Por Yiming WooPARÍS, 26 jul (Reuters) – “Robot, levántate”. Oscar
Constanza, de 16 años, da la orden y, lenta pero
inexorablemente, un gran armazón atado a su cuerpo le levanta y
empieza a caminar.El exoesqueleto, que se sujeta a los hombros, el pecho, la
cintura, las rodillas y los pies, permite a Oscar -que padece
una enfermedad neurológica genética que hace que sus nervios no
envíen suficientes señales a las piernas- atravesar la
habitación y darse la vuelta.”Antes necesitaba que alguien me ayudara a caminar, (…)
esto me hace sentir independiente”, dice Oscar, mientras su
padre Jean-Louis Constanza, uno de los cofundadores de la
empresa que fabrica el exoesqueleto, lo observa.”Un día Oscar me dijo: ‘papá, tú eres ingeniero en robótica,
¿por qué no haces un robot que nos permita caminar?”, recuerda
su padre, en la sede de la empresa Wandercraft en París.”Dentro de diez años, no habrá sillas de ruedas, o habrá
muchas menos”, afirma.Otras empresas de todo el mundo también están fabricando
exoesqueletos, compitiendo por hacerlos lo más ligeros y
utilizables posible. Algunos se centran en ayudar a las personas
con discapacidad a caminar, otros en una serie de aplicaciones,
como hacer que estar de pie sea menos cansado para los
trabajadores de las fábricas.El exoesqueleto de Wandercraft, un armazón exterior que
soporta pero también simula el movimiento del cuerpo, se ha
vendido a docenas de hospitales de Francia, Luxemburgo y Estados
Unidos por unos 150.000 euros (176.000 dólares) cada uno, dijo
Constanza.Todavía no puede ser adquirido por particulares para su uso
cotidiano; esa es la siguiente fase en la que está trabajando la
empresa. Un exoesqueleto personal tendría que ser mucho más
ligero, dicen los ingenieros de Wandercraft.En las afueras de París, Kevin Piette, de 33 años, que
perdió la capacidad de andar tras un accidente de bicicleta hace
10 años, se prueba uno, caminando por su apartamento, con el
mando en la mano.”Al final es bastante parecido: en lugar que la información
vaya del cerebro a las piernas, va del mando a distancia a las
piernas”, dice, antes de prepararse la cena y caminar con él
desde la cocina al salón.
(Reporte de Yiming Woo; escrito por Ingrid Melander; editado en
español por Benjamín Mejías Valencia)
Fuente: La Nación