Enfrentó una cámara de televisión por primera vez hace 33 años, cuando en Canal 7 la llamaron para hacer un reemplazo de Valentin Komar, un meteorólogo que era la estrella de una especialidad, por ese entonces incipiente, que ha ido ganando cada vez más espacio en los noticieros y los canales de noticia: contar el estado del tiempo y anticipar lo que va a pasar con él en el futuro inmediato.”El reemplazo a Komar duró seis meses. Después de eso me puse a llamar insistentemente a los canales para conseguir un espacio. Descubrí que venir al canal y contar lo que decía el informe que yo misma había contribuido a hacer en el Servicio Meteorológico Nacional no era nada difícil y brindaba un servicio excelente. Insistí hasta que Canal 11 finalmente hizo un casting para conseguir una persona que se dedicara a esto en cámaras y allí quedé”, relata Nadia Zyncenko, que desde hace dos semanas por fin tiene un programa propio en Canal 7. Nadia 6.30 se llama la propuesta que la tiene como conductora, de lunes a viernes, a las 6.30 en el canal estatal. Allí, en media hora, se adelantan los titulares que luego se desarrollan en el noticiero matutino de la emisora, se brinda el estado del tiempo en todo el país, un pronóstico para el día y los tres días siguientes, y se cuenta el estado de las rutas y los accesos a las grandes ciudades del país, entre otras cosas. Orgullosa de su condición de meteoróloga, Zyncenko dice del programa: “Con los conocimientos que me da mi profesión y el apoyo que me da el Servicio Meteorológico Nacional con los datos que me brinda intentamos dar información de lo más confiable”.Con acento extranjeroSi hay una característica que identifica a Zyncenko es su marcado acento que remite a algún idioma del este de Europa. Sus padres eran ucranianos, sin embargo, ella se crió en la Argentina desde que tenía menos de un mes. “Papá y mamá se conocieron en Roma después de la guerra. Yo nací en Nápoles. Después de tenerme, mi mamá vino conmigo solita en barco. Después la siguió mi papá. Vivimos un tiempo en el hotel de inmigrantes y enseguida nos mudamos a una zona rural, entre Pilar y Moreno. Mi papá se dedicaba a la construcción. Era techista, pero después, por necesidad, aprendió a hacer de todo. En ese lugar nacieron mis dos hermanos, Pablo y Pedro. Vivíamos en una zona un poco aislada y en casa se hablaba ucraniano. Ese es todo el misterio de mi acento”, cuenta.Desde su infancia, las inclemencias del tiempo no le fueron ajenas. A diario, para ir a la escuela debía andar a pie cuatro kilómetros por el campo. “Eso era aprender lo que son los rigores del tiempo. En invierno había que aguantar las heladas, las orejitas con sabañones, la escarcha”, recuerda. Pero la verdadera causa que la llevó a descubrir su vocación por la meteorología se debió, según ella, a una frustración. “Con uno de mis hermanos habíamos ido a la escuela primaria y secundaria juntos. Cuando la terminamos, el decidió que iba a estudiar economía. Yo no podía ser menos. El problema fue que cuando dimos el ingreso él aprobó y yo no”, revela.La idea que tenía ella era prepararse para dar el ingreso al año siguiente. Sin embargo, el hermano le hizo cambiar de planes. “En su trabajo vio un aviso del servicio meteorológico en el que se ofrecían becas para estudiar meteorología. Entonces averiguó sobre estas becas y fue a visitar el Servicio Meteorológico, para ver cómo funcionaba Después vino a proponerme que me presentara para una de esas becas. Me convenció y lo hice. Di los exámenes reuní los puntos necesarios para conseguirla. Así nació esta vocación que hoy me apasiona”, explica. Luego agrega: “Mi experiencia de trabajo en el Servicio Meteorológico Nacional es maravillosa y el agradecimiento que le tengo a esa institución y a la gente que trabaja allí, inmenso”.

Fuente: La Nación

Comparte este artículo en: