El impacto fue tan grande que Alberto Fernández rompió la costumbre de dilatar decisiones y resolvió acelerar el proceso con la intención de empezar a darle un cierre a la crisis política que lo acorrala desde hace tres semanas.Con la difusión de los videos de la fiesta clandestina en la residencia de Olivos, el Presidente empezó a cumplir la orden de poner orden que le dio Cristina Kirchner.También el escándalo anticipó tiempos, discusiones y definiciones que se esperaban para después de las elecciones. Otra forma de empezar a poner orden. Adelantó o clausuró por un buen tiempo los debates sobre los equilibrios de poder interno de la coalición gobernante con miras a los dos últimos años de mandato.La foto que teme Cristina KirchnerEl reto, el mandato o el consejo (como se quiera interpretar) que la vicepresidenta le dio a Fernández expuso una realidad que ni el más albertista desconoce ni niega. El Presidente es hoy mucho más débil o más dependiente del poder de Cristina Kirchner de lo que era y creía ser tras el cierre de listas para las PASO. Larga pausa para varias ensoñaciones poselectorales del albertismo.El abroquelamiento del oficialismo, que sirvió de refugio a Fernández en el momento personal más difícil de su presidencia, no es ni será gratis. La dirigencia mayoritaria del peronismo volvió a dar una muestra de que sigue reunificada en el artefacto electoral creado en 2019, lo que no implica que esté unida más allá de la necesidad de autopreservación.La diferencia respecto de hace dos años es que ahora se invirtieron los términos de una relación que siempre fue asimétrica. Hoy Cristina debe salir al rescate de Alberto para intentar ganar una elección. El valor relativo de Fernández es menor que el que tenía en 2019. Notable reversión, por no decir fracaso, en el proceso de construcción de autoridad y poder. Hasta hace nada, el Presidente superaba cómodamente en imagen neta a la vicepresidenta. Pero ya se sabe que la imagen no siempre tiene correlación directa con los votos.Todavía faltan mediciones confiables, no alteradas por el pico de atención que tuvo el Olivosgate, para saber cuál es el efecto del escándalo sobre la figura de Fernández. No obstante, hay un dato para tener en cuenta: el punto más elevado de su popularidad se dio en el primer cuatrimestre pandémico, cuando se dispuso a interpretar los roles del presidente, que se hace cargo y actúa ante la emergencia; el del profesor, que explica decisiones dolorosas, y el del padre, que cuida y protege.La publicidad de las imágenes de la fiesta de Olivos golpeó de lleno sobre esa construcción. Puso en evidencia que Fernández, su pareja y sus amigos violaban las órdenes, las explicaciones y los consejos del presidente, el profesor y el padre mientras la mayoría de los argentinos los acataba aun pagando altos costos en múltiples dimensiones.Aquellas negativas emociones y vivencias de la dura cuarentena, que la memoria selectiva venía atenuando, volvieron a ser presente en millones de personas. A las imágenes se les sumó un agravante: la línea argumental de los discursos justificatorios vino a confirmar la enorme distancia que existe entre lo que se impone desde el poder, lo que se hace allí y lo que desde ahí se oculta.El argumento esgrimido por Fernández y sus voceros de que él es y actúa como un hombre común y que no reaccionó cuando llegó a la fiesta de su pareja porque estaba acostumbrado a estar rodeado de gente expone, como mínimo, un agraviante desconocimiento de lo que padecían en la Argentina de entonces las mujeres, los hombres, las niñas y los niños comunes.Las encuestas revelarán lo que ellos sienten ahora. Nadie sabe todavía si también se reflejará en las próximas elecciones o si primarán otras motivaciones. Los sondeos muestran que hasta ahora los únicos que decidieron su voto son los que integran el núcleo duro de adherentes. Recientes encuestas que consumen el oficialismo y la oposición muestran que más de la mitad de los encuestados dicen que todavía no decidieron a quién votarán. O si votarán.Unidad en modo electoralAnte el abrupto cambio de contexto y frente al interrogante electoral que carcome al oficialismo, hasta el propio Fernández se vio obligado a interpretar una estrategia discursiva de campaña que lejos está de potenciar su rol y reivindicar su performance presidencial. Reducción de daños, podría titularse.Todos los esfuerzos del frentetodismo están puestos en correr de la opción electoral el plebiscito a la gestión. La marca va por encima de candidatos y dirigentes. El todo más que las partes y, especialmente, mucho más que la cúpula de ese edificio.Esa es la línea que marcó el tono y el fondo de la sucesión de actos proselitistas de los últimos seis días. Los principales oradores optaron por achacar casi todos los males al macrismo y a la pandemia (dos pestes), admitir algunos pocos errores, reconocer que queda mucho por hacer, reivindicar ciertas políticas y, sobre todo, publicitar leyes aprobadas por el Congreso. Allí el poder y los méritos son de Cristina Kirchner, Sergio Massa y Máximo Kirchner. Cada uno cuida su jardín con la excusa de que mejora el barrio de todos.El modo electoral con el que se asordinan las diferencias y se posdatan las facturas internas obliga a unificar discursos aun a costa de agravar preocupaciones. La flamante dureza de Fernández respecto del Fondo Monetario es un caso notorio. El contraste con las expresiones recientes escuchadas por los enviados de Joe Biden que lo visitaron es congruente con el hilo argumental que vienen desplegando Cristina y Máximo Kirchner.Tragedia: murió un reconocido surfista marplatense mientras corría olas en una playa de MéxicoFuentes del oficialismo sostienen que ese cambio es la táctica del tero y que el acuerdo con el FMI sigue estando al caer para después de las elecciones.No obstante, los oficialistas más entusiasmados con lo que habría dejado la visita de los funcionarios norteamericanos están en alerta y se lamentan más que nadie por el estallido del Olivosgate.“Estábamos en el mejor momento: los índices de aprobación del Presidente y del gobierno, en pleno ascenso; la economía, en recuperación sostenida; la unidad, restablecida tras el cierre de listas; la relación con Estados Unidos, encarrilada como nunca, y Alberto, empoderado y decidido a conducir con su impronta la segunda parte de su mandato. Justo ahí vino a explotar lo de las fotos”, recitan en el entorno presidencial. Algún malpensado podría interpretar que el lamento se confunde con la confesión de una sospecha.Las suspicacias crecen cuando se escucha afirmar la convicción que tienen algunos dirigentes de que el escándalo tendrá menos efectos nocivos para afuera que para adentro. Es decir, menos consecuencias electorales que daño a la figura de Fernández en la disputa por el poder interno. La jefa es la jefa y la única verdad es la realidad.Al margen de las encuestas, hay un dato que cuenta para justificar ese optimismo. La base de apoyo al peronismo (en sus distintas versiones) muestra apenas movimientos marginales desde hace ya mucho tiempo. Un agudo trabajo del sociólogo y consultor Luis Costa muestra la estabilidad de las preferencias en el conurbano, estratificadas por nivel socioeconómico. El apoyo al panperonismo de los sectores más desfavorecidos ha sido mayoritario y sostenido en el tiempo. La consistencia es férrea. Y ya se sabe que la situación económica no ha mejorado.Además, la principal fuerza opositora ya dejó de ser novedad y tiene un pasado en el gobierno que quedó en rojo en materia económica. Por eso, también los frentetodistas están convencidos de que las fugas de votos blandos disconformes con la gestión y enojados con Fernández no irán para los cambiemitas.El Gobierno se prepara para oficializar el embarazo de Fabiola YañezPor eso, si sus deseos triunfalistas se cumplieran, aunque sea muy ajustadamente, el discurso que está en elaboración en Balcarce 50 dirá en la noche de la elección que se trata de una gran victoria, ya que en medio de la pandemia ningún oficialismo pudo ganar. No importará si ganan por unos pocos puntos, si la oposición recorta la distancia respecto de 2019 y, ni siquiera, si el oficialismo pierde bancas en el Congreso.No hay dudas de que los tiempos se están adelantando mucho y que el Gobierno está desesperado por cerrar el escándalo del Olivosgate. Falta poco para saber si, en verdad, algo nuevo se está gestando y si Fernández encuentra nuevos motivos para festejar. Al margen de las puestas en escenas de ocasión, que pueden terminar resultando embarazosas.

