El INTA mediante su proyecto de educación a distancia, el ‘Procadis’, puso a disposición de la sociedad una serie de contenidos y materiales educativos digitales además de capacitaciones y charlas, para sacarle provecho al tiempo del “aislamiento social, preventivo y obligatorio” dispuesto por el gobierno nacional en un contexto de pandemia del COVID-19.
De acuerdo con Ana Sonsino, responsable del área de educación y TIC de la Dirección General de Sistemas de Información, Comunicación y Procesos del INTA, “hay disponibles 20 ofertas masivas, abiertas en línea y gratuitas que alcanzaron a más de 210 mil personas, en el último mes”.
Y agregó: “Se trata tanto de participantes de los cursos como de usuarios de las secuencias didácticas de los recursos en línea, que acceden a los contenidos y resuelven las actividades para el aprendizaje”. Estos recursos y materiales, a su vez, pueden ser utilizados en otras propuestas educativas, por su carácter abierto.
CURSOS (Hacer clic sobre el “nombre” del curso para ingresar)
Los recursos de acceso libre disponibles online fueron visitados por casi 130 mil personas durante el último mes. Entre ellos, se destacan secuencias educativas autogestionadas como las siguientes.

Huerta orgánica familiar.
Deshidratación de frutas y hortalizas.
Stevia o yerba dulce.
Cómo construir un horno de barro.
Elaboración de conservas caseras.

Además, hay material disponible para capacitarse sobre:

Las huertas y la alimentación saludable.
Helechos nativos de la Argentina.
Estufas a leña de alto rendimiento, comúnmente llamadas estufas Rusas.
Sistema de almácigos flotantes para la producción de plantines, entre otros contenidos.

Entre las ofertas masivas de cursos online, libres y gratuitas, está disponible el de Apicultura, un curso en línea, masivo, de 5 semanas de duración, conformado por tres módulos de contenidos que se habilitarán progresivamente y tratan sobre las abejas y el ambiente, la instalación del apiario y sus tareas. El curso comienza el 27 de abril y cuenta con más de 27 mil inscripciones online, hasta el momento.
Aparte, están los cursos, los diplomados y otras ofertas conjuntas con instituciones, como IRAM o Universidades Nacionales, propias del catálogo regular que poseen una dinámica diferente, es decir que no son abiertas ni masivas, ya que se dirigen a públicos específicos.
“Desde Procadis, intensificamos e, incluso, anticipamos y ampliamos la implementación de propuestas abiertas a gran escala, en un escenario que requiere que atendamos una mayor demanda de la comunidad en el contexto de cuarentena, donde hay una mayor permanencia en los hogares y disponibilidad de tiempo para capacitarse”, explicó Sonsino.
Con respecto a la gran demanda que generan los cursos autogestionados, Sonsino se refirió a uno reciente sobre Manipulación Higiénica de los Alimentos que registró más de 4.500 participantes. “Dada la demanda y convocatoria, abriremos una nueva convocatoria a partir del 27 de abril”, aseguró.
“Todas las propuestas educativas virtuales, que se desarrollan en el campus del Procadis, cuentan con el respaldo del INTA, dado que los contenidos son desarrollados por expertos y hay un equipo tutorial de especialistas. En el caso de los cursos, se realiza la entrega de certificados”, subrayó Sonsino.
Además, hay un acompañamiento tutorial tecnológico para el uso del campus, los materiales de estudio están en línea y son descargables. Hay materiales audiovisuales y multimedia, espacios virtuales de intercambio y construcción colectiva, además de un seguimiento de consultas personalizado.

Fuente: InfoCampo

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Productores de Morrison, en el sudeste de Córdoba, realizaron un homenaje a profesionales de la salud en el marco de la lucha contra el coronavirus.
En imágenes que llegaron a Infocampo a través de las redes sociales, se puede ver que formaron la figura de un trabajador con rollos pintados de blanco. Además, le colocaron un barbijo. La idea le pertenece a Fernando Michelotti, un productor de la zona.

