El quilmeño Sergio “Maravilla” Martínez sigue luchando por un sueño que alimenta y defiende cada día más, aunque decrece y se llena de dudas combate tras combate desde que decidió volver al ring en 2020, tras su derrota ante Miguel Cotto, en 2014. Tiene 46 años, pero ello no le preocupa. Paradójicamente lo fortalece y cuesta entenderlo.Su victoria sobre el inglés Brian Rose (72,800 kg) por puntos en diez rounds (97-94, 96-94 y 97- 94), este sábado en la plaza de Toros de Valdemoro, en las afueras de Madrid, fue la resultante de su propio forcejeo entre el intento permanente por golpear y la ineficacia sentenciada por su merma de reflejos. Sobre todo al medir tiempo y distancia. Todo esto se potenció con el estilo avaro y especulador de Rose, un boxeador “gastado y quemado” de 36 años, con una derecha traicionera que conmovió a “Maravilla” en el segundo round y que terminó con ambos en la lona como consecuencia de un recurso de supervivencia pugilística aplicado por el ex bicampeón mundial argentino e ignorado por el árbitro español Ovejero.El recorrido de Maravilla Martínez por volver a una pelea por el título mundial tuvo una escala complicada en EspañaLa pelea fue lenta e imprecisa, tal cual se esperaba entre dos pugilistas que suman 82 años. Martínez, exhibiendo una clara merma en sus reflejos, buscó como pudo encontrar a un adversario que hizo muy poco por todo. Por el espectáculo, por sus propias posibilidades y por ganar un combate se le presentaba favorable. Tras un corte sufrido en el tercer round, relegó interés en quebrar un match que a nuestro criterio repartió 5 rounds para cada uno. En la ley de la lógica y del boxeo, ganó entonces quién debía ganar.Calmo y relajado, una vez terminada la pelea “Maravilla” nos dijo: ”Gané por medio a cero, pero gané. Todo este proceso de boxear en tiempos de pandemia nos mata. No podemos rearmar ni rehacer mi nuevo proyecto como boxeador. Sigo estando seguro de ir a buscar el título mundial. Sólo pido paciencia, pido tiempo, yo tengo 46 años no ustedes…! Pero son ustedes los que apuran y piden que vuelva a ser el de antes. Eso no es posible. Ahora tengo que convertirme en un nuevo boxeador. Y el armado de un campeón lleva tiempo. Yo no llegué a lo que llegué en un par de años, sino en toda una vida. Y necesito pelear mas seguido. No tuve distancia en toda la pelea y Rose no avanzó nunca. No hizo nada. Me tiró toda la responsabilidad y fui yo quien debí atacar, cuando no es mi fuerte”.La alegría de “Maravilla”???? VICTORIA DE MARAVILLA ????Sergio Martínez le ganó a Brian Rose por puntos y lo viviste por TNT Sports pic.twitter.com/5cDTUJtUsO— TNT Sports Argentina (@TNTSportsAR) September 25, 2021Su búsqueda del campeón (AMB) Ryota Murata deberá esperar. Si bien jamás existió una gestión oficial, su propósito es retar al japonés, quien peleará con el kazajo Gennady Golovkin a fines de diciembre. Y esto no alteró sus planes. Agregó: “Por supuesto que después de esta pelea me doy cuenta de que se necesita más tiempo. Puedo hacer dos o tres peleas cada tres meses. Tengo el mejor equipo técnico de mi vida y ello me permite esperar. No desesperarme por el tiempo. Por eso pido paciencia. Sólo paciencia. Sé donde estoy metido y lo que hago”.El nuevo proceso de Sergio Martínez en el boxeo completó su tercer episodio desde su reaparición ante el español José Fandiño en 2020. Elevó el nivel en la calidad de su adversarios considerablemente, pero su rendimiento se estancó. Dio extensas explicaciones de cada uno de sus pasos. Presente y futuro.Maravilla al ataque (Captura de pantalla/)“Maravilla” es un símbolo del deporte argentino pasional y popular de los últimos quince años. Lleno de grandeza y reconocimiento. Por lo tanto, la lupa de la crítica amerita enfocar con frialdad sus objetivos. Tiene todo el derecho a boxear y divertirse si es que ello lo hace feliz. Pese a los peligros de este oficio a los 46 años. Todas las observaciones cambiarán su tendencia a la hora de juzgarlo como un retador el título mundial. “Maravilla” pide tiempo para un objetivo que desde la lógica, a esta altura, parece incomprensible e inalcanzable.
Fuente: La Nación