Fuente: La Nación

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Es probable que la discusión sobre los pedidos de juicio político a Alberto Fernández por la escandalosa violación de las normas de riguroso aislamiento en la propia residencia presidencial de Olivos termine convirtiéndose en una cuestión abstracta, ante la imposibilidad de que la Cámara de Diputados reúna los dos tercios de votos necesarios para impulsar el enjuiciamiento. No obstante, resulta innegable que existen condiciones objetivas para que el juicio político se lleve a cabo, que exceden la fiesta clandestina en la quinta presidencial en momentos en que regía una estricta cuarentena.De acuerdo con la Constitución nacional, el presidente de la República puede ser acusado por la Cámara de Diputados ante el Senado por mal desempeño o por delito en el ejercicio de sus funciones. Ambas causales aparecen debidamente fundadas en el caso que nos ocupa. Definir el mal desempeño es siempre algo complejo. Sin embargo, el incumplimiento por parte del primer mandatario de las normativas que él mismo instituyó mediante decretos de necesidad y urgencia para hacer frente a la pandemia de Covid es un claro ejemplo de mal desempeño.En el mismo sentido, es preciso recordar que el artículo 248 del Código Penal contempla prisión de un mes a dos años para aquel funcionario que “no ejecutare las leyes cuyo cumplimiento le incumbiere”, al tiempo que su artículo 205 reprime con prisión de seis meses a dos años a quien “violare medidas adoptadas por las autoridades competentes para impedir la introducción o propagación de una epidemia”. No pocos ciudadanos se encuentran hoy procesados o han sido multados por la presunta comisión de este último delito.Más allá de las pruebas que aportan las imágenes del festejo de cumpleaños de Fabiola Yáñez el 14 de julio de 2020, la confesión de Alberto Fernández fue reveladora. Lo que el mandatario calificó de error constituye, en rigor, la violación de una medida que él mismo dictó: un delito.No es tampoco un asunto menor la violación del principio de igualdad ante la ley por parte del Presidente, en tanto él, su pareja y un grupo de personas se colocaron por encima de la ley para participar de un festejo en momentos en que las reuniones sociales estaban prohibidas para millones de argentinos, que se vieron privados de verse con sus seres queridos o incluso de darles el último adiós.Habría, además, numerosas razones para esgrimir mal desempeño del jefe del Estado. El turbio manejo o la incompetencia en la compra de vacunas, por caprichos ideológicos, cuando no por mera corrupción, y que provocó tantas muertes que podrían haberse evitado, no deja de ser otra causal de mal desempeño. Ni qué hablar de la vocación por arrogarse funciones judiciales o directamente presionar por una reforma.Por encima de las cuestiones asociadas a la gestión de las políticas públicas, hay que tener en cuenta que un juicio político es un juicio moral. Y lo que, en ningún caso, puede perderse de vista es que el Presidente no solo violó normas que él mismo impuso a la ciudadanía, sino que llegó a calificar de “idiotas” y de “vivos” a quienes no las respetaban. En un derroche de histrionismo, el primer mandatario mintió reiterada y descaradamente a todos los argentinos.No solo ha quedado devaluado el principio de ejemplaridad que debe cultivar un jefe de Estado, sino que el valor de su palabra volvió a caer demolido. Durante el mensaje que pronunció el viernes último en Olavarría, en el que Alberto Fernández no pidió perdón expreso por lo sucedido, afirmó que, desde su gobierno, nunca se había ocultado nada y destacó, además, que no se consideraba “careta”. Siguió escondiendo.Pocas horas antes de que se conociera, a través de LN+, la primera foto de la fiesta clandestina en Olivos, el Presidente había concedido una entrevista al programa Caja negra, que se emite por YouTube, en la que enfatizó que “no había tales reuniones”. Contundente: volvió a mentir.Supuestamente avezado en cuestiones de género, la falta de caballerosidad hacia su compañera expuesta en sus pocas creíbles palabras bien valdría un párrafo aparte. En los Estados Unidos, las mentiras de los presidentes fueron los principales hechos desencadenantes de procesos de juicio político. Entre nosotros, con una institucionalidad subvertida y una independencia de poderes en crisis, mentiras de grueso calibre desde el vértice del poder solo refieren al nivel de impunidad con que se manejan nuestros gobernantes, riéndose de una ciudadanía a la que ya nada sorprende.Podrán discutirse la oportunidad del juicio político y su conveniencia, teniendo en cuenta que la destitución de Alberto Fernández podría derivar en un mal mayor, como han señalado algunos dirigentes de Juntos por el Cambio. Habrá también quienes entienden que sería más conveniente que el verdadero poder abandone las sombras y tome las riendas en un escenario crítico. Lo que nadie osaría poner en duda es que realmente sobran razones para enjuiciar a quien exhibe ostensibles faltas de idoneidad moral.

Fuente: La Nación

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NUEVA YORK (AP) — El primer bate Luke Voit conectó un doblete de dos carreras durante un ataque de cuatro anotaciones en el tercer inning, y los ascendentes Yanquis de Nueva York se impusieron el jueves 7-5 a los Mellizos de Minnesota.Nueva York hilvanó su séptima victoria, la mejor racha que ha tenido en la temporada.Por tercera vez en el año, Voit alineó de inicio como primer bate. Funge como bateador designado, ahora que el equipo ha optado por colocar a Giancarlo Stanton en el jardín.Dio a los Yanquis la ventaja por 3-0 mediante un doble por la raya del jardín izquierdo frente a John Gant (0-1), y anotó en un elevado de sacrificio de Anthony Rizzo, su reemplazo en la inicial.El hit clave de Voit llegó dos noches después de que remolcó las carreras decisivas en una barrida sobre Boston durante una doble cartelera. Voit consideró entonces que merecía jugar, tanto como Rizzo.Luego de anotar la cuarta carrera de Nueva York con un elevado de sacrificio de Rizzo, Voit aplaudió al llegar al plato.Kyle Higashioka disparó un cuadrangular y comenzó el racimo de cuatro carreras bateando un doble productor. Esos dos hits empujaron a Andrew Velázquez, originario del Bronx, quien sumó dos imparables y se robó una base —el 30mo hurto de Nueva York desde la pausa por el Juego de Estrellas.Jameson Taillon (8-4) logró su séptimo triunfo consecutivo.Por los Mellizos, los dominicanos Jorge Polanco de 4-3 con tres impulsadas, Miguel Sanó de 4-1 con una anotada y una empujada. El venezolano Luis Arráez de 4-0.Por los Yanquis, el venezolano Rougned Odor de 4-0.

Fuente: La Nación

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TOKIO (AP) — La agencia espacial de Japón planea traer muestras de la superficie de Marte antes que las misiones de Estados Unidos y China que operan actualmente en el planeta rojo, con la esperanza de descubrir pistas sobre el origen del planeta y rastros de posible vida.La Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón (JAXA) planea enviar un explorador en 2024 a Fobos, una de las dos lunas de Marte, para recolectar 10 gramos (0,35 onzas) de suelo y traerlo de regreso a la Tierra en 2029.El rápido viaje de regreso pondría a Japón por delante de Estados Unidos y de China en cuanto a la obtención de muestras de la región marciana a pesar de iniciar su misión varios años después, indicó el director de proyecto, Yasuhiro Kawakatsu, en una conferencia de prensa el jueves.La sonda Perseverance de la NASA opera en un cráter de Marte en donde habrá de recolectar 31 muestras que deben ser traídas de regreso a la Tierra con la ayuda de la Agencia Espacial Europea en 2031. China logró posar una sonda sobre suelo marciano en mayo y planea traer sus muestras para 2030.Los científicos de JAXA creen que el 0,1% del suelo superficial de Fobos proviene de Marte, y 10 gramos podrían contener alrededor de 30 gránulos, dependiendo de la consistencia del suelo, dijo Kawakatsu.Tomohiro Usui, profesor en el Instituto de Ciencias Espaciales y Astronáuticas, dijo que es posible que el suelo de Fobos sea una mezcla de material propio y material de Marte que llegó al satélite por las tormentas de arena. Recolectar muestras de distintos puntos de Fobos podría proporcionar una mayor posibilidad de obtener potenciales rastros de vida en Marte que con muestras de un solo lugar en Marte, aseguró.Cualquier forma de vida que hubiera podido llegar procedente de Marte habría muerto debido a las intensas radiaciones solares y cósmicas en Fobos, indicaron los científicos. Las misiones de la NASA y la Agencia Espacial Europea se enfocan en posibles formas de vida y evolución en el área del cráter Jezero, el cual se cree que solía ser un lago.Al analizar las muestras de Fobos que incluyan material de Marte, los científicos esperan conocer sobre la evolución de la biósfera marciana, indicó Usui.Aseguró que la investigación japonesa en Fobos y las muestras de la NASA sobre puntos específicos del cráter en Marte pueden complementarse entre sí y brindar respuestas a preguntas sobre cómo es que la vida en Marte, en caso de existir, emergió y evolucionó en tiempo y lugar.En diciembre pasado, la sonda Hayabusa2 de la JAXA trajo de regreso más de 5 gramos (0,19 onzas) de muestras de la superficie del asteroide Ryugu, ubicado a más de 300 millones de kilómetros (190 millones de millas) de la Tierra, en lo que fue el primer regreso exitoso de muestras de un asteroide.

Fuente: La Nación

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En medio de la polémica por el festejo de cumpleaños de Fabiola Yañez en Olivos cuando había cuarentena estricta, el juez federal de San Isidro, Lino Mirabelli, desestimó una denuncia contra Alberto Fernández, la propia Yañez y los Moyano, por otro encuentro similar durante la cuarentena en la residencia presidencial.La denuncia había sido realizada por Yamil Santoro, de Republicanos Unidos, pero Mirabelli, que subroga a Arroyo Salgado, la desestimó por considerar que los Moyano fueron a una visita por temas del gremio y no por una cuestión social, según contó Luis Majul en +Voces, por LN+.El encuentro de la polémica ocurrió hace un año, cuando regía la cuarentena por el coronavirus. En la foto se ve a la pareja presidencial y a la familia de Moyano, con Hugo y su hijo Jerónimo y la esposa de Hugo, Liliana Zulet.Difundieron los videos del cumpleaños de Fabiola Yañez en Olivos: los mostró un medio kirchnerista y la TV PúblicaSegún fuentes cercanas al oficialismo, el encuentro habría incluido un asado y habría durado varias horas. Pero Mirabelli consideró que no hubo delito. El juez estaba subrogando a Sandra Arroyo Salgado.Por estas horas, el juez federal Sebastián Casanello tiene en su juzgado una causa en la que investiga si hubo delito en el cumpleaños de la primera dama, sobre todo, tras la difusión de la foto y los videos en las que se puede ver el festejo en la residencia presidencial sin distanciamiento ni protocolos y con más de una decena de personas en plena cuarentena estricta.Fue en julio de 2020. Los primeros cruces se dieron, sin embargo, por la revelación de las planillas con las visitas a la quinta presidencial, que incluía nombres de empresarios, figuras del espectáculo y periodistas.La investigación fue impulsada por esta agrupación de Yamil Santoro. El fiscal Ramiro González pidió medidas de prueba, como documentación de la Casa Militar.

Fuente: La Nación

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El festejo del cumpleaños de Fabiola Yánez en la Quinta de Olivos que violó las restricciones impuestas a las reuniones sociales por su pareja, Alberto Fernández, vuelve relevante un hecho anterior a ese escándalo que pudo pasar desapercibido para la mayoría, pero no para el Presidente. El 8 de agosto, Facundo Moyano difundió en las redes su renuncia al cargo de diputado nacional antes de cumplir la segunda mitad de su mandato. Ni la gravedad del escándalo que envuelve al gobierno evitó que Fernández se ocupara de prestarle atención a este asunto.Facundo integra el clan familiar liderado por Hugo Moyano. Eje de un emporio empresarial cuya expansión y supervivencia está ligada a su capacidad de incidir en las decisiones del Estado. Una relación sobre la que edificó una trama de poder donde se entremezcla y sobresalen, entre otros, sus vínculos con el sindicato de Camioneros, el club Atlético Independiente y la Asociación del Fútbol Argentino (AFA).Esa acumulación lo volvió un aliado atractivo para Fernández, urgido de contrapesar la influencia de Cristina en el oficialismo por una simple contraposición de intereses. Moyano y la vicepresidenta se llevan mal desde el 16 de octubre de 2010. Ese día, en un acto sindical en la cancha de River, Moyano instó a que un trabajador llegue a la presidencia. La entonces presidenta recogió el guante. Le respondió que ella lo era.La muerte de Néstor Kirchner 10 días después fue determinante para el alejamiento de los Moyano del gobierno. ¿Fernández teme que la historia vuelva a repetirse? Es la especulación de los sindicalistas que controlan la CGT. Le endilgan a Hugo la renuncia de su hijo y la autoría intelectual de la carta con la que fundamentó esa decisión: un glosario contra Cristina. Pero que tendría por destinatario a Fernández por sus aparentes promesas incumplidas. Según parece, prontas a convertirse en otro mal recuerdo.Aún con el estallido de la crisis este fin de semana, el Presidente se hizo representar por la Primera Dama en la celebración del Día del Niño que Liliana Zulet organizó el viernes pasado en el club Independiente de Avellaneda, donde repartieron juguetes durante cuatro horas. Zulet es titular de algunas de las empresas del clan y la esposa de Hugo Moyano. No fue la primera vez que compartieron una larga reunión social. El 22 de agosto de 2020 estuvieron en un almuerzo en Olivos con el presidente, Hugo Moyano y su hijo menor, Jerónimo.A la sobremesa de seis horas se sumó Wado de Pedro. La presencia del ministro de Interior fue asociada a la investigación de la Justicia bonaerense a Pablo Moyano por supuesta asociación ilícita con barras de Independiente. Los denominados Gordos aseguran que ese tema mantiene muy inquieto a Hugo. El fiscal Sebastián Scalera apeló el sobreseimiento a Pablo de la jueza Brenda Madrid en esa causa. La Cámara de Garantías de Lomas de Zamora no se expidió sobre el pedido de Scalera que denunció por coacción a Daniel Llermanos y Víctor Hortel.Los abogados están acusados de intentar que el barra Damián Lagaronne altere su testimonio para beneficiar al hijo de Moyano. Hugo tiene en él al principal escollo para contratar otra defensa. Ningún estudio jurídico de prestigio desearía lidiar con Pablo. Un alivio ambiguo para Llermanos: el 30 de agosto prestará indagatoria por la denuncia de Scalera.Las fotos de aquel encuentro familiar en Olivos también dieron que hablar por incumplir con el protocolo preventivo. Pero no en el grado del agasajo a Yáñez de un mes antes. La carta de Facundo refleja el cambio de contexto un año después. “No podemos conformarnos con un índice de pobreza de más del 40 % y una informalidad laboral del 50 %, en un mercado que no genera empleo formal hace más de diez años.”Pero es el segundo párrafo el que expresa mejor la causa de su dimisión. Cita los cientos de proyecto presentados para proteger y “mejorar la seguridad vial.” En julio propuso estatizar los peajes y el mantenimiento de las autopistas Panamericana y del Oeste y que el 7 por ciento de las acciones sean propiedad del sindicato de trabajadores del Peaje (Sutpa). Un proselitismo que combinaría campaña e inversiones.Facundo desea recuperar la secretaría general del Sutba aprovechando el aparente viento de cola que soplaría en el gobierno contra Mauricio Macri: los Moyano estarían persuadidos que la familia del expresidente mantiene vínculos con esas concesiones. Pese a las gestiones del presidente y de Sergio Massa para que Facundo revea su decisión, el gobierno no acompañó esa iniciativa. Más que en defensa de Macri, para no incordiar a Gerardo Martínez, titular de la Uocra. Los empleados de mantenimiento en las autopistas son afiliados a ese gremio, alineado con los Gordos. Allí se festeja lo que podría ser el primer paso del distanciamiento entre el gobierno y el clan. Un motivo de alegría en la desgracia. Moyano se sumaría a su desencanto con el Presidente. Esperaban que frene a Cristina. Tal vez por eso se animen a difundir el diagnóstico del camionero: una derrota del oficialismo en las urnas.Aunque podría tratarse de una expresión emotiva. A Moyano le disgustó que no se incluya a su hijo homónimo entre los candidatos a diputado nacional por la Corriente Federal de los Trabajadores que lideran. Camioneros, Smata y la Asociación Bancaria (AB). Cristina eligió para eso a Sergio Palazzo, titular de la AB. Lo que habría desencadenado la orden a Facundo de renunciar a su banca. Además del trato preferencial que el Presidente le daría a otros aliados. Como Enrique “Pepe” Albistur. Su empresa Wall Street es citada como la segura ganadora de la licitación que debe resolver el Concejo Deliberante en Mar del Plata para concesionar por diez años la provisión de mobiliario urbano con explotación publicitaria: los refugios en las paradas de ómnibus con pantallas donde pueden exhibirse campañas con afiches.Una habladuría basada en la estrecha relación de Fernández con el intendente Guillermo Montenegro desde que era juez federal. Pero cimentada también por la representación que Diego Garciarena ejercería por Wall Street en la Costa bonaerense. Garciarena es asesor del interbloque de Juntos en la Cámara de Diputados provincial y afiliado radical. Albistur es el esposo de Victoria Tolosa Paz. Y ambos, seguros fiadores del piso que el Presidente habita en Puerto Madero.No todos tendrían la misma suerte. El 13 de agosto, tres de los propietarios de licencias pre adjudicadas por Lotería bonaerense para explotar el juego online solicitaron 45 días para definir si finalmente confirman su participación. Dos casos llaman la atención. Daniel Angelici, titular de Atlántica Juegos S.A. y Daniel Mautone, de Casinos Victoria. El motivo de la prórroga es un misterio.Algunos aluden a la aparente mala relación entre Angelici y el gobernador Axel Kicillof. Equivaldría a llevarse mal con Cristina. La vicepresidenta adjudica a una supuesta mesa judicial el inicio de causas en su contra en el gobierno de Macri. Asociaría a Angelici con esa actividad y a otra ligada conexa: los vínculos con el PJ porteño a través del jefe de asesores de Fernández, Juan Manuel Olmos.Otra explicación es más benévola: la duda de invertir en el país entre los socios internacionales que exige la ley a los titulares de licencias. Eximiría de responsabilidad a Massa y Martín Insaurralde, el nexo del oficialismo con la industria del juego. Y le daría asidero al teorema de los Moyano. La ira contra Cristina se despierta por el mal recuerdo que Alberto les trae de ella.

Fuente: La Nación

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Hacia fines de los años 60 parecían empezar a resolverse los dilemas abiertos por las catástrofes sucesivas del siglo XX, que truncaron las certezas del anterior y el sueño de nuestro centenario de que para entonces seríamos la expresión meridional de los Estados Unidos. Pese a todo, la Argentina supo sobrellevar la tempestad preservando la excepcionalidad de su integración social y regional. Cuando hacia la década del 30 los mercados europeos cerraron sus importaciones de las commodities alimentarias en las que nos habíamos especializado respondimos con la industrialización de algunas materias primas que ya producíamos, entre las que descollaron la rama textil y de la construcción. Esta torsión de nuestro desarrollo manufacturero fue lo suficientemente intensiva en mano de obra como para conjurar el fantasma de una pobreza que se erigió durante la etapa más álgida de la depresión. Pero la economía distaba de ser nuestro problema más serio al compás de una democratización de masas que acentuó desde los 40 la denegación recíproca de legitimidad entre mayorías y minorías. Y luego de 1955, una sucesión de “revoluciones” militares y de gobiernos constitucionales débiles que fueron minando las convicciones ciudadanas en torno de la república. Así y todo, al borde del abismo fiscal y de una crisis internacional en ciernes desde 1971 era posible divisar una luz al final del túnel. Desde hacía una década, la producción agropecuaria había resucitado luego de treinta años de postración, los gobiernos aprendieron a manejar una macroeconomía malsana pero suficiente como para financiar una indispensable actualización infraestructural, y algunas ramas industriales como las textiles y las electrónica que empezaron a ganar escalas regionales. Solo faltaba coronar ese consenso sordo y subterráneo mediante un acuerdo político acorde con el mandato de nuestra Constitución nacional. Hacia 1972, el retorno de Perón y el levantamiento de la proscripción del justicialismo marcharon prometiendo resolver el escollo de la intolerancia política. Pero las secuelas de los extravíos de los 60 hicieron su trabajo de zapa amenazando con estropearlo todo. Falanges juveniles organizadas clandestinamente se propusieron consumar una revolución derrotando por las armas al Estado más allá de la reinstitucionalización, al tiempo que los guardianes del orden y de la nacionalidad aguardaban acechantes el fracaso de un acuerdo socioeconómico que, muerto Perón, saltó por los aires en 1975, allanando el camino de un nuevo golpe militar. Este no fue sino la confirmación de haber perdido la última –y tal vez tardía– oportunidad de la resolución conjunta de nuestros desencuentros políticos y socioeconómicos. Los años siguientes así lo confirmaron. Un déficit fiscal irreductible por la resistencia de distintas corporaciones incrustadas en el interior de la administración pública se financió con una deuda estérilmente utilizada para modernizar estadios de futbol y comprar armamentos sofisticados en gran escala. La especulación de un capitalismo valorizado financieramente opto por jugar a la ruleta de que impidió ajustar las cuentas estatales. El desasosiego de autoridades económicas atónitas por una inflación que triplicaba al promedio de la de la década anterior las indujo a una apertura importadora que, junto con el endeudamiento impagable por la indexación, impactó mortalmente a varios segmentos industriales, incluyendo a aquel que había exhibido reflejos competitivos. Así comenzó la desagregación económica y social que abrió cauce a la Argentina contemporánea. La pobreza que apenas pasaba al 4% de la población activa en 1974 trepó al 20% luego de otro brutal ajuste en 1981. Dos años más tarde, y en el marco de una transición forzada por la derrota militar de las islas Malvinas, se inauguró la democracia más sólida y prolongada de nuestra historia moderna. Pero se perdió la brújula de nuestro desarrollo económico y social. Las reformas que bajo diferentes signos se emprendieron en todo el mundo fueron encaradas aquí demoradas, espasmódicas y sin continuidad temporal. La pobreza se estructuró abarcando a trabajadores informalizados y a un contingente significativo de nuestras emblemáticas clases medias. Su expresión subrepticia bajo la forma de ocupaciones territoriales detonó estruendosamente durante los saqueos por la hiperinflación de 1989 y su contracara hiperdepresiva de 2001. Recién hacia la segunda mitad de los 90 la clase dirigente la asumió como un dato duro al que se acometió a contener mediante diferentes programas subsidiarios. Así se sucedieron los planes Trabajar, Barrios Bonaerenses, Vida y Jefas y Jefes de Hogar Desocupados. Hacia fines de los 2000, y en coincidencia con el agotamiento del segundo espasmo de crecimiento desde el comienzo democrático, se prometió una reforma que supusiera un salto cualitativo desde el asistencialismo sin horizonte hacia el cooperativismo de una “economía social” virtuosamente conviviente con la de mercado. Pero los treinta años de administración de la pobreza maceraron un cambio cultural que terminó confiriéndole un sino conservador. Es difícil saber si se trató de una estrategia de marketing político o la de las prácticas inerciales de los dos bloques en tensión por el manejo de su implementación: la nueva política territorial de los municipios y la de las organizaciones sociales aspirantes a convertirse en una suerte de sindicalismo de los pobres. No por nada los nobles cometidos de la “economía social” fueron resignificados por los difusos de otra “popular”. Una década más tarde, todo luce agravado por un estancamiento pertinaz y por una pobreza que de una cuarta parte ya araña a la mitad de la población activa, incluyendo a un nuevo contingente de las clases medias castigadas por la cuarentena más prolongada del mundo. Los denominados “planes” han sido puestos en cuestión ya no por la actual oposición sino por el núcleo duro que aspira a consolidar al oficialismo durante la década en curso. El planteo procede del reconocimiento de su rendimiento subóptimo para revertir la novedosa desintegración que verifica el gran fracaso colectivo de la Argentina durante las últimas cuatro décadas. Pero poco podrá avanzarse sin recuperar los equilibrios macroeconómicos que acariciamos brevemente durante la convertibilidad de los 90 y los superávits gemelos de los 2000. Solo posibles en el contexto de un patrón de crecimiento sustentable en el tiempo y de la trasmisión de políticas públicas que trasciendan a los gobiernos. Entonces sí habrá que encarar políticas de reintegración social de fondo que deberán articularse con una reforma educativa profunda y que arranque en la primera infancia. Mientras tanto habrá que disponerse a una transición necesariamente larga pero tolerable en tanto se defina con claridad un sendero de reinserción en el mundo y un horizonte de futuro que erradique para siempre la intolerancia y el peligroso juego de una beligerancia política. Como se demostró hace ya medio siglo, esta comienza con los irresponsables discursos de verba encendida que acaban en la irrevocabilidad de procesos de difícil detención cuyas secuelas pueden tirar por la borda los esfuerzos silenciosos y cotidianos de los hombres de bien, comprometidos con el servicio público de cara al interés general. Esos que escasean en esta Argentina mediocre y caquistocrática.ßMiembro del Club Político Argentino

Fuente: La Nación

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¿Cómo es posible que la cuestión del cambio climático no se destaque entre las preocupaciones de la sociedad argentina? Su impacto está modificando la vida cotidiana de todo el planeta y los especialistas afirman que ya existen daños irreparables, que en el mejor de los casos las cosas se van a complicar en los próximos años y que, a pesar de todas las alarmas y evidencias, la comunidad internacional carece de los mecanismos para forzar decisiones más efectivas frente a un drama sin solución. Tenemos a diario en nuestro país muestras palmarias del desastre en el que estamos metidos. Una vez más, son las sierras de Córdoba donde los incendios devoran bosques y poblaciones enteras, como ocurrió antes en el norte o en la Patagonia. Como viene sucediendo en diferentes latitudes, desde Australia y Brasil hasta Canadá y el oeste de los EE.UU., pasando por España e Israel. Pequeños grupos de la sociedad civil muestran reacciones desmedidas y se organizan a nivel local para impedir inversiones millonarias que generarían miles de empleos decentes, formales y muy bien pagados con distintos argumentos, algunos válidos y otros exagerados, en torno a la cuestión de la sustentabilidad. Sin embargo, callan y desaparecen ante el fracaso del Estado (nacional, provincial y municipal) para educar a la población e implementar medidas preventivas básicas. ¿Cinismo, hipocresía, doble estándar? Negacionismo e irresponsabilidad se combinan y potencian para postergar los debates fundamentales. ¿Acaso la Argentina discute en serio su estrepitoso fracaso económico, la falta de moneda, la creciente inflación? ¿Adquiere relevancia y prioridad en la agenda pública la cuestión de la inseguridad, que constantemente nos ofrece imágenes espeluznantes? ¿Hicimos un ejercicio crítico de los errores y de los horrores cometidos en la gestión de la pandemia para aprender de ellos y atravesar el incierto tramo que aún nos queda por delante de forma menos improvisada? ¿Hasta cuándo seguiremos financiando un sistema educativo que quedó preso de los caprichos de los sindicatos y de la complicidad anodina de los burócratas de turno? Equivocarse es humano, perdonar es divino, pero persistir sistemáticamente en el error constituye un comportamiento tan irracional como patológico. En este contexto puede parecer trivial detenerse a analizar el patético episodio de las fotos, videos y otras evidencias (como las planillas de acceso a la quinta de Olivos) de que el Presidente y su círculo íntimo gozaron de privilegios inaceptables durante la peor etapa de un confinamiento que implicó el cercenamiento de derechos fundamentales. Podría argumentarse que los poderosos en general siempre tienen prerrogativas aun en situaciones extremas y en entornos culturalmente igualitarios –al menos por ahora– como el nuestro. A propósito… ¿seguirá por mucho tiempo ese rasgo histórico característico de nuestra identidad y ligado a nuestro pasado pletórico de oportunidades y mecanismos de movilidad social ascendentes con estos insólitos niveles de pobreza y marginalidad que supimos conseguir? Tal vez deberíamos considerar un cambio en la letra de nuestro Himno Nacional: “Ved en trono a la indigna desigualdad”. Lo cierto es que el propio Presidente había relativizado en la práctica la vigencia de las extremas medidas de aislamiento en el momento en que afirmó, ya en agosto del año pasado, apenas un par de semanas después del cumple de su querida Fabiola, “que me sigan hablando de cuarentena me asombra: la gente sale”. Podía dar fe de lo que afirmaba. Para entonces, era evidente la muy escasa capacidad efectiva del Estado para sostener limitaciones tan ambiciosas, en especial en los grandes bolsones de pobreza diseminados en los principales conglomerados urbanos. ¿Falta de decisión política? ¿Impotencia ante lo inevitable? ¿Evitar costos en una demografía percibida electoralmente afín? Tal vez se mezclan los motivos, pero nunca más adecuada aquella famosa máxima de origen colonial, “se acata, pero no se cumple”, antecedente de la “anomia boba” que tan magistralmente analizó Carlos Nino. A pesar de todo, el “Olivos vip” tuvo un notable impacto en la opinión pública y puede implicar costos electorales significativos para el oficialismo. Esto se desprende de un sondeo realizado por D’Alessio Irol/Berensztein: el 100% de los consultados dijeron estar al tanto de lo sucedido esa noche de julio de 2020 en la quinta presidencial. Más aún, para un 54% resultó un episodio muy o algo importante en sus vidas. Uno de cada cuatro de quienes optaron por el FdT en 2019 cree que este affaire podría incidir en su voto. Entre ellos, la enorme mayoría (el 80%) se inclinarían en noviembre por la principal coalición opositora. Se trata de ese vital segmento del electorado independiente, volátil y generalmente muy moderado que define todas las elecciones: le dio el triunfo a Macri en la segunda vuelta de 2015 y, enojado por el fracaso económico, fue clave para la victoria de Alberto Fernández en octubre de 2019. Ahora estaría recalculando y disponiéndose a un voto castigo. Las consecuencias negativas de este episodio abarcan múltiples dimensiones que esmerilan aún más la credibilidad presidencial: revela falta de carácter, de criterio y de manejo de la agenda del primer mandatario. Más allá de los retos públicos y las humillaciones a que lo somete Cristina, el interrogante es si Alberto Fernández estará en condiciones de conducir el país luego del proceso electoral, teniendo en cuenta que se vienen desafíos casi inéditos: será la primera vez desde mediados de la década de 1970 que un gobierno peronista deberá enfrentar los costos de haber alimentado desequilibrios macroeconómicos extremos. En aquella oportunidad, muerto Perón, con el país desquiciado por la violencia y con un liderazgo debilitado, se desembocó en el Rodrigazo, tal vez el punto de inflexión a partir del cual el país entró en esta larga decadencia. El contexto ahora es distinto: ningún actor relevante estima que la violencia sea una forma legítima de acción política ni considera posible un golpe militar. Algún sector minoritario entiende, de forma equivocada según mi humilde perspectiva, que estamos a “siete diputados de ser Venezuela”, como si una escasa mayoría parlamentaria alcanzara para entrar en una dinámica de reversión autoritaria. ¿Por qué no ocurrió entre 2011 y 2013, cuando el kirchnerismo gozaba de una amplia mayoría en el Congreso y la oposición estaba fragmentada? La necesidad de negociar con el FMI requiere de un liderazgo y de una capacidad política que, aunque el oficialismo no salga debilitado de estos comicios, el Presidente difícilmente recupere. Si entramos en default, el caos será inevitable. Si, en cambio, predomina el sentido común y se alcanza un acuerdo, aunque sea subóptimo y “minimalista”, el necesario ajuste fiscal y las otras reformas a las que el país se comprometa implicarán costos políticos significativos para un gobierno tan erosionado. El único efecto colateral positivo es que el oficialismo logró cerrar filas, sobreactuar unidad y poner foco en contraatacar a su enemigo predilecto: Mauricio Macri. Juntos continúa entretenido en sus peleas internas, sin usufructuar las enormes oportunidades que les presenta el oficialismo: ni la inflación, los increíbles casos de inseguridad, el cepo a las vacunas norteamericanas o el escandaloso clientelismo que a la luz del día despliegan al menos algunos “movimientos sociales” son aprovechados con una mínima cuota de oportunismo y creatividad. ß