Fuente: InfoCampo

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Se dio a conocer una nueva actualización del informe del Sistema de Estimaciones Agrícolas (GEA) para el centro norte de la provincia de Santa Fe, correspondiente a la semana comprendida entre 15 y 21 de abril de 2020.
El informe, que difunde la Bolsa de Comercio de Santa Fe, destaca el buen ritmo de cosecha de la soja temprana. En la región ya se trilló el 80% del área sembrada, con un incremento semanal de 25 puntos y un adelanto de 8 puntos, en comparación al mismo período de la campaña 2018/2019. Se consolidan los buenos rendimientos de la soja de primera en la región.
En cuanto a la soja tardía, los rendimientos promedios mínimos oscilaron entre los 25 y 28 qq/ha y los máximos, entre 32 y 35 qq/ha, con predios puntuales de 38qq/ha.
En relación al maíz tardío, el informe señala que en áreas aledañas a las cuencas lecheras del SEA, se realizaron procesos de picado-embolsado para autoconsumo con resultados varios en sus rendimientos, que fluctuaron entre 8 y 10 mts/bolsa/ha,  a 13 y 14 mts/bolsa/ha.
A la fecha del  informe, se llevaba trillado, el 80% de la soja temprana; el 10% de la soja tardía; el 35% del sorgo granífero; el 53.5% del algodón y el 90% del arroz.

Fuente: InfoCampo

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La pandemia del coronavirus impactó de lleno en el ámbito educativo, sobre todo en las zonas rurales. En el caso de Entre Ríos, como también en otras provincias, la situación se complica cada vez más por las fallas en la conectividad, y desde las entidades del agro de esa provincia salieron a reclamar políticas.
“El coronavirus hizo barajar y dar de nuevo y los contenidos escolares cambiaron de formato. El aula se trasladó a soportes tecnológicos, pero no para todos. La mutación pedagógica está pensada desde el ombliguismo de las ciudades y una vez más, deja al costado a muchos”, explicaron desde Farer (Federación de Asociaciones Rurales de Entre Ríos).
Los productores resaltaron la labor de los docentes rurales y sus intentos de dar clases virtuales o comunicarse con los alumnos por WhatsApp, pero remarcaron que las limitaciones de conectividad en las zonas rurales “muchas veces condenan al fracaso” a esas metodologías.
“En tiempos normales, los caminos destruidos impiden el normal desenvolvimiento de clases por las dificultades de docentes y alumnos para acudir. En época de pandemia, el Estado provincial -a veces con el silencio cómplice de los gremios- también los discrimina. La brecha educativa cada vez es más grande y no sólo involucra a alumnos de establecimientos de gestión privada y su diferencia con los estatales. Hay un escalón más precario aún, el de las escuelas rurales y de las islas del delta entrerriano”, analizó Farer.
Es que, en el delta, según explican, el acceso a la tecnología es “casi una utopía”. “Se habla mucho desde un relato tergiversante que los nuevos sistemas de producción expulsan a los pobladores rurales. Lo que expulsa a los habitantes del campo y la isla son la falta de oportunidades, que no haya educación ni salud, ni caminos, ni infraestructura, ni proyectos estatales que los integren como ciudadanos de primera”, consideraron los productores.
Por eso, le pidieron al gobierno entrerriano que “no siga postergando” a los niños y jóvenes del campo. “Ni siquiera piden privilegios, les alcanza con que alguna vez los visibilicen como al resto de sus pares”, cerraron. 

Fuente: InfoCampo

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Un último relevamiento de malezas realizado esta campaña en las 2 millones de hectáreas sobre 50 productores en el norte de Córdoba surge que el complejo de malezas de hoja ancha sigue liderando la preocupación generalizada. 
Asimismo también queda en evidencia, considerando la resistencia y tolerancia por parte de muchas de las malezas nombradas, que solo hay cuatro modos de acción, que abarcan el 62,5% de las aplicaciones, entre los más utilizados por los agricultores el tratamiento de los problemas más importantes. 

Respecto a las especies, los productores mencionan que en mayor frecuencia están yuyo colorado y sorgo de Alepo y la familia de las clorídeas y rama negra (foto). A estas se agregan las especies con comportamiento perenne, con menos frecuencia, como es el caso de Borreria, Commelina erecta, Gomphrena y Pappophorum.
En refencia a los modos de acción, el glifosato lidera el ranking de los productos más aplicados y lo siguen en orden los hormonales , las triazinas (atrazina) y los graminicidas (ACCasa).
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CULTIVOS
Del sondeo, realizado por RAVIT (Red Agropecuaria de Vigilancia Tecnológica), con el apoyo de UPL Argentina, surge que la mayor dificultad para el control de malezas aumenta en zonas de fechas de siembra más tardías y, en particular, con el maíz sembrado de fines de diciembre a enero. 
La principal causa, en este caso, es que las malezas más problemáticas acompañan durante toda la estación del cultivo sin poder ejecutar un control eficaz en esos casos. Sin la aplicación de herbicidas residuales, las especies cumplen su ciclo. 
En esta campaña, además, la marcada sequía ocurrida entre inicios del invierno hacia primavera verano afectó el manejo de las malezas retrasando los controles e impidiendo la aplicación oportuna de los herbicidas.

Fuente: InfoCampo

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El ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, Luis Basterra, mantuvo hoy una reunión junto a sus pares del G20 y representantes de las principales organizaciones internacionales, para debatir sobre el impacto del COVID-19 en la seguridad alimentaria y la nutrición a nivel mundial
Durante el encuentro virtual se destacó que la agricultura y sus servicios logísticos relacionados con los alimentos deben considerarse esenciales, por lo tanto, se necesitan mayores esfuerzos para garantizar que las cadenas de valor de los alimentos funcionen bien y promover la producción y disponibilidad de alimentos diversificados, seguros y nutritivos para todos. Al hacer esto, es necesario dar prioridad a la salud de los consumidores y trabajadores, respetando las medidas de seguridad, como las pruebas, el distanciamiento físico y otras prácticas de higiene.
Asimismo, desde Argentina se indicó que “en estos tiempos difíciles, es clave tener un frente unido y enviar una señal clara de compromiso, coordinando acciones a nivel multilateral para salvaguardar la seguridad alimentaria y la nutrición a nivel mundial. La pandemia COVID-19 sin precedentes es un poderoso recordatorio de nuestra interconexión y vulnerabilidades. El virus no respeta fronteras y la lucha contra esta pandemia requiere una mayor transparencia, respuestas coordinadas basadas en la ciencia y solidaridad. En este contexto, quisiéramos reiterar que en la Cumbre de Líderes, el presidente argentino Fernández propuso diseñar un Pacto Global de Solidaridad global y crear un Fondo Global de Emergencia Humanitaria”.
En la conferencia también se indicó la importancia de que los países continúen trabajando juntos para fortalecer la cooperación durante esta pandemia que afecta a todas las regiones del mundo y así garantizar que las políticas, como las medidas a corto plazo para restringir el comercio, no distorsionen los mercados mundiales.
En su participación, nuestro país sostuvo además la importancia de garantizar el flujo continuo de productos agrícolas críticos a través de las fronteras, ya que las restricciones a los movimientos podrían interrumpir las cadenas de suministro de alimentos. Además, “destacamos la importancia de evitar medidas que puedan conducir a una volatilidad excesiva de los precios de los alimentos en los mercados internacionales, así como el trabajo del Sistema de Información del Mercado Agrícola (AMIS) del G20 que permite una mayor transparencia”.
Argentina ha implementado un enfoque integral que incluye los aspectos sanitarios, sociales y económicos, como por ejemplo, la rápida puesta en marcha de una cuarentena obligatoria para toda la población excepto “sectores esenciales” como los productores y abastecedores de alimentos para garantizar tanto la seguridad alimentaria local como mundial. Con respecto a las medidas económicas, se está ayudando a pequeños productores para poder encontrar alternativas para que vendan su producción, también se está brindando ayuda económica a las empresas para que puedan pagar los sueldos y se pospuso el pago de impuestos.
“Estamos viviendo momentos críticos. La pandemia sin precedentes que enfrentamos destaca la contribución de los agricultores, que trabajan continuamente con capacidad de recuperación para garantizar nuestra provisión de alimentos. Nuestro sincero homenaje a ellos. Creemos que el mundo posterior a la pandemia será sustancialmente diferente. La cooperación, la solidaridad, la erradicación de la pobreza y la igualdad deberían guiarnos en los próximos años. Por lo tanto, las organizaciones internacionales tienen un papel importante que desempeñar, ayudándonos a imaginar este nuevo mundo. Esa es nuestra responsabilidad colectiva, trabajemos juntos”, destacaron desde Argentina.

Fuente: InfoCampo

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La Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA) dio a conocer su característico “Indicador del precio”, en este caso del pan. El informe releva cómo se conforma el precio a lo largo de toda la cadena productiva.
Según Natalia Ariño, economista de la Fundación, “en la última medición, desde que el trigo sale del campo hasta el pan que compra el consumidor, el precio se multiplicó 8 veces”.
La economista señaló además que en ese camino productivo, el precio se va componiendo por los costos (59%), impuestos (25%) y el resultado (16%), “esto quiere decir que, de 1 kg de pan, 590 gramos representan los costos de producirlo, 250 gramos son impuestos, y 160 gramos es el resultado”.

Paso a paso, y hablando en kilos de pan (aplicados los rendimientos), la cadena comienza con $12,91 de trigo. El molino suma $6,59 (costos, impuestos y resultado) y obtiene $19,50 por la harina. La panadería suma $73,65 (costos, impuestos y resultado) y obtiene por el pan $93,15 más 10,5% de IVA, y el consumidor termina pagando un precio de $102,93.
Para el Jefe del Departamento Económico de FADA, David Miazzo, “más allá de la influencia de la interacción oferta-demanda, lo explicamos de manera secuencial para que se vea qué componentes conforman el precio”.
En un análisis eslabón por eslabón, el estudio de FADA revela que, del precio final del pan francés ($102,93 según INDEC), el trigo representa el 10,6% ($10,86), el molino el 5,3% ($5,42), la panadería el 59% ($60,81) y los impuestos el 25,1% ($25,84).

Descargate el informe completo de FADA haciendo click AQUÍ.

Fuente: InfoCampo

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La soja finalizó “con avances, al conocerse que China habría comprado 198.000 tn. de soja americana, en un contexto de fuerte debilidad en precios. De todas formas, el mercado continúa dominando por pesimismo en torno al devenir de la demanda externa en el país del norte, con ventas que han mostrado un magro desempeño en los últimos meses. La situación es profundizada ante el ingreso de holgadas cosechas en Brasil y Argentina”, informó Grassi.
En tanto el maíz “se apoyó en compras de oportunidad tras operar en mínimos de 10 años. Rebote en el crudo sumó respaldo, tras los derrumbes recientes. Pero, persiste el pesimismo ante el hundimiento de la demanda interna en EE.UU. Hacia las próximas jornadas, juega rol clave la evolución de las condiciones climáticas en el país del norte y la posibilidad de avanzar con la siembra”, aseguró la corredora de granos.
Pro último el trigo “vuelve a recortar parcialmente las ganancias apuntadas a inicios de la semana. En el plano productivo, el clima en EE.UU. acapara atención, tras imponer marcado deterioro en los cultivos en la última semana. Esto tiene lugar, en un mundo donde los compradores tradicionales se mantienen activos y principales países exportadores avanzan con restricciones sobre las ventas externas”, finaliza el análisis de Grassi sobre el cierre internacional de los mercados de granos.
Subas para la soja para la soja local
“En la jornada de hoy, el mercado de granos contó con valores alcistas por las oleaginosas, y nuevas propuestas de compras por maíz y trigo con entrega diferida. Por soja, el valor de compra por la mercadería disponible ascendió a U$S 205/t. Por su parte, el precio ofrecido por el maíz con entrega inmediata se mantuvo en U$S 115/t, y la propuesta de compra por trigo Enero alcanzó los U$S 170/t”, detalló la Bolsa de Comercio de Rosario.
En el mercado Matba – ROFEX, el contrato de Soja Mayo´20 opera a U$S 214.5/t.
En cuanto al mercado local, los precios ofrecidos fueron los siguientes:
– Por soja, disponible U$S 205/t.
– Por trigo, U$S 185/t Mayo, y U$S 170/t Enero.
– Por maíz, con descarga inmediata U$S 115, y U$S 120/t Mayo.
– Por girasol, disponible U$S 245/t, y U$S 240/t Mayo.
– Por sorgo, no se registraron ofertas de compra.

Fuente: InfoCampo

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La Federación Argentina de Entidades Empresarias del Autotransporte de Cargas (FADEEAC), considerando la histórica caída de los precios internacionales del petróleo como consecuencia de la pandemia, solicitaron que bajen los precios de los combustibles de la Argentina.
Según manifestaron “la caída del petróleo no ha tenido su correlato en un descenso de los precios domésticos del combustible”, y resaltaron que “no existen motivos para que ésto no suceda, justo en un momento en el que sería vital para contener una economía local en crisis”.
FADEEAC además realizó un informe en el que asegura que “frente a la histórica baja de los precios internacionales del petróleo, el precio del gasoil en la Argentina se encuentra un 30% más caro aproximadamente de lo que debería”.

