Hoy es un día especial, querido lector. Va a votar en un contexto diferente y no solo por la pandemia, que muchos están usando de pretexto para que se asuste y esquive el cuarto oscuro. No les haga caso. El virus es más previsible que nuestros políticos y jueces. Si usted se protege bien del Covid, lo más probable es que no le pase nada. No así con los otros mencionados más arriba.Vaya y vote con la mente, con el corazón, con alcohol en gel, barbijo, mascarilla, un Voligoma para pegar el sobre y una birome para firmar. Lo más difícil es lo primero: saber por quién votar. Lo demás se consigue en la farmacia o en la librería del barrio. No se olvide de la distancia social de dos metros con el otro elector y tome mayor distancia de la trifulca que se armó entre la Cámara Nacional Electoral y la jueza Servini de Cubría.La Cámara Electoral acusó a la jueza María Servini de causar “confusión y estrépito” en el electoradoSi nos faltaba una grieta era la de la justicia electoral. La Cámara dispuso que haya un “facilitador sanitario” en cada local. La jueza dijo que será de “dudosa efectividad”. Los camaristas habilitaron un aforo de ocho mesas por centro de votación y colas de votantes en la calle. La jueza dijo que habrá más mesas y que los electores esperarán tanto adentro como afuera. La Cámara determinó un horario para que voten las personas que integran grupos de riesgo. La jueza retrucó que podrán hacerlo cuando quieran. La Cámara estableció que cualquier persona sospechosa de Covid puede votar garantizándole medidas de higiene y distanciamiento. Servini decidió que no vayan.La Cámara dijo que los que a las 18 todavía estén haciendo cola, recibirán un número y podrán votar aunque haya terminado el horario. Esté atento a si le dan el “verde 14” y se le quiere colar el “rosa 18”.Quiénes son los principales protagonistas de una elección decisivaNo se complique, estimado. Ni siquiera cuando –a pedido de alguien de la mesa– deba bajarse el barbijo para que las autoridades corroboren que es usted el que va a votar y no el puntero del barrio que le hizo un tackle en la entrada. Tampoco cuando le pidan que no toque la urna cuando mete el sobre –tenga cuidado con errar el lanzamiento y darle en el ojo al presidente de mesa–. Haga caso a la Cámara cuando advierte “no compartir mate, no saludar con besos, abrazos ni apretones de manos” y, menos, con el fiscal de la lista que eligió porque eso sería voto cantado. No le pase la lengua al sobre, no le dé en mano el DNI a nadie. Apóyelo sobre la mesa y retírelo de ahí junto con el troquel. Si siente que está jugando al Twister, disfrútelo. Pero más disfrute haber cumplido con su deber ciudadano. Y recuerde: no se queje si no se queja. El voto vale mucho y hay que cuidarlo. Esta vez: no se quede en casa.
Fuente: La Nación