Soledad Silveyra y Verónica Llinás se suben una vez más al escenario del teatro Astral -donde representan Dos locas de remate, la ácida comedia de Ramón Paso que a veces agota las entradas disponibles a pesar de la doble función los sábados-, pero para una conversación distendida y profunda sobre el vínculo tan particular de ser hermanos.La pieza que representan, y que adaptó localmente Manuel González Gil, cuenta el accidentado reencuentro de dos hermanas que no se ven desde hace mucho tiempo y que se repelen mucho más de lo que se quieren. Con un ritmo vertiginoso, se suceden sin parar gags de gran comicidad cáustica que el público celebra con risas y aplausos. “El humor negro de la obra es bastante catártico”, opina Llinás.El éxito actual que comparten llegó después de un muy accidentado recorrido ya que la pandemia y sus cuarentenas las obligó a ensayar por zoom y a tener que postergar una vez el estreno cuando las restricciones volvieron a ponerse más severas ante el aumento de casos.“En este momento, no hay regalo más grande que ver el teatro lleno”, celebran. “Fue muy difícil para las dos poner el cuerpo, la cabeza y los sentimientos en movimiento. Todos veníamos de un estado de resignación, de somnolencia”, comenta Soledad, y agrega Llinás: “De pachorrismo”.Varios videos sirvieron para disparar el debate sobre el tema de los hermanos: desde Caín y Abel a las gemelas Legrand, pasando por la película Hannah y sus hermanas, de Woody Allen. Y tanto Solita como Verónica contaron sus respectivos dramas familiares por tener ambas un hermano fallecido.“Mi hermano era un tipo superinteligente y talentoso -refirió Llinás- con muchos problemas de adicciones, zafó un tiempo, pero a las 23 tuvo una recaída y murió”.Silveyra aportó su propia historia: “Yo perdí a mi hermano de madre, ya van a ser veinte años y lo extraño horrores. Murió por una infección. Y tengo dos hermanos maravillosos de padre que los tengo a mi lado siempre”.Hubo tiempo también para hablar de sus respectivas vidas. Tras ver un video con algunos hitos de su carrera, Soledad Silveyra dijo: “Empecé a los doce años a trabajar. Son 56 años de trabajo. Hace más de medio siglo que los argentinos me bancan”. Y Verónica Llinás también sumó apuntes de su propio origen: “Crecí en un ambiente habitado por el arte, por situaciones rarísimas y únicas, y a la vez de una gran inestabilidad. Yo de chiquita quería tener mamá y papá como todos los chicos, que la mamá me hiciera un guiso y que no se olvidara de irme a buscar al colegio”. La madre de la actriz fue Marta Peluffo, una destacada artista plástica, y su padre, Julio Llinás, escritor. Además de Verónica, hay otro conocido en su familia, su hermano Mariano, todo un nombre destacado dentro de las nuevas generaciones de cineastas argentinos.También hubo tiempo para otros temas. “Soy una feminista que me gusta que el varón me abra la puerta”, confiesa Solita. Y allí se disparó otro rico debate.A la hora de imaginar cómo sería si ellas fueran hermanas en la vida real, Soledad Silveyra reveló: “Le estaría pidiendo permanentemente ayuda con las redes sociales. Ella es una capa y yo un desastre”. Llinás ostenta un perfil alto en Twitter y muchas veces desata grandes polémicas.“Le pediría a Solita -completa Verónica, siguiendo con el juego de ser hermanas- que me enseñe a ser más femenina. Ella siempre está bien vestida, canchera. Todo le queda bien y yo soy un desastre.”Doblete estelar esta noche de viernes, a las 23, en Hablemos de otra cosa, el ciclo de entrevistas que conduce Pablo Sirvén, por LN+.

Fuente: La Nación

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