En un contexto de grave emergencia sanitaria producto de la pandemia de Covid-19, en la Argentina comienzan a asomar en paralelo otras expresiones que destacan urgencias igual de relevantes para el futuro inmediato y mediato del país. Nos estamos dando cuenta desde muchos sectores -incluso desde sectores de profunda sensibilidad social como la Iglesia católica- que tenemos que comenzar a pensar más allá de la pandemia y poner nuevamente en el centro del debate la necesidad de volver a generar empleo genuino y, con ello, la necesidad de revalorizar la educación como vía de progreso social.Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA, concluye a partir del informe “Efectos de la pandemia Covid-19 sobre la dinámica del bienestar en la Argentina urbana” que los derechos más afectados durante la pandemia fueron “salud, educación y trabajo”, y afirma que los problemas estructurales de pobreza por ingresos no son por falta de programas sociales, sino por falta de trabajo.Por su parte, del informe de marzo pasado de la Encuesta de Indicadores Laborales de Trabajo que realiza el Ministerio de Trabajo surge que los empresarios redujeron drásticamente las expectativas de aumento del empleo. Sucede que, si bien las expectativas netas de las empresas con relación a la contratación de personal para los próximos tres meses resultaron positivas en 0,5% de los casos, se ubicaron en un nivel notablemente más bajo que el mes previo cuando había subido a 2,4%. Se presume que la razón que explica que sea tan baja la porción de empleadores privados que proyectan una mejora de sus dotaciones se vincula con las restricciones en actividades intensivas en mano de obra que se impusieron de mediados de abril.Al igual que sucedió cuando comenzó la pandemia, tenemos que aprovechar que podemos mirar lo que otros países están haciendo para revisar los éxitos y también los errores, para que nosotros podamos tomar medidas con “el diario del lunes”.Así, podemos considerar de manera positiva el caso de los Estados Unidos que, con un intensivo plan de vacunación, está volviendo a retomar prácticamente con normalidad las actividades económicas y sociales y está dejando atrás la dura pandemia. Eso mismo también sucede con el Reino Unido, Israel, y en Europa de a poco los países de la Comunidad también están retomando el ritmo de trabajo. A nivel empresas, Google y Amazon les piden a sus empleados que vuelvan a las oficinas, fomentan el trabajo presencial y vuelven a hablar de reestablecer la cultura del trabajo “centrado en la oficina”. La tendencia, entonces, es tratar de reestablecer el ritmo habitual de trabajo y superar la pandemia.En la Argentina hay que volver a pensar más en el trabajo genuino y menos en subsidios. Como lo manifiesta Salvia, “hay que pensar cómo crear trabajo, porque en realidad se vienen alimentando cada vez más programas sociales sin resolver el problema” estructural de la pobreza. Las asistencias económicas del Estado a poblaciones vulnerables no constituyen un ingreso constante como el que se logra con el empleo. Por lo tanto, no son soluciones de largo plazo, ya que no permiten a las familias resolver sus presupuestos familiares. Y al pensar en generar trabajo, idealmente tenemos que pensar menos en Estado empleador y más en un Estado que propicie las condiciones para que se fomente el empleo privado. Tengamos en cuenta que la Argentina es el país de América Latina que más puntos de PBI (12.7%) gasta en personal, es de 2016 el país en la región que mayor porcentaje de población empleada en el sector público tiene (casi 19%), y en términos generales el empleo público viene creciendo por encima de la tasa de crecimiento demográfico (5 veces más), pero, sin embargo, la Argentina arrastra 10 años de estancamiento del PBI.Como se sabe, el fenómeno del trabajo es multidimensional. Y un aspecto clave, si queremos recuperar el foco en el empleo, es reconstituir la educación. Se estima que 1,5 millones de estudiantes abandonaron en la Argentina sus estudios durante 2020 por la pandemia y las medidas de restricción que impidieron continuar las clases presenciales. Es indispensable lograr que los niños y adolescentes vuelvan a vincularse con la escuela y tenemos que sumar a las Universidades en el debate sobre la presencialidad.Y, por sobre todo, para que esto sea posible, hay que dejar las diferencias políticas de lado. Necesitamos dejar a un lado grietas de pensamiento y unirnos para entender, primero, que todo el planeta vivió y vive la pandemia, que los problemas no solo se dan en la Argentina, y en segunda instancia que las peleas y las triquiñuelas políticas no nos ayudan como país a volver a encausar el rumbo. Las divisiones solo traerán más miseria y pobreza. Necesitamos que la clase dirigente vuelva a unirse, como sucedió al inicio de la pandemia en 2020, y logren consensuar las pautas para, enfrentando con valentía la emergencia sanitaria, establecer las condiciones para recuperar la cultura del trabajo y de la educación.Miembro de la Academia Nacional de Educación
Fuente: La Nación