Durante más de un año, las ropas de gala descansaron en los armarios, el silencio reinó en la sala y las célebres funciones de la Ópera de La Scala, en Milán, se redujeron a los videos que emitía la Rai de manera gratuita. Sin embargo, el ritmo de la vacunación europea y el notable descenso de casos repercuten en todos los niveles, incluyendo la sociabilidad del teatro más importante de Italia que el lunes pasado reabrió sus puertas. Barbijos mediante, el público ávido de roce volvió a escena: miradas, saludos, conversaciones y una micoresfera propia que resiste el paso del tiempo y hasta los estragos de un virus desconocido. ¿Cuál es el misterio que en plena era hiperconectiva mantiene intacta esa mística? La propiedad de los palcos fue pasando de aristócratas, a empresarios, músicos y funcionarios: habrá que ver si la pospendemia nos sorprende con una una nueva categoría.

Fuente: La Nación

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