Piedras en la plaza El 16 de agosto, el señor Presidente dijo textualmente, tras admitir el error por la fiesta en Olivos: “Aumenta mi compromiso con ustedes”. Pero al día siguiente me entero y veo que ordenó retirar las piedras puestas en la Plaza de Mayo. Duelo a cielo abierto. Allí estaba la que dejé de mi marido, el doctor Alejandro María Canese, fallecido el 2/10/2020, quien fue internado el 17/9/2020 y debió hacerse un doble bypass y falleció de Covid. Nunca más lo vi. No pude sostener su mano, abrazarlo, ni despedirlo. Mi único homenaje fue el acto del lunes 16 y la mención de su nombre en una misa. En primer lugar, le recuerdo que la Plaza de Mayo es del pueblo de la ciudad de Buenos Aires; como mínimo debió darle intervención al jefe de gobierno porteño. No veo por qué entonces no ordenó el levantamiento de la carpa de los indígenas, que está allí desde hace más tiempo. ¿Son ellos más argentinos que nuestros muertos? ¿Que nosotros? ¿Sus derechos humanos son superiores a los nuestros? Las piedras, no. Exijo que cada piedra esté en su lugar. Exijo el mismo derecho (art. 16 de la Constitución) Liliana Beatriz Millo DNI 10.200.165 Mirada sesgada Pese a haber sido una marcha respetuosa, silenciosa y sin banderas ni consignas políticas, el asesor presidencial Ricardo Forster criticó la “marcha de las piedras” diciendo que “no había duelo, sino odio” y que fue “una estrategia de destrucción hacia la figura del Presidente”. ¡Así como lo leen! Es sorprendente que tenga una mirada tan sesgada que haya detectado solo falta de duelo y odio cuando todo el tiempo se vivieron escenas muy tristes de llanto e inmenso dolor, y solo hubo unos pocos reclamos. Por otra parte, leí que se va a buscar un lugar para disponer las piedras de los homenajes. Se me ocurre que el mejor lugar para los 110.000 muertos, la inmensa mayoría de ellos no velados, podría ser el Parque de la Memoria de la Costanera, donde los familiares puedan velar a sus deudos. Edgardo Hilaire Chaneton DNI 5.530.623 Arrepentimiento La herida producida en la sociedad por la imagen del Presidente celebrando festivamente, y pese a sus órdenes, mientras la muerte reinaba alrededor, es muy penosa. Es un hecho de abuso emocional social serio. Por eso no alcanzan las palabras “perdón” o “disculpe”, que son más para situaciones cotidianas de menor importancia, por ejemplo, un “caramba, lo empujé sin querer”. Aquí cabe una sola palabra y es la de la mayor profundidad: me arrepiento de lo que hice. Y arrepentirse proviene etimológicamente de penitencia y de un profundo rechazo en uno mismo de lo que se ha obrado. Un cambio de posición interior, o “metanoia” como lo llamaban los griegos. Una actitud incompatible con crear un compuesto con reproches a actos de otros. El arrepentimiento no se pide como las disculpas: se siente en el interior de la propia alma y se exclama como tal y de rodillas, humildemente. Si no, es porque es otra cosa. Eduardo J. Padilla Quirno CI 5.937.621Vara Escuché al señor Presidente gritar que es un hombre común que se equivocó por la cena que se hizo en Olivos, quebrando su mismísima autoridad según el DNU presidencial. Dos reflexiones: ¿se pide perdón así, a los gritos y enojado con los ofendidos de quien se espera el perdón? ¿O más bien con la mirada avergonzada y voz baja y suplicante? Además, se proclama un hombre común que se equivocó, después de tratar de estúpidos e imbéciles a los ciudadanos argentinos que, tan pícaros como él y su compañera, decidieron incumplir la cuarentena y festejar su cumpleaños. No me queda clara la vara de justicia del Presidente, hombre común él, tarados e imbéciles los otros. Ana Astigueta DNI 12.431.271 InvitaciónUna reflexión después de leer a Joaquín Morales Solá. Él dice: “Los invitados no tienen la culpa. Nadie rechaza la invitación de un presidente”. Disiento, con todo respeto, con esta afirmación. Los invitados tienen la responsabilidad personal de decir que no a cometer un ilícito, aunque el pedido sea del Presidente. Podrían haber dicho no a ir a una cena, a llevar a su hijo a una cena, a circular en pandemia. No lo hicieron, no ejercieron su derecho a no infringir la ley. Es contrafáctico, pero… ¿qué hubiera pasado si alguna de las tantas personas involucradas: invitados, invitadas, anfitriones, personal de servicio, guardias, asesores, le hubiera dicho que no al Presidente? Voy más allá: ¿y si otros funcionarios en otras ocasiones también se hubieran negado a quebrantar la ley? Otra sería nuestra historia. Adriana Gorlero DNI 18.025.433 Orden“Alberto, poné orden donde tengas que poner orden”, ordenó, valga la redundancia, la vicepresidenta. Es de imaginarse que se refiere a su hogar, su gobierno, su familia y, sobre todo, su cabeza. María Silvia Marzinelli msmarzinelli@gmail.com Estudiantes No entiendo por qué miles de estudiantes universitarios no pueden volver a las aulas, como los alumnos de jardín, colegios primarios y secundarios. Se ven obligados a estudiar por Zoom, sin conocer ni poder consultar a sus profesores ni entrar en contacto con sus compañeros. Me gustaría que alguna autoridad me explique semejante error. Conozco bien el tema por tener un nieto cursando Ingeniería en una universidad privada. Por tener en este cuatrimestre Química solo están autorizados a concurrir al laboratorio. Esto me parece un sinsentido y un perjuicio para nuestros estudiantes, futuros profesionales. Mara Lía Campos DNI 6.640.848 En la Red FacebookEnojo de familiares de víctimas del Covid por el retiro de las piedras de Plaza de Mayo “¡Se robaron y se apropiaron del dolor y el duelo de las familias de los más de 100.000 muertos por Covid! Indignante y vergonzoso”- Patricia Di Baja“Las ocultaron para que la gente no esté sacándose fotos ya que es un papelón para este gobierno de científicos”- Nelvi Schmitd Bitschi“¡Les da vergüenza mostrar los muertos!”- Marta JurewiczLos textos destinados a esta sección no deben exceder las 15 líneas o los 1100 caracteres. Debe constar el nombre del remitente, firma, domicilio, teléfono y número de documento. Por razones de espacio y de estilo, la naciOn podrá seleccionar el material y editarlo. Los mensajes deben enviarse a: cartas@lanacion.com.ar o a la dirección: Av. Del Libertador 101, Vicente López (B1638BEA)
Fuente: La Nación