que lo esperen, grita con fuerza, llora. No le hacen caso, su única alternativa es correr.Once mil kilómetros de distancia y dos décadas más tarde aparece un puente futurista, distinguido, apabullante, sobre las aguas de la Ciudad de las Ciencias, un orgullo de España. Son los últimos metros de la maratón de Valencia 2019, el moderno arco de llegada marca 2 horas 11 minutos 13 segundos, 14 segundos, 15… Cuando llegue a 30, quienes no hayan cruzado bajo su sombra no podrán acceder al mayor sueño de un atleta: los Juegos Olímpicos. Como una sentencia grabada en líneas de led, avanzan implacables, 16, 17, 18. Coco ve el reloj, el tiempo se escapa, 19, 20, 21, su única alternativa es correr, más rápido.“Cuando hice la marca en Valencia llegué con malas palabras”, admite Eulalio “Coco” Muñoz, “no está bien, no soy de decirlas. Pero me salió eso”. Ese día le ganó al reloj por 7 segundos, detuvo la sentencia del led en 2h11m23s y se metió en el bolsillo el pasaje a Tokio 2020. Entonces toda la furia explotó en gritos. Fue el tercer intento por conseguir la marca olímpica, el segundo viaje a Europa y muchísimos kilómetros corriendo con un solo objetivo. Sin embargo, antes de esa foto victoriosa hubo un club de pueblo que desapareció, un nene que no quería ser gordito y vivía en una casa sin televisión: “Iba hasta lo de mi vecina para poder ver los Juegos Olímpicos”.Durante su infancia, con su madreSin televisión, ni ducha, ni colchón. “Vivíamos en una casita de mi abuela. Para mí era normal bañarme en un fuentón o dormir sobre el cuero de un chivo, no nos dábamos cuenta que faltaban esas cosas”, recuerda Coco sin lamentarse, “obvio, cuando las tenés notás la diferencia”.En el campo le llegó el llamado a la escuela primaria, aunque no lo escuchaba muy seguido; la verdad, iba poco. “Mis papás me intentaron mandar”, reconoce Coco, “pero prefería quedarme ayudando con los animales. Teníamos chivas, ovejas, caballos; juntaba los huevos de las gallinas, arreaba las ovejas, desenterraba las papas de la quinta, marcábamos con pintura las chivas”.La casa de Coco en GualjainaFue entonces que a sus 8 años dejaron el campo y se fueron a la gran ciudad. Bueno, no una ciudad tan grande, solo era un radio de diez cuadras de largo por dos de ancho; el pueblo de Gualjaina, en Chubut, es una lonjita de casas recostadas sobre el río Leca. Ya sin animales ni huerta se acabaron las excusas para faltar. “El primer día en la escuela no entendía nada, por suerte una compañera me copió todo lo que había en el pizarrón”, recuerda Coco, que al poco tiempo empezó a hacer solo la tarea y también a sumarse en cuanto picado de fútbol aparecía. “Mi hermano, Albino, me incentivaba a que jugara, a que practicara deportes”, cuenta Coco que así empezó a correr, detrás de una pelota. “Coco era muy habilidoso, incluso con 8 años ya jugaba con los grandes, tiraba caños, chilenas, se corría todo”, relata Albino, su hermano cuatro años mayor, “Coco era gordito y el flaco era yo, ahora es al revés”, larga la carcajada.“Pero ya en esa época le gustaba mucho correr, él no quería ser gordito”, continua Albino. “Quería tener los cuadraditos marcados en la panza. Bueno, ahora lo logró, tiene cuadraditos y todo”, vuelve a reírse con mezcla de orgullo. Pero al joven futbolista, que soñaba con ser como Maradona, el destino le cortó las piernas. Jugaba en el Club Social, Deportivo y Cultural Gualjaina cuando la entidad cerró y se acabó el futbol. Otra vez, su única alternativa fue correr.Su primer trofeo como goleador en fútbolLa cooperadora de la escuela organizó una carrera y en la lista de inscriptos asomaba un nombre: Eulalio Muñoz, Coco para los amigos. Ahí estaba, pantalón de fútbol, zapatillas Topper con más remiendos que suela y remera de algodón. También estaba Albino, que si bien su tarea era encargarse del sonido del evento, no se aguantó, pidió prestada la bicicleta de un vecino, “en esa época todavía no tenía una mía”, y se alistó para seguir a su hermano en el debut; le fuera como le fuera.Y le fue bien: “Como le sacó mucha ventaja al segundo pensamos: tiene que ser corredor”, recuerda Albino y agrega: “El siempre soñaba con salir de Gualjaina haciendo deporte, conocer otros pueblos, incluso otras provincias”. En efecto, el primer viaje fue a Esquel, eso sí era “la gran ciudad”. Pasar de mil habitantes a 30 mil, de participar en la carrera a beneficio de su escuela a largar la Media Maratón al Paraíso, una de las más importantes de la Patagonia. En esa carrera formaron parte 3000 corredores, tres veces la población de Gualjaina.Esquel, escenario de entrenamiento de MuñozSe impuso en la categoría y principalmente ganó confianza, pero quería seguir mejorando. Sin embargo, para crecer debía irse a vivir a Esquel a entrenarse con los mejores. “Mi mamá no quería que Coco se fuera de casa, porque con 17 años era muy chiquito”, relata Albino. “Yo tuve que convencerla. Los primeros meses le enviaba mi sueldo, no era mucho, pero para algo le iba a servir”.Instalado en Esquel, Coco empezaba el día 5.30, se entrenaba, luego iba a la escuela y después unas horas al trabajo, donde también le otorgaron una beca. Sumaba mil pesos, 400 para pagar la pensión, con el resto podía comer bien y listo. Comenzó a entrenarse con Rodrigo Peláez. “Yo lo admiraba, él entrenaba a Karina Neipán, a Darío “Lalo” Ríos”, reconoce Coco. Y el mismo Peláez le consiguió su primer sponsor, con lo que comenzaba su camino hacia el profesionalismo.Lo presentó en la verdulería y frutería “Los Mendocinos” como un atleta con proyección. Diego Aldaz, dueño del establecimiento, apostó por el futuro de Muñoz y cerró el convenio. “Me daba cuatro frutas por día”, detalla Coco. “Podía elegir las que quería y me servían para el entrenamiento de la tarde, al que solía llegar bastante cansado y con hambre”. Hoy puede vivir del atletismo: “pero nunca lo olvido, Diego fue el primero y todavía seguimos en contacto”.La alianza con su entrenador, Rodrigo PeláezA los tres meses de estar en Esquel internaron a su papá, de quien había heredado no solo el apellido, también el nombre. Coco estaba convocado para su primer Campeonato Nacional de Pista. “Además iba a ser mi primer viaje en avión, porque la carrera era en Buenos Aires”. Eulalio padre le dice “que vaya m’hijo, que si se comprometió tiene que correr”.