El ozono es un gas que se encuentra en capas altas de la atmósfera y funciona como filtro protector de los rayos solares. En las últimas décadas, de acuerdo a un estudio de la Facultad de Agronomía (UBA), la concentración de este gas en la “atmósfera baja” (tropósfera) aumentó de forma constante.
Esto puede dañar a los cultivos y reducir su capacidad de enfrentarse a las enfermedades, según los estudios hechos en tomate.
“En algunos países, las tasas alcanzan hasta 2,5% de aumento cada año en la tropósfera”, relevó Analía Menéndez, docente e investigadora de la cátedra de Ecología de la FAUBA, al sitio de divulgación científica “Sobre la Tierra”. La experta investigó,  junto con Ana Romero, Ana Folcia y María Alejandra Martínez-Ghersa, docentes de la Facultad, el impacto sobre el cultivo de tomate. 

Mirá también Extienden el plazo para presentar proyectos para Semillero de Futuro, el programa de Bayer
El trabajo de las investigadoras consistió en exponer las plantas de tomate al ozono y a la enfermedad, y luego se les agregó un producto para inducir la activación de mecanismos de defensas del cultivo contra la enfermedad bacteriana.
Llamativamente, “en la variedad tolerante al ozono, la enfermedad continuó, ya que no se activaron las defensas. En la susceptible, se logró frenar el avance del daño en su organismo. El producto funcionó como señal para que las defensas actúen”, explica Menéndez. 
Mirá también Poroto, un cultivo cada vez más importante para el norte argentino
En base a estas observaciones, la investigadora afirmó que la capacidad de un cultivo para tolerar concentraciones altas de ozono puede influir en la forma en que se enfrenta a distintas enfermedades. “En este caso, la adaptación de la variedad de tomate para combatir la contaminación por ozono le resultó perjudicial cuando también existió un ataque de patógeno”, afirmó. 
Finalmente, mencionó que, debido a que la tendencia de aumento de ozono atmosférico continuará, hay repensar las herramientas agronómicas para producir algunos cultivos. A partir de estos resultados, “es crítico analizar e investigar los mecanismos biológicos que están involucrados en la respuesta de los cultivos, sobre todo en un contexto en el que hay que producir alimentos en un ambiente cada vez más contaminado”, concluyó. 

Fuente: InfoCampo

Comparte este artículo en: