Nueva York, mayo de 1999. El heredero al trono holandés, Guillermo de Orange Nassau, y la argentina Máxima Zorreguieta caminan juntos por Chelsea. Un paparazzo dispara su cámara y en cuanto ellos notan su presencia, se distancian. Ya es tarde. Las primeras imágenes del romance son un hecho y en días darán la vuelta al mundo.Un mes antes se habían conocido en Sevilla, en un bar. Él quedó impactado desde el vamos y la sacó a bailar. En aquél entonces, la argentina vivía en Nueva York, donde se había mudado a los 25 años con un diploma de licenciada en Economía (y un máster) bajo el brazo, alquilaba un departamento en Chelsea y era vicepresienta de ventas institucionales del Deutsche Bank. Llamados y visitas mediante, la relación pronto se volvió algo serio. Tanto, que tres meses más tarde Máxima voló a Toscana, donde la familia real tiene un refugio de vacaciones y en seguida se ganó el corazón de todos, en especial el de su futura suegra, que desde ese día se volvió su aliada incondicional.Antes de su casamiento, la pareja real salió “de gira” por Holanda, ya que Máxima tenía que conocer su nueva patria. Y causaron furor. En la foto, se los ve entre los molinos de Sneek. (AFP/)TRAS LOS PASOS DE MAMÁQue Guillermo Alejandro haya apostado a un casamiento por amor tiene lógica, eso es lo que hizo su madre. En los ´60, después de doctorarse en Derecho, Beatriz conoció en una fiesta a Claus von Amsberg, un diplomático alemán que había pasado por las juventudes hitlerianas. Con el doloroso recuerdo a flor de piel de las atrocidades del nazismo en Holanda -la familia real tuvo que huir durante la guerra- el pueblo rechazó el anuncio del noviazgo.Beatriz de Holanda llegó a hacer tres días de ayuno para que el Parlamento aceptara su casamiento con Claus von Amsberg, que en su pasado había estado en las Juventudes Hitlerianas. Se casaron el 10 de marzo de 1966 y hubo algunos disturbios en un país todavía sensible a los horrores del nazismo. (Gettyimages/)Lejos de amedrentarse, Beatriz hizo huelga de hambre durante tres días y, finalmente, el Parlamento aprobó el enlace. En 1966, la princesa heredera y el joven aristócrata se casaron, a pesar de las críticas y hasta de los ataques dirigidos a la comitiva nupcial. Una década más tarde, la reina Juliana abdicó en favor de su hija y, para ese entonces, Claus, con quien Beatriz tuvo tres hijos (Guillermo Alejandro, Friso y Constantino), no sólo se había convertido en el compañero perfecto de la flamante reina, sino que se había ganado el cariño de su pueblo. Beatriz, en tanto, el día que se despidió del trono, lo recordó especialmente: “Puede que la historia diga que mi mejor decisión fue la de elegir marido”, señaló.Un retrato de la princess Beatriz y su marido, Claus, con su hijo mayor, Guillermo Alejandro, en brazos. Felices, pasaban unos días de descanso en su villa en Porto Ercole, Italia. Foto: Rolls Press/Popperfoto via Getty Images/Getty ImagesGettyimages (Gettyimages/)De la misma manera, cuando Guillermo Alejandro y Máxima anunciaron su boda, el cuento de hadas casi se queda sin final feliz. El Parlamento estuvo a punto de impedir el enlace al enterarse de que el padre de la novia, Jorge Zorreguieta, había sido subsecretario de Agricultura, Ganadería y Pesca durante el gobierno de facto de Jorge Rafael Videla, entre 1976 y 1979, y secretario de la misma cartera hasta 1981. Guillermo, como su madre, no dio un paso atrás: estaba decidido a decirle “sí, quiero” a la rubia plebeya nacida del otro lado del océano.AMOR REALFinalmente, el aval llegó en junio de 2001 con un durísimo condicionamiento para la futura reina: le prohibieron que asistiera su padre. En solidaridad con su marido, María del Carmen Cerruti, la madre de Máxima, tampoco fue a la boda. Ambos vieron el casamiento en Londres.Beatriz y Guillermo Alejandro lucharon por sus amores, Claus y Máxima. Acá, los cuatro sonríen durante la fiesta de compromiso de los actuales Reyes de Holanda. (AFP/)Máxima y Guillermo Alejandro se casaron el 2 de febrero de 2002, en la Nieuwe Kerk. Novecientos millones de personas siguieron por televisión el momento en que, tomados de la mano y mirándose a los ojos, se dijeron “sí, quiero” e intercambiaron los anillos de platino de 2,5 milímetros de espesor.Guillermo y Máxima se casaron frente a ocho reinas, cuatro reyes, cientos de nobles de todo el mundo y un pueblo feliz. La novia eligió a Valentino para su espectacular traje de mikado en seda marfil, con cuello chimenea y falda ligeramente acampanada con apliques de encaje bordado. (AFP/)”Sin sus padres, Máxima no hubiera podido ser lo que es hoy”, había dicho el reverendo al comenzar el servicio religioso, marcando uno de los tantos gestos que se sucedieron con el propósito de hacer sentir mejor a la flamante princesa. La gran sorpresa planeada para ella llegó cuando empezó a sonar “Adiós, Nonino”, el tango de Piazzola que era el favorito de su padre. En el altar, Máxima lloró apretando con fuerza la mano de su príncipe, que con extrema dulzura le susurró al oído: “Te quiero”.Durante la ceremonia de su casamiento, celebrado el 2/2/2002, Máxima lloró al escuchar los acordes de “Adiós, Nonino”, el tema de Piazzolla que era el preferido de su padre, Jorge Zorreguieta, a quien se le prohibió asistir por haber trabajado para el gobierno de facto de Jorge Rafael Vide (Reuters/)La mirada de Guillermo Alejandro dice más que mil palabras. Los gestos amorosos y afectuosos entre ambos, a lo largo de toda la ceremonia, fueron constantes y le aportaron una dosis generosa de calidez. (AFP/)Octubre de 2007. El bautismo de Ariane reunió a la familia en la iglesia de Kloosterkerk, La Haya. Su hermana mayor, Amalia, fue quien ayudó al pastor que ofició la ceremonia, Deodaat van der Boon, a verter agua del río Jordán en la pila bautismal. (Gettyimages/)El amor sincero que se tienen es, sin dudas, la base sólida sobre la que edificaron su familia, que completan sus hijas Amalia (17), Alexia (15) y Ariane (14 ). Y el ejemplo de la princesa Beatriz, tanto en la vida como pública como en la privada, será siempre el faro que los guiará.
Fuente: La Nación