Con El espejo de nuestras penas (Salamandra), su voluminosa y atrapante novela ambientada en el éxodo que los parisinos debieron emprender a causa del avance nazi en 1940, Pierre Lemaitre (París, 1951) cierra su trilogía sobre el periodo de entreguerras en Francia, denominada amargamente Hijos del desastre. El autor, un “escritor tardío” que comenzó a publicar pasados los cincuenta años, escoge de la marea humana que huye de los alemanes a varios personajes, entre ellos a Louise y Raoul, a Alice y Fernand, a la pequeña Madeleine y a un joven funcionario del Ministerio de Información, Désiré Migaud, cuya función es levantar la moral de los franceses durante el conflicto bélico, aunque para ello sea tergiversar la realidad. “El auténtico Ministerio de la Guerra era el Ministerio de Información, y Désiré era su heraldo”, narra Lemaitre con deliberado tono decimonónico. Las fake news no se inventaron en el siglo XXI.Portada de “El espejo de nuestras penas”, novela de Pierre Lemaitre que cierra la trilogía “Hijos del desastre”“La vida de un novelista es siempre un poco ‘confinada’ -dice Lemaitre a LA NACION acerca de su experiencia durante la pandemia-. Soy más afortunado que mucha gente. No soy yo quien ha soportado la crisis”. El escritor, mimado por el público en su país y elogiado en el extranjero por su habilidad para idear tramas sólidas y entretenidas, obtuvo con Nos vemos allá arriba, la primera entrega de la trilogía, el prestigioso Premio Goncourt en 2013. A diferencia de las dos novelas previas de Hijos del desastre, Lemaitre ha elegido para el cierre de la trilogía a un protagonista colectivo, que opera como una alegoría de la sociedad francesa durante la guerra. En 2020, Lemaitre había anunciado que dejaría de los policiales; el creador del comandante Camille Verhoeven -con el que se dio a conocer en 2006, en la novela Irène- confirma a este diario que se despide del género con el que su escritura se hizo popular.-¿Por qué eligió el periodo del éxodo de 1940 para concluir su trilogía?-Es un momento muy excepcional en la historia de Francia e incluso de Europa. Este breve período de unas pocas semanas cuenta la historia de todo un pueblo presa del pánico: millones de personas se encuentran en las carreteras que se dirigen hacia el sur sin siquiera saber exactamente hacia dónde irán. Este momento del éxodo es, además, una metáfora de todos los períodos y quizás del que vivimos en la actualidad, en el que muchas personas presas del pánico se comportan de forma irracional.-¿Se considera un novelista histórico? ¿Cuánta influencia tiene la historia en lo que escribe?-La historia me proporciona historias, es decir, temas narrativos. ¡La historia es una gran fuente de intriga y ficción! Yo diría que como la mayoría de las novelas nos cuentan algo que ha terminado, todos los novelistas son escritores históricos. Lo que me interesa no es que los personajes sean los héroes de sus propias historias, sino cómo los acontecimientos históricos se imponen de repente a personas que no los habían buscado ni previsto. Para mí la importancia no está en quién prepara o dirige los acontecimientos, sino en quién los sufre. Y ahí entra la mayoría de la población. Más de once millones de personas se sumaron al éxodo de 1940.-¿En qué sentido se puede decir que usted y sus compatriotas son “hijos del desastre”? ¿Cuáles son las catástrofes actuales que tendrán las generaciones futuras?-Se trata de una generación, la del período de entreguerras, que fue sacrificada al mismo tiempo en la Primera y en la Segunda Guerra Mundial. Albert Maillard, en Nos vemos allá arriba, es un joven que se sacrifica en la Primera Guerra Mundial, como soldado, y Louise también está gravemente afectada por la guerra: perdió a su padre allí y su madre se volvió loca. No creo que la próxima generación tenga posibilidades de evitar la catástrofe climática que le legamos y que, ¡ay!, provocará en gran medida una guerra mundial.-¿Es cierto que ya no escribirá novelas policiales, con las que tanto éxito ha tenido? ¿Por qué ?-Me cansé un poco de las limitaciones relacionadas con el género. El lector se ha convertido en un experto, y hoy llevar adelante una intriga se ha convertido en un tour de force técnico. Además, no creo que pueda agregar nada nuevo a este género ahora. A partir de Nos vemos allá arriba, he iniciado una suma novelesca que me moviliza y que sigue inspirándome.Escena de la serie de Netflix “Recursos inhumanos”, basada en la novela homónima de Lemaitre; para el autor, esta adaptación resultó “francamente desastrosa”-¿Qué opina de las adaptaciones cinematográficas y televisivas de sus novelas? ¿Cree que estas son las razones de la popularidad de tu literatura?-Como vinieron después de mis libros, no creo que deba mi fama a la industria audiovisual. Las adaptaciones son como las novelas mismas: hay algunas muy buenas, algunas buenas y algunas francamente desastrosas. En mi opinión, la adaptación de Nos vemos allá arriba, de Albert Dupontel, está en la primera categoría; la de Tres días y una vida, de Nicolas Boukhrief, en la segunda, y la miniserie de Netflix Recursos inhumanos, en la última.Netflix: Recursos inhumanos es un impiadoso drama social con un gran Eric Cantona-¿Qué se siente ser un escritor best seller en Francia y fuera de Francia?-Para ser franco, el éxito es más fácil de soportar que el fracaso; es más fácil vivir con comodidad que en la indigencia y la notoriedad es más placentera que el anonimato. No me puedo quejar.-¿En qué está trabajando en este momento?-Estoy trabajando en una segunda trilogía, cuyo primer volumen se publicará en Francia en enero de 2022. Estoy en el proceso de empezar a escribir el segundo volumen, que espero se publique al año siguiente.-¿Qué opina de la “cultura de cancelación” y de las denuncias de abusos sexuales en el mundillo intelectual de su país?-La “cultura de la cancelación” me hace pensar irresistiblemente en George Orwell que, en 1984, imagina un ministerio especialmente encargado de reescribir la historia de acuerdo con la actualidad y los intereses del momento. Es insostenible en la vida real. La comunicación, por su velocidad y escala, se ha vuelto tal que encuentro algo patético en querer borrar partes enteras de la historia en lugar de explicarlas y darles un significado. En cuanto a las cuestiones relacionadas con la opresión sexual masculina, ya era hora de que se probaran los hechos y de que los hombres dejemos de creernos que podemos hacer cualquier cosa.-¿Cuánto debe su literatura a las grandes novelas europeas de personajes de los siglos XIX y XX?-La mayor parte de mi trabajo es un reconocimiento permanente a la literatura porque es la literatura la que me hizo quien soy. Y que estas novelas, las del siglo XIX francés, pero también inglés, ruso, español, alemán, eran esenciales. Los usos narrativos de ese momento siguen siendo muy efectivos en la actualidad: el formato de las series de televisión, por ejemplo, no se explica sin el folletín o la novela por entregas.-¿Le gusta crear personajes femeninos como los de la trilogía Hijos del desastre? ¿Cuál es su fórmula para abordar las subjetividades femeninas en la era de #MeToo?-No tengo ninguna dificultad con los personajes femeninos. Creo que un escritor que solo pudiera escribir personajes que se parecen a él sería un novelista muy aburrido. Por lo demás, no veo por qué los problemas feministas actuales influirían en mi forma de crear mis personajes femeninos. Si ese fuera el caso, ¡me preocuparía mucho mi forma de ver a las mujeres!-¿Cómo reacciona ante una reseña negativa? ¿Quiénes son sus primeros lectores?-Nunca leo críticas, mi esposa sí. Ella simplemente me dice: “En tal o cual diario, es positiva” o “aquí, es negativa”. Para mí esto es más que suficiente. Por lo demás, mi técnica es sencilla. Primer acto, le doy mi novela a mi esposa y a mi agente. Gracias a sus comentarios, escribo una segunda versión que doy a leer a un círculo de familiares, cinco o seis personas, y gracias a sus comentarios hago una nueva versión. Es esta versión la que le entrego a mi editor. Sus opiniones me permiten estabilizar el texto antes de su publicación.

Fuente: La Nación

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