El escenario que planteó la pandemia sirvió de trampolín para una gran cantidad de profesionales con perfil tecnológico que, sin embarcarse en aviones y desde sus hogares, comenzaron a trabajar para el exterior, como se señaló ayer en otro editorial. El reconocimiento a sus capacidades recibe paga en moneda fuerte por valores que pueden incluso quintuplicar un salario local por la misma labor.El perjuicio para las empresas argentinas es importante mientras continúa la sangría de trabajadores especializados. Argencon, entidad que agrupa a actores del sector, ha pedido que se fiscalicen las plataformas de intermediación y que se considere un desdoblamiento cambiario que mejore los ingresos para esta rama de actividad con el objetivo de compensar el alto costo endémico local y subsanar de alguna forma la competencia desleal que se plantea.El presidente de la entidad, Luis Galeazzi, reconoce que “las empresas han sido capaces de desarrollar cientos de miles de profesionales de alta calidad que son reconocidos en todo el mundo”. El problema es que, gracias también a esa formación local, muchos profesionales pueden optar por irse a trabajar al exterior con empresas que compiten con las argentinas, lo que se traduce en una pérdida de mercado.Las industrias del conocimiento son el tercer rubro exportador de nuestro país, detrás de la soja y de la industria automotriz, con un pico de 7000 millones de pesos alcanzado en 2018, pero en caída desde hace ya diez trimestres consecutivos. Son generadoras también de más de 400 mil empleos, pero víctimas de una ruptura de la cadena formativa que se hará sentir a futuro porque “el trabajo individual no genera escuela”, según apuntó Galeazzi. Cabe acotar que el 60% de las exportaciones en este rubro corresponde puntualmente a servicios profesionales, no a tecnología ni a software.Con la ley del conocimiento ya reglamentada, desde la gestión debe promoverse y facilitarse la competitividad y el crecimiento de empresas dedicadas a inteligencia artificial, robótica, big data o internet de las cosas, entre muchas otras áreas dentro de la industria del conocimiento que convocan a nuestros profesionales y que pueden impulsar un insospechado crecimiento, como numerosos países confirman. Ojalá así lo entiendan quienes nos gobiernan para implementar las medidas que el sector justamente reclama, y demorar un potencial despegue para evitar la migración de talentos, incrementar la exportación de estos servicios por dentro del sistema y favorecer el clima de negocios con reglas claras y estables.
Fuente: La Nación