Con el auge y las ganas actuales de emprender una huerta, a partir de la posibilidad que ha brindado el asilamiento, Infocampo recopiló los siete más errores más comunes que impiden, muchas veces, la instalación de la huerta, sobre todo, cuando el plantín no se compra en el vivero y el nacimiento de la huerta parte desde la semilla sembrada. 
Aunque es proceso delicado y lleva tiempo, la siembra de la semilla es uno de las instancias más bonitas. 
Los errores.

Sustrato de calidad: Es fundamental un sustrato de calidad ya que será el soporte de la planta en sus primeras etapas. Por ello, debe aportarle los nutrientes necesarios. Tierra de baja calidad puede portar patógenos, y hasta plagas, que atacan a la semilla. Idealmente, hay que elegir un sustrato de compostaje o lombricompuestos o. especialmente preparado para semilla. 
Conservación correcta de la semilla: Es fundamental que la semilla a sembrar haya estado guardada en un sitio oscuro, seco y fresco, es decir, respecto a esto último, que no haya padecido las altas temperaturas. Si no se respetan estas condiciones de conservación, está en riesgo la germinación.  Siempre está la posibilidad de realizar un test de germinación antes de la siembra. 
Sembrar más de una semilla: No todas las semillas sembradas nacerán, más allá de la prueba de germinación que se haya realizado. Por ello, es aconsejable sembrar más de una semilla de cada especie. Esto asegura un mayor logro y se evitan pérdidas de tiempo. La recomendación: sembrar de a dos o tres semilla por caso. Si germinan todas las semillas, se puede transplantar, separándolas.
Profundidad de siembra: Idealmente, la profundidad de siembra de cada semilla debe ser de dos a tres veces el tamaño. Aquellas especies que tienen semillas más pequeñas deben estar a una menor profundidad. Deben tener el menor recorrido hasta llegar llegar a la superficie. Cuanto más tiempo enterradas más riesgo corren. 
Evitar el exceso de agua durante la germinación: Durante la germinación de la semilla no es aconsejable excederse en el riego. Este debe practicarse de dos a tres veces por semana o a partir de observar el sustrato seco. El agua en exceso permite la proliferación de hongos (comúnmente aparece un moho blanco sobre el sustrato germinador). En este caso, lo ideal es poder regar desde base, de esta forma, se impide el crecimiento del hongo y el exceso de humedad. 
La planta nacida debe recibir la luz solar directa: Una vez que la plántala salió a la superficie debe recibir la luz solar directa. A la sombra o semi-sombra, la plántula tenderá a buscar las luz y se extiende mucho más el tallo que la raíz, alterando el desarrollo normal y proporcional. 
La temperatura: Este es un factor fundamental para el desarrollo de cualquier planta, tanto del día como de la noche. Durante la germinación otoño-inverna,  de plantas que pasarán a la primavera, se necesita un promedio térmico de 15 grados centígrados, que debe mantenerse estable, evitando las temperaturas frías nocturnas o las heladas. En estos casos se pueden guardar los germinados en botellones plásticos que funcionen como  pequeños invernaderos y logren estabilidad térmica.

 

Fuente: InfoCampo

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