“Por suerte gané la carrera, eso fue lindo, pero también feo porque papá había quedado internado”. Regresó siendo campeón nacional, faltaban dos días para cumplir 18 años… “pero papá falleció. Fue el día más triste de mi vida”, se lamenta.A partir de ahí, no importa en qué puesto finalice una carrera o en qué ciudad esté el arco de llegada, siempre cruzará la línea y elevará la mirada tirando un beso al cielo. “Van todas dedicadas a él”.En su primera Campeonato Nacional de Pista* * *“Creo que las limitaciones y obstáculos que se presentan en la vida, si uno los sabe atesorar, pueden influenciar a favor en la práctica de un deportista”. Quien habla es Rodrigo Peláez, entrenador de Coco desde hace 8 años. “Más en la maratón, donde durante muchos minutos hay que soportar el cansancio. Coco es resiliente, aguerrido, siempre está en positivo. Nunca se da por vencido, siempre va a perseverar”. Juntos formaron una dupla que suma tantos kilómetros y victorias como anécdotas.Viajaron 16 horas en un camión Bedford modelo ’68 para correr en Comodoro Rivadavia. “Ahí conocí el mar”, recuerda Coco. Perdieron un avión pensando que con llegar media hora antes era suficiente. Los enviaron en otro avión, pero en vez de aterrizar en Aeroparque lo hicieron en Ezeiza y en el taxi a Buenos Aires se gastaron toda la plata del hospedaje. Fueron a Ámsterdam de paseo pero no tenían un peso, lo único gratis que encontraron fue caminar por el Barrio Rojo. A Rodrigo le pareció buena idea sacarse una foto de recuerdo. “¡Cómo corrimos! ¿Qué iba a saber que no se podía? Nos perseguían unos tipos de seguridad enormes”, recuerda Coco: “Yo venía de hacer la maratón de Rotterdam hacía tres días, pero creo que ahí fui todavía más rápido”.En un cross country y seguido por Joaquín ArbeEl viaje a Rotterdam no había sido para tomar fotos, sino para debutar en maratón. “Le había pedido a Rodrigo correr la distancia ya en 2016, pero él me dijo que aún faltaba mucho”, explica el atleta. El momento indicado llegó recién en abril de 2019 y paró el reloj en 2h15m48s, el segundo mejor debut argentino de la historia (solo por detrás de Miguel Barzola) y récord de Chubut. En septiembre de ese año correría la Maratón de Buenos Aires, con 2h12m23s y quedaría a menos de un minuto de la marca olímpica. También veía cómo Joaquín Arbe, su vecino de Esquel, llegaba 400 metros más adelante y marcaba 2h11m02s, clasificándose para Tokio y bajando su récord provincial. En diciembre se fueron a Valencia para sellar las 2h11m23s que abren esta historia y consiguió el pasaje para los Juegos Olímpicos. Pero a este cuento le faltaba su capítulo más sorprendente.“El récord argentino de maratón está a punto de caer”, el que habla es Antonio Silio y algo sabe del tema, ya que desde 1995 es el dueño de ese récord: 2h09m57s. “Y ojalá caiga en manos de Coco, porque es un atleta que se lo merece”, agrega el mito viviente de las largas distancias, también poseedor de los récords de 5000 y 10.000 metros en pista, 5, 10, 15, 21, 25 y 30 kilómetros en ruta. Transcurre 2020 y Valencia, la tercera ciudad más poblada de España, bañada por las aguas del Mediterráneo, vuelve a recibir a Eulalio Muñoz de Gualjaina, “el campeón del pueblo”.Medalla en la maratón de SevillaLargó la maratón que hacía un año le había dado la clasificación a los Juegos, pero ahora todo resultó distinto. Corrió más rápido que nunca, más que cuando sus hermanos los dejaban atrás camino al campo, más rápido que cuando cerraron el club y ganó la carrera de su escuela, más veloz incluso que el año pasado en ese mismo circuito. Y casi, casi más rápido que ningún argentino lo hizo jamás en la historia del atletismo: dos segundos.El tiempo que lleva leer esta oración, dos segundos. A esa distancia quedó Coco de batir el récord del mito, del gran Antonio Silio. El gordito gambeteador le pegó un amague a la historia del atletismo argentino al marcar 2h09m59s. Cruzó la meta y miró hacia el cielo. Más tarde diría: “Me hubiese gustado compartir este momento con papá”. View this post on Instagram A post shared by Eulalio Mun?oz Jr (@eulaliomjr)* * *“Cada cual tiene su rol y lo cumple, estamos en la misma sintonía, creo que por eso se lograron los resultados”, explica Rodrigo, su entrenador. Y así lo entiende Coco: “Yo tengo en mi cabeza que tengo que entrenarme y es así, no queda otra, no importa si hace frío o se largó a nevar. Trato de ser profesional, al entrenamiento y al trabajo no puedo faltar. Si yo no me entreno hay otro que se entrena, y acá lo veo pasar por la calle corriendo. Eso le digo a Ariela, mi novia, cuando veo a otro corriendo y yo tengo descanso”.“Nunca nos imaginamos que podía llegar a unos Juegos Olímpicos”, se sincera Albino, “pero él siempre soñó con llegar a ser alguien en la vida”. Su familia está esperando el momento de la maratón en Tokio; ya es un ritual de los Muñoz: “vienen mis dos hermanos, todos los sobrinos, no falta nadie… y la tele a todo volumen. Ni bien termina lo llamamos, siempre es un llanterío bárbaro”, detalla su hermano. “Cuando corre nos ponemos nerviosos, incluso ahora hablando de él… la verdad me emociono”. El 8 de agosto está la familia citada, nadie se puede perder la maratón olímpica, todos tiene lugar en la casa de la mamá de Coco, Clotilde Barrera. View this post on Instagram A post shared by Eulalio Mun?oz Jr (@eulaliomjr)“Yo sé que mamá no comprende de qué se trata estar en un Juegos Olímpicos”, confiesa Coco “ella no tuvo la suerte de ir a la escuela, pero a medida que ve como todos le dan importancia, entiende que es algo grande”.Eso grande, que de chico tenía que ir a ver a la casa de la vecina, ahora va a ser parte de su historia. Llega a Japón desde lo más profundo de la Patagonia, desde el frío y el viento, pero nada de eso se le nota en la sonrisa. “Nada es fácil en la vida, pero tiene un sabor más lindo si hay muchos obstáculos y podemos pasarlos”. Por delante aparecen 42 kilómetros, Coco sabe lo que tiene que hacer: su única alternativa es correr.

