— ¡Al fin te animaste! ¡Qué dormido que sos!, le dijo ella en tono de broma mientras abría los ojos y disfrutaba del beso que recién le había dado.Tenía que admitirlo, ella no estaba equivocada. Ariel había detectado las indirectas que Lyon le había dado. Sin embargo, fiel al perfil de profesional del área de sistemas, había sido un poco tímido en el acercamiento.Hacía ya varios años que él estaba empleado en una empresa enfocada en la programación. Hasta que un jueves como tantos otros que había pasado en aquella oficina del microcentro porteño, decidió salir con sus compañeros de trabajo a tomar unas cervezas en el bar que estaba cerca. “La idea era ir a divertirnos un rato mientras yo hacía la guardia. La guardia eran tres horas extras laborales para cumplir con doce horas en Argentina y el servidor nunca descansaba. Esas tres horas las cumplía en el bar escabiando y viendo que no saltara ningún incidente importante”.Se sentaron todos en la barra y pronto aparecieron dos barwoman para tomarles el pedido. “Eran muy lindas y tenían muy buena onda. Y esa fue la excusa perfecta para que los after office en ese bar con mi amigo Manuel se volvieran moneda corriente. Una noche organizamos para salir los cuatro: Manuel, Lyon, Mara y yo”.Fueron a Plaza Serrano, en el barrio de Palermo. Entraron a un bar con luces fluorescentes y ordenaron cervezas para todos. “En ese entonces, Manuel tenía muchas ganas de estar con Lyon y yo tenía ganas de estar con Mara. Mi objetivo era soltarle los perros a Mara mientras Manuel intentaba lo suyo con Lyon. Sin embargo, más tarde recordaría con un poco de sospecha las miradas de Lyon”. La noche terminó como todos imaginaban: borrachos. Salieron del bar. De pronto la marcha de los cuatro se detuvo cuando en un impulso Mara miró a Lyon fijo a los ojos, la empujó contra la pared y comenzó a besarla.“Manuel y yo quedamos sorprendidos. Lyon nunca cerró los ojos y, para nuestro asombro la corrió, le agradeció pero le dijo que ella era heterosexual. Mientras, con un poco de pudor y vergüenza evitaba mi mirada. Manuel acompañó a Lyon mientras yo acompañé (bastante decepcionado) a Mara. Al día siguiente hablé con Manuel. Me explicó que no había pasado nada con Lyon porque a ella le interesaba alguien más”.Los siguientes encuentros le dejaron claro a Ariel quién era esa otra persona por la que Lyon estaba interesada. “No dejaba de mirarme, salía de la barra para hablar conmigo y tenía miradas penetrantes, como si deseara todo el tiempo que me cruzara al otro lado de la barra y le arrancara la ropa”. Hasta que finalmente Ariel juntó valor y le dio un beso. Esa fue la primera vez que se besaron y que ella dejó en claro que él era “bastante dormido”.Siempre cerca. Cualquier excusa era buena para verla: canceló su boda y se animó a mucho másDetrás de la barra, donde la vio por primera vez. (Helena Lopes en Unsplash/)Un torbellino sexualLa relación duro dos meses, muy intensos. Juntos tenían mucha piel, demasiada. El sexo se había vuelto una obsesión. Y mientras empezaban a conocerse mejor, Ariel supo enseguida que lo que vendría no sería fácil. Lyon era una chica muy marcada por tragedias en el pasado. A eso se le sumaba su adicción a las drogas (particularmente el LSD y tomaba casi media pastilla todos los días).“Mi vida siempre había sido tranquila y, de repente, un torbellino sexual y deseoso de atención entró en mi vida. No sabía cómo llevar la relación. Ella quería verme todos los días porque tenía malos viajes y necesitaba un hombro. Yo trabajaba y estudiaba y a la par tenía amigos y una banda de rock en la que tocaba la guitarra”. No pasó demasiado tiempo hasta que Ariel comenzó a sentirse un poco incómodo con ciertas actitudes poco de Lyon. Y. lentamente, en su interior, tomó forma la posibilidad de poner punto final a la relación.Donde el diablo perdió el ponchoHabía llegado el verano y con la temporada, unas vacaciones que Ariel había organizado con amigos a Punta del Diablo, una pequeña localidad pesquera y destino turístico junto al mar, en Uruguay. Todo estaba previsto para que esos días fueran de relax, comida rica, vinos y cervezas y muchas horas de playa.“En medio del viaje, recibí una llamada de Lyon. Quería terminar todo. Fue un golpe duro por más que yo mismo ya lo venía pensando. Pero el sexo era tan bueno que cegaba cualquier pensamiento racional que pudiera tener. Me volví a la mitad de las vacaciones para poder hablar con ella y tratar de arreglar las cosas. No hubo caso, la decisión estaba tomada. De repente me vi en Buenos Aires nuevamente, en medio de las vacaciones, sin nada que hacer y sin mis amigos. Me iba a volver loco de tanto maquinar así que decidí regresar a Uruguay para pasar el último tiempo de vacaciones con mis amigos, que me recibieron súper bien”.De vacaciones, recibió el llamado que evitaba. (Andrew Ball en Unsplash/)De regreso en la rutina, Ariel supo que Lyon ya estaba con otra persona. “No lo podía creer, me había olvidado en menos de una semana. Mi cabeza no paraba de dar vueltas: le compuse una canción, le escribí una carta y le dije que ese viernes pasaría por el bar y que si ella pensaba que teníamos chances entonces tenía que poner el vaso preferido que siempre usaba sobre la mesa. Si no lo hacía, yo iba a entender que todo había terminado de una vez”.Pero Ariel no se presentó ese viernes. La semana siguiente le tocó el timbre en su casa, le dejó una rosa en la puerta y se fue. Una pareja de ancianos que pasaba recuerdo dijo, ¡uy, ¡qué romántico!.” Yo era un boludo enceguecido que sabía que no tenia que estar con Lyon pero la piel entre nosotros era más fuerte. Al día siguiente la vi, le di una abrazo y fue el fin… Pero mi cabeza no paraba de maquinar. Dos meses después -y hasta años después- todavía mi cabeza estaba en ella, así que decidí buscarla. Supe que había cerrado todas las redes sociales y se había ido a trabajar a Ibiza. Nunca más tuve noticias de ella”.Si querés contarle tu historia a la Señorita Heart, escribile a corazones@lanacion.com.ar con todos los datos que te pedimos aquí.
Fuente: La Nación