Henry von Wartenberg está parado al costado de la ruta en el medio de Nebraska, Estados Unidos. Al momento de contar su historia a LA NACIÓN, lleva dos semanas pedaleando un promedio de 120 kilómetros por día con una temperatura inferior a la que esperaba (en el día mas frío llegó a hacer tres grados bajo cero). Hace unos minutos, la rueda trasera de su bicicleta se empezó a mover fuera de control y tuvo que detener la marcha. No es una pinchadura o algo menor que podría solucionar él mismo, así que esta tarde tendrá que desviarse hacia el norte para ir a la bicicletería más próxima. Mientras espera que alguien lo cargue en la caja de una camioneta, baraja todas las opciones, una de las cuales es dormir ahí mismo, en su bolsa de dormir a la intemperie. “Son todas cosas que pueden pasar en estos viajes”, dice con un optimismo intacto. Enseguida, avisa que tiene que cortar: un remolque se ofrece a cruzarlo hasta el estado de Wyoming.Descubrió una macabra nota en su bajo mesada y le recomendaron que abandone su casaAl día siguiente, el fotógrafo cuenta a este medio que su viernes resultó ser un éxito y que logró arreglar el piñón de la rueda trasera. Desde el hotel donde pasó la noche, en Pine Bluffs, Wartenberg dice que el camión que lo ayudó lo dejó en la puerta del taller. “El bicicletero dejó lo que estaba haciendo y en menos de una hora me la había arreglado”, cuenta. Aunque agradecido por la cadena de gestos que recibió, Henry no se muestra sorprendido. “A la gente le generan mucha empatía las personas que viajan en bici”, dice. “Es como una memoria prehistórica de los tipos que viajaban a caballo y llegaban con sed y hambre, ¿cómo no los vas a ayudar?”.La travesía de Wartenberg (fotógrafo, editor, artista) empezó el 24 de abril en San Francisco y terminará en Nueva York en aproximadamente un mes y medio. Como plan, sin embargo, lleva ya varios meses en la cabeza de Henry quien, en plena cuarentena, cambió el running por tres horas diarias de pedaleo. “Empecé a salir todos los días y en un momento me di cuenta que había ido desde Tigre hasta La Boca y me pareció que era una buena idea aprovechar ese entrenamiento para hacer un viaje, pero no quería hacer un viaje cualquiera, quería que fuera algo divertido, un desafío que tuviera algo de épica y que, a la vez, me permitiera alimentar mi laburo como fotógrafo”, explica.Durante estas semanas, además de seguir proyectos propios previos, trabajará en dos libros: uno con el registro de todo su recorrido cruzando el país del norte, y otro en blanco y negro, que tendrá una curaduría artística de las fotos que resulten de su aventura.El fotógrafo Henry von Wartenberg trabaja en dos libros mientras cruza Estados Unidos en su bicicleta (Henry von Wartenberg/)“En principio era un delirio, era un viaje extenso y exigente, pero a medida que lo fui organizando y seguí entrenando, cada vez me pareció un poco más posible”. Como viaje delirante, no es el primero que hace. Antes, Wartenberg dio la vuelta a Islandia en bicicleta con un amigo, fue de Alaska a Ushuaia en moto e hizo parte de Tierra del Fuego caminando.Vivir en Montreal: “Sos el argentino por más ciudadano del mundo que te creas”Organizar un viaje en el exterior, con una bici y en pandemia, requirió una logística bastante sofisticada. Además de planear de antemano cómo sería cada día, dónde sería cada parada y cuáles eran sus potenciales hospedajes, el primero de los pasos fue salir de la Argentina en el mismo momento en que la llegada de la segunda ola de Covid-19 amenazaba con un nuevo cierre de fronteras. Su viaje estaba programado para el 28 de marzo pero, cinco días antes, comenzó a crecer el rumor de un regreso a la fase 1, por lo que Henry decidió adelantar su pasaje. El 23 de ese mes, a las cinco de la tarde, cambió el vuelo para ese mismo día a la noche.Henry llegó un mes más tarde de lo planeado a Estados Unidos y, aunque el invierno ya terminó, alcanzó a experimentar temperaturas de tres grados bajo cero“Fue una locura. Mientras terminaba de armar mi bolso llamé a un laboratorio cercano para hacerme el test rápido y volar a las ocho y media de la noche”, recuerda. Finalmente, el resultado fue positivo y transitó la enfermedad sin síntomas, aunque con algo de temor de que, tras su aislamiento, ya no pudiera viajar y su odisea se frustrara antes de empezar. “Demorar el viaje un mes me terminó jugando a favor, porque todos esos días fueron de helada y tormenta en esa zona de Estados Unidos”, asegura. El 21 de abril, por fin, voló a Miami con su bicicleta y se trasladó en un vuelo interno hasta California, donde el 24 empezó a pedalear.“Además de empatía, creo que a veces la gente siente una mezcla de pena y curiosidad por tu viaje”, dice Henry von Wartenberg (Henry von Wartenberg/)Video: lamió una criatura marina sin saber que era la carabela portuguesa letalEn las tres semanas que lleva de viaje, Wartenberg conoció a muchas personas que le ofrecieron ayuda o simplemente se acercaron a preguntarle por su recorrido. “Además de empatía, creo que a veces la gente siente una mezcla de pena y curiosidad por tu viaje”, dice el fotógrafo. En otros recorridos, viajando en moto o en auto, había visto a ciclistas sucios, muertos de frío, agotados, pero que le contagiaron ciertas ganas de vivir lo mismo. Ahora es él quien pedalea abajo de la lluvia y llega sucio y cansado a sus hospedajes. “En cada lugar que paro me preguntan lo mismo: qué se me pasó por la cabeza para treparme a la bici a hacer 6000 kilómetros”, cuenta. “Si tengo que explicar las razones creo que me llevaría mucho tiempo, pero todo se resume en la curiosidad y el desafío de saber si puedo hacerlo. Es eso: lo hago porque puedo”.
Fuente: La Nación