Fuente: La Nación

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“Hijo, no te conviene correr, preocupate mejor en conseguir un buen trabajo”, repetían Néstor Arbe y Eliana Toro. “Fijate que nadie puede vivir del atletismo”. Su hijo tenía 16 años, medía un metro cincuenta y ocho, es el mayor de cuatro hermanos y ya es campeón nacional de 1500 metros en cadetes, se llama Joaquín, ah… y no está solo, acaba de ser papá.Era 2006 y Joaquín se estaba yendo de la casa de sus padres en Esquel, Chubut. Ahora eran solo ellos: su novia, Alejandra Carinao, y su hijo recién nacido, Emanuel. Abandonó la escuela secundaria, dejó su hogar y buscó un trabajo, pero no quiso dejar de correr. El primer impulso fue seguir la herencia paterna: abuelo cartero, padre cartero, empezó a trabajar él también de cartero. “Pero no me gustaba”, reconoce Joaquín, que agrega: “Me tocaba llevar un telegrama de deuda y la gente me explicaba que no debía esa plata… al final se la agarraban conmigo”.No funcionó como mensajero de malas noticias. Probó con el lado materno, el papá de su mamá, Daniel Toro, su abuelo, era albañil. Ahí sí le tomó el gusto, podía trabajar y seguir corriendo; no era fácil, pero podía. Agarraba changas, aprendía junto a su abuelo y manejaba un poco sus tiempos para entrenarse. Caminos de ripio, vías del tren, senderos de montaña, toda la geografía de Esquel -la ciudad chubutense que se recuesta sobre la cordillera­-, le servía de pista de entrenamiento. Los paisajes son impactantes, el aire es puro como una nube y el cielo parece estar al alcance de la mano. Si no fuese por el frío que puede llegar a morder los huesos o el viento que suele perforar la piel, sería un lugar ideal para correr. “A veces se nos congela la transpiración en el gorrito y se hace escarcha”, explica Joaquín entre risas. View this post on Instagram A post shared by Joaquin Arbe (@joaquinarbe2508)Un par de años más tarde, en 2008, nació su segunda hija, Maia, pero se peleó con su esposa, Alejandra, y se fue de su casa; de su casa y de su ciudad. Cruzó todo el ancho de la Patagonia y terminó en Comodoro Rivadavia, ahora casi 600 kilómetros pasaron a separarlo de su familia. Había conseguido un trabajo para venderle diarios a los petroleros, era buena plata: “No lo podía dejar pasar”.A las cuatro de la mañana iba hasta la ruta a recibir los diarios. Ya no competía, estaba lejos del atletismo, “aunque siempre pensaba en volver”, afirma Joaquín. “Amaba correr: quería ser reconocido en las carreras importantes”. Pero mientras, tenía que mandar plata para Maia y Emanuel. “Hacía todas las madrugadas 8 kilómetros para ir a buscar los diarios, corriendo”, recuerda Arbe. “Todos me decían que ya está: te fue bien en el atletismo pero ahora tenés que trabajar”. Pero a no engañarse: él sabía que iba a volver.Y volvió. Primero a la casa, con Alejandra, su mujer, y después a las pistas. “Hugo Guerra me dio una mano grande, me ayudó con las zapas y las vitaminas”. El año 2009 lo vio clasificarse en obstáculos al Sudamericano y al Panamericano junior en San Pablo: obtuvo un cuarto y un sexto puesto. Con zapatillas -en la pista-, y con las pantuflas -en su hogar-, ya daba pasos más seguros. “Hemos tenido muchísimas adversidades”, reconoce Alejandra, “pero siempre salimos adelante”. Ella también corre y entiende sobre esa vida paralela que llevan los atletas entre los sueños deportivos y la realidad cotidiana. Volvió a la construcción y de a poco pasó de peón a capataz. “Aunque todavía no me animaba a levantar paredes”, reconoce Joaquín porque “me salían medio torcidas”. Su familia le dio una casa para que pudiera acomodarla. “Empecé a correr a otro nivel, a ganar un poco de plata en las carreras de calle”, dice Arbe, “y a levantar cabeza”. Su nuevo hogar, seis por tres metros: “No podíamos tener seis sillas, entraban solo cuatro”, se ríe Joaquín, “igual nosotros éramos cuatro, ¿para qué queríamos seis?”.“Joaquín siempre anda contento, es raro verlo triste. Piensa que las cosas pasan por algo y le pone mucho humor”, explica Alejandra. Y a la casa le puso humor y mano de obra. Albañilería, electricidad, plomería, pintura ya sabía. Pero para ampliar su hogar aprendió (y aplicó en su propia construcción), carpintería, colocación de Durlok y soldadura. “Tenía una idea aproximada de cómo hacer una puerta de madera, pero medio rústica”, reconoce Joaquín. “Y no quería que me quedara mal. Así que lo llamé a mi amigo Víctor, que él sabe bien”. Empezó practicando con las puertitas de la alacena y terminó haciendo todas las aberturas del segundo piso. View this post on Instagram A post shared by Joaquin Arbe (@joaquinarbe2508)Sobre la soldadura hay una anécdota que incluye a un atleta olímpico, una lluvia de críticas en Facebook y una lucha contra los materiales en pos de hacer un asado. “Todo empezó así”, relata entusiasmado Joaquín, “para aprender a soldar en casa, hice una parrilla”. Subió orgulloso la foto de su primera obra a Facebook. “Pero me la criticaron por todos lados, principalmente que no tenía manijas”. Entonces le soldó las manijas faltantes. En el momento justo cae la invitación de Javier Carriqueo, dos veces atleta olímpico y récord argentino, para hacer un asado. Era la excusa para una nota que el atleta de Neuquén le hizo a Joaquín para LA NACION y para estrenar la parrilla. “Pero cuando llegamos al camping, el fogón donde iba la parrilla era más estrecho, no entraba”, recuerda Javier sonriente. “Ojo, lo solucionamos enseguida”, agrega Joaquín entre risas: “Con una piedra le arranqué las manijas”.