Martín Borbea Antelo, Secretario General de FADEEAC afirmó que “desde la irrupción y diseminación del COVID-19, el petróleo cayó de un promedio de u$s 60 por barril que cotizó durante el año 2019 y principios del año 2020, hasta menos de u$s 25 (variedad Brent, referencia en la Argentina) del lunes, valor mínimo en 20 años. En la mayoría de los países del mundo frente a este escenario los precios del combustible bajan, pero en Argentina siguen subiendo“.
“No parece acertado pagar un precio exorbitante de gasoil mientras el sector atraviesa una profunda crisis que tiene al 70% del transporte parado, el resto trabajando a pérdida, con la cadena de pagos cortada y con los sueldos de abril que probablemente no se puedan pagar en su totalidad. El empresario del transporte es principalmente PYME, que son los más golpeados en esta crisis”, aseguró Borbea Antelo.

Fuente: InfoCampo

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  Foto: Libby March para The New York Times
“Los inmigrantes que trabajamos en el campo sacrificamos demasiado por un país que no valora nuestra vida”. Con esa frase describe Alma Patty Tzalain a la situación de los peones rurales en los Estados Unidos en el marco de la pandemia de coronavirus.
Tzalain es una trabajadora agrícola proveniente de Guatemala y lidera la organización popular Alianza Agrícola en el país norteamericano. En una carta emotiva que difundió New York Times, contó cómo afronta la crisis del Covid-19 y sus preocupaciones para mantener a sus hijos en una economía cada vez más complicada.
Los protocolos para la protección de la salud y los seguros de desempleo son las mayores preocupaciones de los trabajadores que se desempeñan en el sector de los alimentos en EE.UU.
LA CARTA
Soy una de los miles de trabajadores agrícolas de todo Estados Unidos que se aseguran de que todavía haya comida en tu mesa. Desde que llegué a Nueva York de Guatemala hace once años, he limpiado repollos en un almacén de envasado, ordeñado vacas en granjas lecheras, recortado manzanas en huertas, así como podado y envuelto tomates en un invernadero.
Si me enfermo de la COVID-19, temo lo que eso signifique para mis hijos, mis compañeros y mi comunidad. Pero a diferencia de muchos otros trabajadores en el país, mi lugar de trabajo no ha cerrado. Los trabajadores agrícolas somos considerados esenciales y, pese a ello, nos excluyen del apoyo que ofrece el gobierno estadounidense.
Hace algunas semanas empecé a tener fiebre y dolor de cabeza. Los síntomas empeoraron, con dolor de garganta y tos. Llamé a un consultorio médico, preocupada por la posibilidad de tener el coronavirus. El médico me dijo que debía quedarme en casa durante una semana y que no había motivo para que fuera a un chequeo porque aún no hay cura. Sin embargo, sí logré que me hicieran la prueba.
No sabía qué hacer. Estaba demasiado preocupada: ¿Una semana en casa sin sueldo? Mantengo a tres hijas en Guatemala y a un hijo pequeño aquí, y estoy sola. Si les contara a mis jefes, ¿qué pasaría? ¿Cómo alimentaría a mis hijos o pagaría la renta?
Llamé a mi supervisora para mencionarle lo que el médico me había dicho. Estuvo de acuerdo en que debía irme a casa. Sin embargo, no me dijo nada sobre darme un subsidio por enfermedad ni me aseguró que todavía tendría trabajo cuando me recuperara. Para muchos trabajadores agrícolas como yo, estar enfermo siempre ha significado decidir entre ir enfermo al trabajo o quedarse en casa sin recibir paga, lo que puede causar que nos despidan.
La política de mi empleador es retener nuestro pago si nos quedamos enfermos en casa. Si los empleados nos tomamos muchos días libres, perdemos puntos, lo que conduce a deducciones de un pequeño bono anual. Por lo tanto, hemos seguido trabajando incluso si estamos enfermos o lesionados.
Pero como soy una lideresa de Alianza Agrícola, una organización popular que defiende a trabajadores agrícolas inmigrantes en el oeste de Nueva York, conocía mis derechos. Nueva York había aprobado una ley antes de que me enfermara que obliga a los patrones con más de diez empleados a ofrecer licencia remunerada por enfermedad a los trabajadores que deban permanecer en sus casas debido a las preocupaciones por el coronavirus.
Puede que no conociera mis derechos antes de entrar en la organización. He pasado por tantos momentos difíciles en este país y el grupo me ha dado la fortaleza necesaria para luchar por mejorar las vidas de las personas en mi comunidad.