Fuente: La Nación

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Los visitantes hacen fila para poder visitar la Torre Eiffel en París (Bertrand Guay/)La Torre Eiffel y su muro protector de vidrio (Bertrand Guay/)La mascota de la Torre Eiffel saluda mientras los visitantes esperan en la fila antes de visitar la Torre Eiffel en París (Bertrand Guay/)Una banda de música toca bajo la Torre Eiffel (Michel Euler/)Un visitante se toma una foto mientras visita la Torre Eiffel en París (Bertrand Guay/)Los visitantes llegan a la Torre Eiffel en París (Michel Euler/)Un niño mira a través de un telescopio desde lo alto de la Torre Eiffel en París (Michel Euler/)La gente se relaja en el jardín Champ-de-Mars junto a la Torre Eiffel en París (Michel Euler/)Unas visitantes se toman una selfie en la Torre Eiffel con vista a la ciudad de París (Michel Euler/)Grandes y chicos disfrutan de la vista desde lo alto de la Torre Eiffel en París (Michel Euler/)Los visitantes miran a través de las ventanas del ascensor en la Torre Eiffel en París (Michel Euler/)Un visitante disfruta de la vista desde el segundo piso de la Torre Eiffel en París (Bertrand Guay/)Los visitantes disfrutan de las vistas de la Torre Eiffel en París (Michel Euler/)Los visitantes disfrutan de la vista desde la Torre Eiffel en París, en el primer día de su reapertura (Michel Euler/)Los visitantes disfrutan de la vista desde el segundo piso de la Torre Eiffel en París (Bertrand Guay/)Una banda de música posa para una foto desde el segundo piso de la Torre Eiffel en París (Bertrand Guay/)Los visitantes suben y bajan las escaleras de la Torre Eiffel en París (Michel Euler/)Se permitirá hasta 13.000 personas por día para llegar hasta la cima de la Torre Eiffel y disfrutar de las vistas de la capital francesa, en comparación con las 25.000 de la era anterior a Covid (Bertrand Guay/)Visitantes en el primer piso de la Torre Eiffel, detrás la hermosa vista de París (Bertrand Guay/)Los visitantes disfrutan de la vista desde el segundo piso de la Torre Eiffel en París (Bertrand Guay/)Los fuegos artificiales iluminan la Torre Eiffel en París durante las celebraciones del Día de la Bastilla a última hora del miércoles 14 de julio de 2021 (Lewis Joly/)Edición fotográfica: Jesica Rizzo

Fuente: La Nación

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La pandemia de coronavirus COVID-19 se ha expandido por casi todos los distritos de la Argentina.

Al 19 de agosto, en la provincia de La Rioja se contabilizan 31.541 casos de infectados y 881 muertos. Estas cifras son difundidas y actualizadas diariamente por el ministerio de Salud nacional.Con respecto al día anterior, se registraron 145 casos nuevos de enfermos de coronavirus en La Rioja, según lo informado por las autoridades sanitarias.
Y si se toma en cuenta los últimos siete días, se incorporaron 1093 casos al segmento de afectados por el virus.A la fecha, se registran en el país un total 5.116.803 de infectados por coronavirus, 4.785.379 pacientes recuperados y 109.841 muertos. Y dentro de la estadística nacional, la provincia de La Rioja se encuentra en el puesto 24 de los distritos más damnificados de la Argentina.

La lista está encabezada por Buenos Aires con 2.020.583 casos reportados.Toda la información sobre el coronavirus en la ArgentinaCuarentena en Argentina: qué se sabe al día de hoy

Fuente: La Nación

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