“Gracias a eso aprendí dos cosas”, reconoce Joaquín “a soldar, y que no hay que dejarse llevar por las críticas en el Facebook”. Y mientras construía su casa, también edificaba su carrera como atleta. En el camino al sueño olímpico se colgó del cuello más de cincuenta medallas de campeonatos nacionales e internacionales. Ha sido el mejor del país en distancias que van de los 800 metros a los 42 km, pasando por 1500 metros, 3000 con obstáculos, 5000 y 10000 en pista, media maratón y cross country; un mérito a nivel local para el asombro. La Maratón de Tres Ciudades y la tradicional A Pampa Traviesa tienen en común que algunas veces las ganó Arbe: la primera en cinco ocasiones; la segunda, en dos. “Pero la verdad es que para ninguna me entrené especialmente, fui porque había buenos premios en efectivo”, reconoce Joaquín. Mucho de esos premios ya están invertidos en materiales de su casa. Hasta que empezó a crecer en él el sueño olímpico.“Me tenía fe para Río 2016 en 3000 con obstáculos. Estaba a 8 segundos de clasificarme, pero nunca se me dieron buenas situaciones de carrera”. Es entonces que pasó a soñar con Tokio. Y en 2019 transformó el sueño en acción. En marzo salió campeón nacional de 3000 con obstáculos y 5000 metros y subcampeón en 1500. Luego en agosto ganó (por cuarto año consecutivo) los 15km de New Balance, que es la antesala a la media y la maratón de Buenos Aires. Con la mitad del premio de esa victoria, Joaquín apostó fuerte, invirtió en un viaje que nunca antes había realizado y se fue a Cachi (Salta), a 2300 metros sobre el nivel de mar -quizás el mejor sitio para entrenarse atletismo del país-, a prepararse para cumplir su sueño. View this post on Instagram A post shared by Joaquin Arbe (@joaquinarbe2508)“Acompañarlo en todos sus logros es lo más lindo”, reconoce Alejandra “aunque la peor parte es la ausencia. Porque no es que se va una semana o dos, a veces se va dos meses. Y cuando no está se nota mucho, porque Joaquín en la casa se ocupa de todo”. En Cachi, a 2600 kilómetros de Esquel se entrenó tres semanas y volvió a Buenos Aires a correr la media maratón. En la ciudad de la furia, a las 7.30, Joaquín celebraba su cumpleaños número 29 bajo el arco de largada, con 20.000 corredores más a sus espadas. Una hora, dos minutos y 56 segundos más tarde celebraría también ser el mejor argentino de la competencia y el segundo mejor de la historia, solo detrás del gran Antonio Silio. Aunque no había mucho tiempo para festejar ya que un vuelo lo esperaba, debía volver a Cachi; su casa en Esquel seguía quedando lejos.Regreso a Cachi, correr 180 kilómetros por semana, tres semanas, volver a Buenos Aires. Largó la Maratón y estalló el reloj: 2h11m02s. Y hasta tuvo suerte, Alejandra ya estaba en fecha para dar a luz a su tercer hijo, Erick Mateo, pero aún no nacía. Si el avión se apuraba, Joaquín podía estar para verlo llegar al mundo.Al cruzar la línea de la maratón, le contaría a LA NACION: “Nunca pude largar una maratón fuera del país, parece que la primera va a ser lejos”. Esa marca lo clasificó a correr en Tokio 2020, a correr su sueño.* * *“Haberme clasificado a los Juegos te genera más demanda, a veces no te da el tiempo para estar en todo. Creo que hay que aprovechar y disfrutarlo porque es un momento único”, cuenta Joaquín mientras en ese instante, en su casa hay un equipo de producción filmando su día a día. También se lamenta por una situación: “Tengo como diez mensajes de chicos que están estudiando periodismo para hacer vivos por Instagram, el tema es que en casa la señal no es muy buena. Y a veces no es fácil encontrar una hora completa para estar quieto”.Te contesto por audio, pero cuando Joaquín no esté -escribe Alejandra por Whatsapp-, no quiero que sepa lo que digo: “Olvidate, Joaquín es así, puede repetir lo mismo mil veces en una entrevista, pero no le va a molestar. Él siempre da una mano a todos los que tiene alrededor, nunca va a decir que no a alguien”. View this post on Instagram A post shared by Joaquin Arbe (@joaquinarbe2508)“Es igual como atleta que como papá, si dice algo, lo hace, siempre cumple. Él nunca falta a entrenarse, pero tampoco quiere que falten Emanuel y Maia. Les inculca mucho cumplir con los entrenamientos, si ese día nadie los pueda llevar, ellos tienen que hacer los 3 km a la pista caminando”. “También trata que a los nenes no les falte todo lo que él no tuvo”. Y Joaquín entonces cuenta algo sin que Alejandra lo escuche: “Durante muchos años, no hubo nadie que me alentara a seguir corriendo, excepto ella”.Los últimos días en Esquel antes de los Juegos fueron a las corridas, no solo por los entrenamientos, sino también porque quedaban algunos detalles de construcción en la pieza de los chicos. Previo a su llegada a Tokio pasó tres semanas entrenándose en la altura de Paipa, Colombia. Construyendo en sus piernas su mejor versión para correr la maratón que siempre soñó. Buscando afinar esa velocidad que también tiene para responder. Ante la pregunta de si es mejor constructor o atleta, no duda: “Soy mejor atleta, porque Juegos Olímpicos de constructor no hay”.

