Por Marco Aquino y Marcelo RochabrunLIMA, 16 jun (Reuters) – Cuando era niño en una zona rural
de Perú, Pedro Castillo ayudaba a recoger y triturar caña en la
pequeña hacienda de sus padres. Ahora está cerca de ejercer el
máximo poder en Perú, impulsado por los mismos votantes con los
que creció.Castillo, profesor de una escuela pública primaria y líder
sindical, parece estar listo a ser designado presidente electo
tras postular por un partido marxista de izquierda que ha
dividido a los peruanos y sacudido el sistema político del país
andino, los mercados y a la clave industria minera de cobre.El hijo de campesinos analfabetos se proclamó el martes
ganador de la elección presidencial después de que concluyó el
recuento de votos, a pesar de que su rival de derecha Keiko
Fujimori ha pedido impugnar y anular sufragios en su contra por
supuestas irregularidades en el proceso.El máximo organismo electoral peruano aún tiene que
confirmar el resultado y anunciar oficialmente al ganador. Al
final del conteo, Castillo estaba 44.058 votos por delante de
Fujimori.”Hoy es el momento de la gran unidad del pueblo peruano,
para gestar una lucha, no solamente contra la pandemia sino con
otras pandemias que ha habido en estos últimos 30 años”, dijo
Castillo desde un balcón el martes a sus seguidores.El lider izquierdista publicó una foto suya con los brazos
en alto y la palabra “Presidente” en letra grande en Twitter:
“Un nuevo tiempo se ha iniciado”, dijo en la red social.Su ascenso fue impulsado por el descontento generalizado de
los partidos políticos tradicionales y el aumento de la pobreza
en el país de 33 millones de personas, que ha sido golpeado por
el brote de coronavirus más mortal del mundo.”¡Nunca más un pobre en un país rico!”, fue un estribillo
clave de sus mítines, luciendo siempre un sombrero de ala ancha
y sujetando un enorme lápiz inflable, símbolo de su partido, al
final de cada actividad proselitista, en la que veces bailaba.Castillo -de 51 años- se ha comprometido a reescribir la
Constitución de Perú para fortalecer el papel del estado, tomar
una porción mucho mayor de las ganancias de las empresas mineras
que, según afirma, han “saqueado” el país sudamericano.En ocasiones, han amenazado con nacionalizar el sector, lo
que genera nerviosismo entre los inversores y los mineros.En el último tramo de su campaña, Castillo ha suavizado su
retórica, pero los críticos dicen que sus planes sacudirían la
base política y económica de Perú después de más de tres décadas
de políticas favorables al mercado que han convertido al país en
un refugio relativamente seguro en la volátil América Latina.”Debemos nacionalizar el gas Camisea, el oro, plata, uranio,
el cobre, el litio que se acaba de entregar a otros países.
Tienen que ser para los peruanos”, dijo en abril en la región
norteña de Cajamarca, su tierra natal y minera.En una entrevista tras las elecciones, un asesor clave dijo
a Reuters que como presidente, Castillo seguiría un camino más
moderado, aunque afirmó que era necesario aumentar los impuestos
a la minería para financiar las reformas sociales planificadas.”La idea básica es que se mantendría un economía de
mercado”, dijo Pedro Francke, un economista de izquierda
agregado recientemente al equipo de Castillo. “No es una idea de
intervencionismo masivo del Estado en la economía”.Castillo recibió un abrumador apoyo de las áreas mineras
clave que fortalecerán su mandato para hacer reformas en el
sector, aunque analistas e inversionistas dicen que un congreso
fragmentado debería limitar su poder para realizar reformas
económicas abruptas.”jehová es mi pastor”Castillo, quien alcanzó fama como líder de una larga huelga
de maestros en 2017, vive en el pequeño pueblo de Chugur con su
esposa Lilia Paredes, también maestra, y tiene tres hijos.Fue allí donde el izquierdista votó el 6 de junio y donde
recibió a los medios de comunicación en un desayuno con miembros
