Semana Santa es una época en la que se incentiva el consumo de pescado, un alimento que posee con un alto contenido proteico, de gran calidad y muy fácil digestión. A ello se agrega que tiene una amplia variedad de vitaminas, minerales y ácidos grasos saludables como el omega 3, ideales para incorporar en la dieta de los niños.
El pescado es uno de los alimentos que se descompone más rápidamente en comparación a otros productos cárnicos, es importante mantener su refrigeración hasta su consumo, por lo cual es clave que el local de expendio cumpla las normas de higiene y manipulación del producto.
“Es fundamental comprar los productos de la pesca en comercios legales y no en lugares de dudoso origen”, advierte el director de Inocuidad de Productos de la Pesca y Acuicultura del Senasa, Fabián Ballesteros.
Los pescados y mariscos se contaminan muy fácilmente, por lo que las personas que los preparan o manipulan deben tener en cuenta los procedimientos para hacerlo de forma correcta. Es importante que el pescado esté acondicionado correctamente con hielo en escamas asegurando el espacio necesario para facilitar el paso del aire.
Aunque suene contradictorio: el pescado en buen estado no huele a pescado, sino a mar y algas. Adicionalmente, desde el Senasa recomiendan observar la higiene de las mesadas, los utensilios de trabajo, así como la cantidad y la condición del hielo en escamas utilizado para el mantenimiento.
“Un pescado fresco tiene los ojos brillantes, las agallas rojas y no deben tener desprendimiento de escamas. Estas pautas son tanto para productos de origen marino como de agua dulce”, agrega Ballesteros
Al realizar las compras en el supermercado es conveniente ordenar los productos según cuán perecederos sean. Es decir que el pescado siempre debe quedar para el final, de modo que se interrumpa durante el menor lapso posible la cadena de frío. Para el traslado se debe llevar preferentemente una bolsa conservadora.
También es útil saber qué y cuánto comprar, para consumir lo justo y evitar que sobre para el día siguiente. Como se trata de un producto altamente perecedero, en esas 24 horas ya pierde calidad. Por esa misma razón se sugiere ir temprano a la pescadería. Y al llegar al hogar debe guardarse en los estantes inferiores de la heladera, en envases cerrados que contengan los líquidos y olores. Y por supuesto, debe ser llevado a la heladera de inmediato para retrasar lo más que se pueda el proceso de descomposición.
Siguiendo estas pautas el consumidor y su familia pueden disfrutar de alimentos saludables, de calidad, inocuos y seguros controlados debidamente por el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa), que interviene en forma directa en toda la cadena de producción pesquera verificando las condiciones higiénico-sanitarias de los establecimientos donde se faenan, elaboran e industrializan productos, subproductos y derivados de la pesca y la acuicultura.
Cabe resaltar que esta tarea no se interrumpió por el aislamiento social, preventivo y obligatorio dispuesto por el Gobierno Nacional para enfrentar la pandemia de coronavirus.

Fuente: InfoCampo

Comparte este artículo en: