MADRID (El País).– Lo afirmaba Naomi Osaka en la portada de la revista Time hace unos días: «It’s ok not to be ok» (Está bien no estar bien). La tenista que abandonó Roland Garros hace unas semanas para sostener su salud mental confirmaba en un texto en primera persona en la revista la presión a la que se había visto sometida en los últimos meses. También la importancia de poner sobre la mesa el debate sobre la salud mental de nuestro tiempo más allá del deporte: “Espero que la gente entienda que está bien no estar bien, y está bien hablar de ello. Hay personas que pueden ayudar y, por lo general, hay luz al final de cualquier túnel”, escribía, ensalzando a la cita que más se ha escuchado en el último año y medio, porque Naomi Osaka no es la única en defender que tenemos que decir que estamos fatal y no pasa nada malo por estarlo.En el texto, Osaka apelaba al apoyo personal de otras personalidades, como Michelle Obama o Meghan Markle, figuras que también han querido centrar el debate social en sus apariciones públicas hacia un cambio de paradigma sobre este sentimiento generalizado. Un runrún que ya se percibía socialmente desde antes de la crisis del coronavirus, en pleno debate sobre la aceleración social y la sociedad del cansancio.La ex primera dama lleva meses voceando desde sus redes que no pasa nada por no tener claro qué pasa con nuestra vida: “Está bien no sentirse bien”, dijo en su podcast de Spotify ya en agosto 2020, cuando admitió estar ligeramente deprimida y abrumada por los acontecimientos y protestas sobre el racismo sistémico de Estados Unidos. “Está bien no saber quién eres o qué quieres ser en este momento”, insistió desde un vídeo en sus redes sociales en marzo de este año a sus jóvenes seguidoras.Markle hizo lo propio cuando escribió sobre su aborto espontáneo el año pasado: “Sentada en una cama del hospital, viendo cómo a mi marido se le rompía el corazón mientras intentaba sostener los pedazos rotos del mío, me di cuenta de que la única forma de empezar a curar es preguntar primero: ¿Estás bien?”, escribió en el ensayo donde compartió que había sufrido un aborto durante el verano anterior y apeló, en tiempos de coronavirus, a una defensa de sincerarnos sin tapujos sobre nuestra salud emocional. “¿Estamos bien nosotros? Este año nos ha llevado a muchos a nuestros extremos. En 2020, la pérdida y el dolor nos han afectado a todos, en momentos tensos y de debilidad”.La sensación es transversal, cualquiera se siente identificado con esta sentencia. “Está bien no estar bien. Lo cierto es que no puedes mantener este nivel de ansiedad tanto tiempo. Hay un momento en el que te tienes que plantar y decir: ‘Pues no estoy bien, pero está bien saber que no lo estoy’. Porque eso es, precisamente, la nueva normalidad”, contó la directora de She dies tomorrow, Amy Seimetz, a cuya película etiquetaron, oportunamente, como la primera película de terror de la era Covid.Cada vez más personalidades normalizan esta inquietud. “No está mal sentirse mal. Es sano hablar, comunicarnos”, escribe La Mala Rodríguez en sus recién editadas memorias Cómo ser mala, apelando a visibilizar el estado anímico sin miedo al rechazo. “La salud mental es muy importante y se sufre mucho por no poder abordarla, sobre todo las mujeres”, cuenta en su libro, donde recuerda la depresión que sufrió tras trabajar en Lujo Ibérico y cómo le detectaron varios brotes esquizofrénicos en su juventud que trata a través de la medicación. De los arcoíris sobre trazos infantiles del “Todo irá bien” hemos pasado a una cultura que apela a normalizar la incertidumbre y el desasosiego y, en consecuencia, lo convierte en un lema del marketing. En Etsy, la plataforma de venta de productos hechos a mano y termómetro de las tendencias en los lemas existencialistas para colgar en el salón, existen más de 1200 productos que con la frase It’s ok not to be ok. La misma tipografía mr. wonderfuliana que hace unos años apelaba a comerse el mundo porque éramos los mejores ahora nos interpela recordándonos que no pasa nada por no haber llegado a la cima y estar jodido por ello.«La era de la Girlboss ha muerto. Bienvenida a la era de la Girloser», escribía la escritora y editora de Bustle, Gabrielle Moss, hace unos días en Medium. Con la cultura del feminismo corporativo que nos urgía a ser jefas de nuestro tiempo muerta y enterrada por obra y gracia del activismo social, nos enfrentamos a unos nuevos tiempos que resumía con otra frase igual de marketinizable que la que abre este texto: “El caos reina y ser una jefaza no te protegerá”. Moss pide “darle una oportunidad a las perdedora que llevas dentro”. Esa que, asumiendo el signo de sus tiempos, corre a comprar una vela (agotada) en la que se puede leer: “Por favor, que no se jodan mis vacaciones”.

Fuente: La Nación

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