Fuente: La Nación

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Después de varios días de silencio, el presidente Alberto Fernández se pronunció sobre las polémicas visitas a Olivos durante la cuarentena estricta de 2020. Su aparición en radio y sus declaraciones fueron analizadas por Jonatan Viale en el editorial de +Realidad (LN+).El exabrupto de El Dipy sobre las visitas a Olivos que sorprendió a Jony VialeTras repasar las palabras del Presidente, el periodista recordó los nombres de Sofía Pacchi y Chien Chia Hong, empresario taiwanés “que consiguió 19 contratos con el Estado después de su visita a la Quinta de Olivos”. “¿Qué dijo el Presidente? ‘Si ganó la licitación ilegítimamente, tráiganme al funcionario y lo echo’”, apuntó Viale.“Después dijo: ‘Juro por mi hijo que no conozco a esta persona’. Y después: ‘En su vida, este hombre, ‘El Chino’, como lo conozco, habló conmigo de un negocio’. Estamos un poco confundidos con todo esto ¿Lo conoce o no lo conoce al ‘Chino’?”, ironizó el periodista.Conforme fue avanzando en su editorial, Jonatan Viale inquirió en otras cuestiones sobre la visita del empresario: “¿Por qué fue a Olivos el día de su cumpleaños? ¿Por qué se quedó hasta las 2:58 de la madrugada? ¿No era que durante la cuarentena estricta no se podían hacer reuniones sociales? ¿Por qué la empresa del empresario Taiwanés ganó 19 contratos como proveedor del Estado?”.“Una pena que en la radio de Santa María -por la AM750- no le preguntaron al presidente sobre todo esto”, ironizó. Pero su exposición no terminó ahí. “Este gobierno se pasa la ética por el tacho de basura”, arremetió. Para terminar, repasó otros negocios que resultaron en polémica como aquellos relacionados con Enrique Albistur y apuntó contra Cristina Kirchner. La furia de Feinmann con un periodista: “Dice que recibo sobres de la embajada de EE.UU.”“Alberto decidió ser el monigote presidencial de una persona que tuvo 13 procesamientos. Ganen o pierdan las elecciones, les puedo asegurar que estamos ante el gobierno más inmoral y más indecente de la historia argentina”.

Fuente: La Nación

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Nueve de la mañana y la avenida Brigadier General Juan Manuel de Rosas ya siente lo que está por pasar. En José León Suárez, los portones de Los Talas del Entrerriano se abren a las 11 pero desde las 9 h. la brasa ya está ardiendo, las parrillas calientes y las mesas se preparan para la llegada de los comensales.Día Internacional de la Cerveza: el mapa de cervecerías para celebrar la jornadaLo que comenzó como un puesto de choripanes al paso, con los años se transformó en un templo del asado argentino y detrás de sus históricos tablones de madera siempre estuvo él: Oscar Bopp. Hoy, su familia, clientes y amigos lloran su muerte. Con 77 años, “el entrerriano” le dijo adiós a su histórica parrilla pero en el recuerdo de quienes lo conocieron siempre estará detrás de la barra, cortando limones y repartiendo asado.Corría 1985 cuando a un joven Oscar se le ocurrió una idea. Compró 3 kilos de chorizos, 2 kilos de pan, 1 de carbón, un caballete y un tablón, y se paró en una esquina. Sin saberlo había juntado los ingredientes para la receta perfecta. “Empezó con la hija, el hijo y un par de muchachos del barrio”, recordó Sergio Ruiz, histórico compañero de Bopp, en diálogo con LA NACIÓN.Junto a “El ferroviario”, “Los talas del Entrerriano” es una de las parrillas favoritas de los argentinosA puro pulmón, “el entrerriano” fue forjando su pequeño negocio. Con el tiempo logró juntar la plata suficiente para comprar un auto y poder trasladar los elementos de su puesto ambulante. Nada ni nadie le podían impedir a Oscar cumplir con su labor cotidiana. Incluso cuando se le rompió el auto, agarró su caballo y lo ató al vehículo. “Tiraba de él con el caballo”, contó Sergio.Su infaltable presencia durante varios años crearon un lazo imborrable con los vecinos de la zona y un día, uno de ellos le dio un consejo invaluable: que comprara “lechugas” (dólares). Así fue que con un poco de ahorros, plata prestada de su cuñada y mucho entusiasmo, Oscar Bopp logró juntar la suma suficiente para adquirir un lote que transformó en Los Talas.Es bombera voluntaria desde que tiene 16 años y vio cómo un techo aplastaba a sus compañeros: “Hay situaciones que duelen y no se olvidan”“Nadie se podía ir con hambre”El local se modernizó en 2002 y desde entonces nunca cerró sus puertas. Pero hay una cosa que las sillas, mesas y copas nuevas nunca pudieron cambiar. Bopp tenía solo dos reglas: nadie se va con hambre y no se tira la comida.La mítica barra se modernizó en el 2002 y se convirtió en uno de los lugares de culto del asado argentino“Oscar habrá pasado tanta necesidad que si un cliente se quedaba con hambre se daba cuenta. Venía, agarraba un pedazo de asado y le daba. El tipo no se podía ir con hambre, nadie se podía ir con hambre del lugar. Eso hizo grande a Oscar”, reveló, emocionado, Sergio.“Si vos pedías y te sobraba una costilla pero no querías llevarlo, se ponía en un recipiente. Al otro día, la gente ya sabía que en cierto horario se regalaba. No se tira la comida acá. La última vez sobraron kilos de locro. Agarraron (los dueños) la camioneta y lo repartieron en la villa”, completó.El récord, la familia, los turistas y los famososLos Talas del Entrerriano no es solo una parrilla de barrio. Es una de las pocas que pueden jactarse de tener un récord de ventas de más de 400 lechones en un día, cocinar 2500 litros de locro un feriado y recibir a 30 turistas chinos que viajaron hasta José León Suárez para vivir la experiencia de un asado 100% argentino.Quién es “La Colo”, la productora a la que Barassi le busca pareja en vivo y que actuó en una película de NetflixConforme pasaron los años, el boca a boca lo convirtió en leyenda a tal punto de ver pasar a famosos como Chiche Gelblung, los hermanos Luisana y Darío Lopilato, Diego Brancatelli y Nicolás Wiñazki en su gran salón. “Una vuelta pasó Duhalde cuando se postulaba para gobernador y se llevó 30 choripanes, fue terrible”, comentó Sergio entre risas.Los días pasaban, los comensales entraban y salían y detrás de la parrilla siempre estaba Oscar Bopp, quien siguió atendiendo como siempre lo hizo incluso hasta sus últimos días. Sus empleados lo recuerdan tras la barra, cortando limones y carne, buscando porciones para regalarles a sus clientes habituales y acomodando las brasas para que el fuego dure todo el día.El fuego se apagó pero la brasa seguirá encendidaLa historia de Ruiz y Bopp data de 1996. Cuando Sergio se acercó para trabajar en la zona de parrillas, Oscar lo adoptó como si fuera un hijo. “Me enseñó todo. A ser honesto, a trabajar, a ser buena persona. Me siento muy agradecido”, afirmó en diálogo con este medio.Pero en paralelo y a la par, sus hijos y nietos movían cielo y tierra para hacer crecer el sueño. Hoy, Raúl (hijo) y Tamara (nieta) tomaron las riendas del negocio y con mucha dificultad al hablar, recuerdan a su querido “entrerriano” con una sonrisa.Oscar Bopp junto a Sergio Ruiz y Tamara Bopp Bustamante, amigo y nieta, respectivamente.Las dificultades de la pandemia y el cierre al público por un año entero entristecieron a Oscar. “Él mismo te decía que no le gustaba ver el lugar sin gente. Cuando retomamos la atención en el salón cambió la cosa. Siempre fue de charlar con los clientes, era una persona muy sociable con tremendo corazón”, lo recordó su nieta al hablar con LA NACIÓN.Una participante del primer Gran Hermano se lanza a la políticaPero un domingo a la noche se despidió y le dijo adiós a su parrilla, a su familia y a sus comensales. Oscar “el entrerriano” Bopp murió a los 76 años y el pasado jueves 5 de agosto, por primera vez desde hacía 36 años, Los Talas abrió sin su querido fundador detrás de la barra. Los clientes lo recuerdan con una sonrisa y la familia lo tiene más presente que nunca. Sin embargo, al asado de todos los domingos le va a costar acostumbrarse a su ausencia.

Fuente: La Nación

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Luego de la polémica desatada por la compra de 10 mil penes de madera pulida para la enseñanza de la educación sexual, se confirmó en las últimas horas que la licitación fracasó. “Todas las ofertas fueron fracasadas”, se publicó en la plataforma Compr.ar.Según se dio a conocer en la plataforma de compras del Gobierno fueron analizadas las ofertas de las firmas BuhL S.A, Marketing Dimension S.A, Melenzane S.A y Carlos Esteban Nielsen.El 24 de junio, Sandra Marcela Tirado, secretaria de Acceso a la Salud de la Nación, dio luz verde a un pedido de la Dirección de respuesta al VIH, ITS, hepatitis virales y tuberculosis para comprar 10.000 penes de madera pulida. El pedido, con un presupuesto de $13.371.100, también incluye dispensers de preservativos y maletines de color turquesa.Noticia en desarrollo

Fuente: La Nación

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MEMPHIS, Tennessee EEUU (AP) — Harris English tiró el viernes una ronda de 65 golpes, cinco abajo de par, en el TPC Southwind para mantenerse en el liderato del FedEx St. Jude Invitacional.English aguantó los embates de Cameron Smith y del mexicano Abraham Ancer para mantenerse en la cima con un total de 127 golpes, 13 bajo par.Smith consiguió una ronda de 62, en la que requirió solamente de 18 putts. Empató así el récord de la Gira de la PGA para la menor cantidad de putts en una jornada.Ancer completó su recorrido sin bogeys, también con 62 golpes. Fue su 14ta ronda de la temporada libre de bogeys, para liderar en el tour.Smith y Ancer están a dos golpes de distancia.Ian Poulter (66), Scottie Scheffler (65) y Sam Burns (64) terminaron 10 bajo par; Louis Oosthuizen (64) y Bryson DeChambeau (66) se ubicaron en nueve bajo par. DeChambeau no pudo estar la semana pasada en los Juegos Olímpicos de Tokio debido a un positivo a COVID-19.English abrió el torneo del World Golf Championships el jueves con 62 golpes para igualar su score más bajo en la PGA y entró a la segunda ronda con una ventaja de dos golpes sobre un cuarteto que incluía a Poulter.“He estado jugando realmente sólido. Cuando fallé los greens, siento que mi juego corto ha estado a punto. Y siento que estoy fino con el putt”, dijo English.Con 48 de los 50 mejores golfistas del mundo en un torneo de 66 jugadores, English no se puede darse el lujo de relajarse con la forma en la que se han desarrollado las dos primeras rondas.Ancer tuvo un juego sólido con los fierros para tirar una ronda de 62. Cada uno de sus ocho birdies fue a una distancia de 17 pies.“Estoy muy contento de cómo impacté la pelota. Mis hierros largos fueron certeros”, dijo Ancer.El mexicano inició la ronda a cinco golpes de distancia de English, pero atacó temprano. Tiró birdies en cuatro de los primeros siete hoyos para ponerse 10 bajo par. Agregó cuatro birdies más en los últimos nueve hoyos.Las 14 rondas libres de bogey que lleva en la temporada son una muestra de su consistencia.“Mi objetivo es siempre terminar libre de bogeys cuando salgo al campo. Me ayuda a simplificar cada hoyo. Simplemente alcanzar los greens es el principal objetivo y de ahí, enfocarme, obviamente en mi putt. Pero estoy contento de haber tirado una ronda como esta aquí. Es un campo muy demandante”.

Fuente: La Nación

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Por Chris GallagherSAPPORO, Japón, 7 ago (Reuters) – La keniana Peres
Jepchircir ganó el maratón olímpico femenino en Sapporo el
sábado, y se llevó la segunda medalla de oro consecutiva del
país en el evento.Su compatriota Brigid Kosgei se llevó la plata y Molly
Seidel de Estados Unidos obtuvo el bronce.Las kenianas Brigid Kosgei, poseedora del récord mundial, y
la campeona mundial Ruth Chepngetich eran las favoritas para
ganar el sábado.Pero fue la dos veces campeona mundial de medio maratón,
Jepchirchir, quien se impuso después de romper un virtual empate
con Kosgei en la marca de los 40 kilómetros.Jepchircir terminó con un tiempo de 2 horas, 27 minutos y 20
segundos, 16 segundos por delante de Kosgei.Seidel, compitiendo en solo su tercer maratón después de
avanzar desde distancias más cortas, llegó 26 segundos por
detrás.Luchando contra condiciones cálidas y húmedas, Chepngetich
se retiró alrededor de la marca de los 30 kilómetros, mientras
que Lonah Chemtai Salpeter de Israel se retiró en la etapa de
los 38 kilómetros después de parecer una fuerte aspirante al
bronce.
(Reporte de Chris Gallagher, Editado en Español por Manuel
Farías)

Fuente: La Nación

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Treinta y siete años de vida, veinticinco de carrera. Muy chico, Abel Pintos empezó a transitar el camino de la música acompañado de crecientes multitudes. Tiene por detrás, trece álbumes publicados con sus canciones, muchas de ellas, verdaderos hits que han trascendido las fronteras. Y tiene por delante, en octubre, dos megaconciertos en el Movistar Arena, en los que cantará especialmente temas de su último disco, El amor en mi vida. “No me siento a escribir canciones -dijo-, eso no puede programarse. El pulso de escribir una canción no lo elijo.”El exitoso cantautor, que durante las restricciones más severas por la pandemia, realizó un streaming desde la Usina del Arte, al que se conectaron 35 mil personas, recibió al programa Hablemos de otra cosa, de LN+.Se trató de una emisión muy especial porque además de contarle a Pablo Sirvén cómo sus emociones más íntimas se transforman en temas musicales, y luego en rotundos éxitos, la conversación se alternó con sus videoclips más aclamados e, inclusive, con un saludo muy afectuoso de su “descubridor”, Raúl Lavié.“Para un músico -comentó-, todas sus canciones son un hit. Por eso uno invierte tanto tiempo y energía por igual. Siempre sigo dejando que cada canción haga su propio recorrido. Me gusta la idea de ir detrás de mis canciones y no de estar yo teniendo que arrastrarlas hacia algún lugar. Me gusta recorrer el camino que la canción va haciendo”. Y agregó: “He tenido la bendición que mi música se convierta en algo muy popular y compartido con mucha gente. Pero la música sigue siendo para mí un viaje interno, mi mejor manera de expresar mis emociones”.Abel, que inició su carrera cuando era un niño, fue acompañando con naturalidad las inmensas transformaciones que desde entonces sacuden al sector discográfico. “La industria de la música es muy dinámica, siempre se está reinventando. He visto muchos cambios. Mi primer disco se editó solo en cassette porque hacerlo en CD era muy caro todavía. Edité mi primer disco a los 13 años”, rememora.El paso de Abel Pintos por Hablemos de otra cosa también coincidió con un momento muy luminoso de su vida personal: fue padre hace unos meses, el mes próximo se casará con Mora Calabrese y hace poco decidió radicarse en Resistencia, Chaco. “En agosto lo decidimos -cuenta-, faltaban dos meses para que naciera Agustín. Vivíamos en Pilar y estábamos lejos de las dos familias [la de Abel vive en Bahía Blanca y la de Mora, en la capital chaqueña]. No teníamos a nadie realmente cerca. Me di cuenta de que me sentaba muy bien estar en esa ciudad. Enseguida sentí a Resistencia como un hogar para mí y voy armando mis pequeñas rutinas”. Reveló que le gusta desayunar escuchando algún tema folclórico.Abel Pintos también comentó que empezó a producir a otros artistas y que tiene ganas de volcar parte de su creatividad en un libro.Hablemos de otra cosa se emite todos los viernes, a las 23, por LN+.

Fuente: La Nación

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La frase se repite hasta el infinito en la propaganda oficial: “Estamos saliendo”. El gobierno de Alberto Fernández le ofrece a una sociedad angustiada por el encierro, la debacle económica y la falta de oportunidades el relato de una recuperación inminente.Incapaz de transformar la realidad, se resigna a operar en el terreno de las sensaciones. La consigna es dosificar un anuncio por semana que sostenga la idea de que se enciende una luz de esperanza. La vieja carta del consumo: créditos baratos para comprar ropa y electrodomésticos, rebaja de impuestos para la clase media, paritarias liberadas con aumento anticipados, bonos a beneficiarios de subsidios y jubilaciones, precios congelados.Las primeras encuestas electorales no favorecen al kirchnerismoLa máquina de imprimir billetes trabaja a destajo para cumplir el sueño de bonanza en un país que vive desde hace demasiado tiempo al borde de la quiebra. El ministro de Economía, Martín Guzmán, acomodó sus metas y se empeña a desplegar acciones para contener la inflación en un nivel manejable.Le cuesta sudor y lágrimas. En los últimos días salió al mercado a buscar 233.000 millones de pesos y consiguió el 62%. En paralelo, un decreto del Poder Ejecutivo amplió el presupuesto en 710.000 millones de pesos para atender la demanda del gasto público. La brecha entre los dólares paralelos y el oficial sigue creciendo, por mucho que se empeñe el equipo económico en diseñar medidas para reforzar los múltiples cepos vigentes. “No vamos a devaluar”, llegó a decir la vicejefa de Gabinete, Cecilia Todesca. Una frase que despierta escozor en cualquier argentino con memoria financiera.El coronavirus añade una complejidad adicional a un cuadro de por sí dramático. La variante delta es un electrón loco, que nadie puede imaginar cómo va a golpear cuando empiece su circulación comunitaria. La idea de un septiembre sin barbijos ni restricciones, a tiempo para las elecciones primarias, quedó convertida en un ruego a los dioses. Pero la urgencia de la campaña precipitó el anuncio de las “aperturas cuidadas” que Fernández y sus ministros hicieron el viernes. Ya se verá cuánto se puede cumplir la promesa de “volver a la vida que queremos”.El Gobierno paga cara el precio del diseño fallido del plan de vacunación, demasiado volcado a un productor, el Instituto Gamaleya, que no cumplió con la provisión de segundas dosis. La desprotección de una porción enorme de la población, en gran medida mayores de 60 años, podría obligar a nuevos confinamientos en las semanas críticas del calendario electoral. A la angustia sanitaria, se le agrega otra inyección de incertidumbre económica.Guzmán trata de tranquilizar. Anuncia que no habrá plan de shock contra la inflación y que el dólar oficial seguirá quieto. El Presidente promete inversiones y trabajo, aunque el empleo formal no se recupera ni con el leve repunte de la actividad en comparación con el año de la cuarentena y la pobreza se agrava hasta niveles lacerantes. La negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) pasa para después de las elecciones. Se decidió, eso sí, pagarle los vencimientos de este año con los fondos que el propio organismo girará a sus socios para fomentar el despegue de la economía global.Martín Guzmán, en busca de equilibrios complejos“Tráiganme el nombre del funcionario y lo echo inmediatamente”, dijo Alberto Fernández sobre los contratos al empresario taiwanésAsí, postergando decisiones relevantes y poniendo algo de plata en los bolsillos, el gobierno de Alberto Fernández va construyendo minuciosamente una bomba de tiempo para sí mismo.El economista Emmanuel Álvarez Agis, exviceministro de Axel Kicillof en la gestión de Cristina Kirchner, definió el problema de manera brutal: “Vamos a usar billetes de 1000 pesos para empapelar paredes”. Se refería a la urgencia de pensar en un plan para frenar la devaluación del peso y recrear el ahorro.La gran incógnita que se cristaliza en el ambiente político y empresarial es si el Gobierno tiene o no la vocación de reacomodar las piezas después de las elecciones de noviembre, cuando el polvo barrido debajo de la alfombra resulte inocultable y con el FMI a la espera de una negociación de verdad por las pesadísimas cuotas que vencen del préstamo que tomó Mauricio Macri.Cristina Kirchner, en el lanzamiento de los candidatos del Frente de Todos, en EscobarEn el oficialismo las aguas están divididas y no está claro qué elenco tomará las riendas después de las elecciones. ¿Ganará autonomía Alberto Fernández, se concretará la intervención de Cristina Kirchner en la gestión económica o el peronismo unido seguirá cruzado por las internas paralizantes?Una novedad es que quienes conocen y tratan a Cristina Kirchner intentan transmitir una expectativa de racionalidad. Recuerdan que en el pasado ya hizo ajustes silenciosos y actuó como buena pagadora: “Usa el manual de Néstor. La historia de ellos es acelerar hasta que llegan a la pared. Ahí frenan”.

Fuente: La Nación

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CHICAGO (AP) — Brian Goodwin inauguró el décimo capítulo con un cuadrangular de dos carreras, y los Medias Blancas de Chicago se impusieron el viernes 8-6 a los Cachorros de la misma ciudad en el Wrigley Field.Los Medias Blancas se reagruparon después de que Craig Kimbrel dilapidó una ventaja de tres carreras frente a su equipo anterior, que ahora está desmantelado tras una serie de canjes.Goodwin, quien sustituyó al dominicano Eloy Jiménez en los senderos durante el sexto inning, rompió el empate 4-4 con un batazo entre el jardín derecho y el central ante el mexicano Manuel Rodríguez (0-2).Gavin Sheets y Tim Anderson añadieron sendos sencillos productores para colocar la pizarra 8-4.Los Cachorros se acercaron en la parte baja del inning, merced a un garrotazo de dos carreras de Frank Schwindel ante Garrett Crochet. Sin embargo, el zurdo retiró a sus siguientes tres adversarios.Liam Hendriks (6-2) sacó cuatro outs como relevista, ponchando a sus cuatro rivales. Los Medias Blancas lograron el triunfo luego de perder nueve de 14 duelos.Y siguen liderando la División Central de la Liga Americana.Por los Medias Blancas, los cubanos José Abreu de 5-2 con dos anotadas, Yoán Moncada de 4-1 con una anotada. Los dominicanos Jiménez de 3-1, Leury García de 1-0. El venezolano César Hernández de 3-1 con una anotada y dos producidas.Por los Cachorros, los venezolanos Rafael Ortega de 2-1, Robinson Chirinos de 3-1, Willson Contreras de 1-0. El dominicano Sandy Alcántara de 3-0.

Fuente: La Nación

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