Así que recibí el permiso remunerado al que tenía derecho. Fue la primera vez en once años como trabajadora agrícola que recibí un pago estando enferma. No obstante, luego de que el resultado de la prueba por coronavirus dio negativo, mi empleador dejó de pagarme, aunque todavía me sentía enferma.
La agricultura es una industria multimillonaria en Nueva York, y el estado es el mayor productor de yogur, queso cottage y crema agria del país, y el segundo en la producción de manzanas. Los trabajadores inmigrantes son la columna vertebral del sector agrícola de nuestro estado.
Muchos son indocumentados o trabajan con visas de trabajo temporales. Siempre hemos vivido y trabajado aislados del resto de la sociedad, invisibles para la mayoría. Esto hace que, en la actualidad, nuestra comunidad sea mucho más vulnerable.
Y aunque yo no vivo en una vivienda proporcionada por mi empleador, las cuales pueden llegar ser espacios muy reducidos, muchos trabajadores agrícolas sí, lo que vuelve casi imposible guardar la cuarentena para evitar enfermedades. Los empleadores están dando muy poca información sobre cómo protegerse. No está claro cuál es el plan para mantenernos a salvo, pero apostaría a que nuestros jefes están enfocados mayormente en sus ganancias, no en nuestra salud. He escuchado de granjas que prácticamente evitan que los trabajadores se vayan porque les preocupa que si nos enfermamos el trabajo no se realice.
Muchos trabajadores agrícolas no tenemos seguro médico y no sabemos bien cómo costear tratamientos médicos o mantener a nuestras familias si no podemos trabajar. Si nos enfermamos, ¿qué nos pasará? ¿Seremos despedidos porque ya no somos útiles para la granja y somos ahora una amenaza para el negocio?
Recientemente, un compatriota guatemalteco que trabaja en el sector lácteo de la zona falleció por el coronavirus, nuestro peor miedo. Y a pesar de la pandemia, la detención y deportación de trabajadores indocumentados sigue siendo una amenaza.
Mientras tanto, el gobierno federal está abandonando a mi comunidad. La ley federal de recuperación no permite que las personas sin número de seguridad social reciban un cheque de 1200 dólares, ni siquiera si pagan impuestos. Además, los trabajadores indocumentados no pueden solicitar un seguro de desempleo.
Es difícil estar en un país que no es el nuestro, y en esta crisis, es aún más duro. Ponemos comida en las mesas de todas las personas, pero tenemos dificultades para alimentarnos a nosotros y a nuestras familias.
En medio de todo esto, ahora también escuchamos que el gobierno del presidente Donald Trump quiere reducir el salario de los trabajadores agrícolas para ayudar a nuestros empleadores. Me pregunto si estas personas que están en el poder han trabajado alguna vez un turno de doce horas en el calor abrasador del interior de un invernadero. O si han estado expuestos a químicos letales o trabajado con maquinaria peligrosa. Me pregunto si alguna vez han tenido un empleo que consista en un trabajo manual repetitivo, pero sin tener acceso a atención médica. Y todo esto por salarios que apenas cubren nuestras cuentas.
Todos los trabajadores, sin importar su estatus migratorio, merecen ingresos de emergencia y atención médica. El próximo plan de recuperación debe incluirnos. Nueva York debe establecer fondos de emergencia para todos los trabajadores que han sido excluidos de los beneficios federales y proveer prestaciones de desempleo para personas indocumentadas y trabajadores temporales.
Para aquellos que seguimos trabajando, necesitamos protecciones de salud y seguridad aplicables, así como un bono por trabajar en condiciones peligrosas, no salarios más bajos, para compensar los riesgos que corremos para proteger el suministro de alimentos de nuestro país. Los trabajadores de toda la cadena alimentaria están exigiendo estas protecciones.
Sin embargo, sigo preocupada. He regresado al trabajo y más compañeros están yéndose enfermos a sus casas. Todavía no sé cuáles son las precauciones que está tomando mi empleador para prevenir la propagación del virus entre los trabajadores. Necesitamos protecciones ahora y a largo plazo. El mundo que creemos durante y después de esta crisis tiene que ser uno donde ya no seamos invisibles, donde estemos sanos y salvos y podamos abrazar fuerte a nuestros hijos.

Fuente: InfoCampo

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