de la familia, muchos con el mismo sombrero pálido distintivo de
ala ancha y partiendo el pan juntos en una comida sencilla.La escena tenía como telón de fondo unas cortinas coloridas,
que reflejaban su herencia andina, y un cartel que decía en
inglés “Jehová es mi pastor”, indicio de valores conservadores
de Castillo que conviven con sus credenciales socialistas.”La verdad es que estamos hechos con valores cristianos y
morales y no hay lugar para cosas más allá de eso”, dijo a
Reuters Raúl Oblitas, sobrino de Castillo, frente a la sencilla
casa de adobe del candidato en Chugur.Oblitas habló extensamente sobre los antecedentes de su tío
en educación y su lucha por los derechos de los maestros como un
hito clave en su desarrollo político. Oblitas dijo que Castillo
no estaba impulsado por el dinero, ni estaba buscando establecer
un gobierno de estilo comunista como algunos han afirmado.En cambio, busca romper las divisiones geográficas y
raciales que habían significado que las comunidades rurales de
Perú se queden rezagadas, ya que las principales ciudades como
la capital, Lima, cosecharon los principales beneficios de
décadas de crecimiento impulsado por la minería.”Las clases olvidadas ahora encuentran cobijo en las
propuestas del profesor Pedro Castillo. ¿Por qué? Porque él
representa al pueblo. Pedro Castillo es un maestro común como
todos los demás, es un campesino”, dijo Oblitas.Probablemente el nuevo hogar de Castillo será bastante
diferente al anterior: el Palacio de Gobierno de Lima, también
llamado Casa de Pizarro, que lleva el nombre del conquistador
español Francisco Pizarro González, quien hace unos 500 años
conquistó al líder indígena Atahualpa en Cajamarca.”voluntad del pueblo”Castillo ingresó a la política en 2002 cuando se postuló sin
éxito para alcalde por el partido centrista Perú Posible del ex
presidente Alejandro Toledo, quien hoy enfrenta la extradición
desde Estados Unidos por cargos de corrupción en el país andino.En el 2020 Castillo se unió a su actual partido Perú Libre,
fundado por el ex gobernador Vladimir Cerrón, un admirador de
los gobiernos de izquierda Cuba, Venezuela y Bolivia, que fue
impedido postularse por cargos de corrupción pasados.Castillo, sin embargo, ha buscado mantener la distancia con
Cerrón. “Acá las decisiones las toma Castillo. El señor Cerrón
está impedido judicialmente y no lo van a ver ni siquiera de
portero en ninguna entidad del Estado”, dijo recientemente.Aún así, los partidarios de Fujimori afirman que Castillo
llevaría a Perú hacia el comunismo y lo compararon con
izquierdistas autoritarios como el exlíder venezolano Hugo
Chávez, un paralelismo que Castillo rechaza enérgicamente. En
las calles de Lima aparecieron carteles con mensajes de
advertencia de la amenaza del comunismo antes de la votación.Castillo ha dicho que quiere revocar el “modelo neoliberal”
del segundo mayor productor mundial de cobre y devolver la
riqueza a los peruanos, lo que incluye gastar más en educación y
sistemas de salud débiles que han sido expuestos por COVID-19.”Debemos entender que la pandemia es un problema
estructural, no es solo un problema de salud, el problema de
salud en el Perú ha sido totalmente desatendido”, dijo.El líder socialista, que llegó a caballo para votar en la
primera vuelta, es conservador en otros asuntos, como gran parte
de la población peruana: rechaza legalizar el aborto, el
“enfoque de género” en la educación y ha sido reacio a reconocer
los derechos de las minorías sexuales.Eso ayudó a ganar votantes como José Diez Días, de 75 años,
en la Plaza de Chota en la región andina donde nació Castillo.”Es conocido como maestro y ha sido una buena persona”, dijo
a Reuters, y agregó que apoyaba a Castillo ya que los peruanos
necesitaban más ayuda. “Pasamos hambre y tenemos que apoyar a
nuestros compatriotas”, manifestó.
(Reporte de Marco Aquino y Marcelo Rochabrum, Editado por Adam
Jourdan, Editado en español por Juana Casas)
Fuente: La Nación