¿Quién le pone el cascabel al fútbol? Como si los pliegues de la ola no la alcanzara, la pelota sigue rodando en la Argentina. No importa que la imagen de los partidos genere rechazo entre aquellos que entienden que no vale todo, siempre. El show debe continuar, a cualquier costo. Solo ahora, en el peor momento desde que la pandemia hizo pie en la Argentina, se hará un paréntesis. Aunque será falso.¿Cómo que no habrá fútbol hasta el 30 de mayo? El juego entre Quilmes y Mitre de Santiago del Estero del viernes por la Primera Nacional, anunciado como “el último” hasta que empiece junio y las restricciones (tal vez) se levanten, fue apenas un punto y seguido. Es que ya el martes volverá a encenderse una cámara de TV para transmitir fútbol. Porque ambas acciones están indisolublemente ligadas. La Conmebol, ese undécimo Estado de Sudamérica, mantuvo la programación de las copas Libertadores y Sudamericana tal como estaban estipuladas. Por eso, desde el River-Fluminense de ese día hasta el Lanús-Aragua del jueves se sumarán nueve partidos en territorio argentino. Todos en zonas donde las tasas de contagios son altísimas: el AMBA y Rosario.La crisis social en Colombia no dejó margen: a pesar de la intención de los organizadores, la Copa América no se disputará en ese país. Pero sigue en pie (DANIEL MUNOZ/)No es nuevo el dislate. En las semanas anteriores, los partidos internacionales habían mantenido sus horarios habituales, todos por encima de las 18, la hora que el Gobierno argentino impuso como límite para el comienzo de los partidos locales en las zonas más inflamadas por el coronavirus. La razón que lo explica es circular: el circuito televisivo tiene una programación que no admite modificaciones, prácticamente. Hasta el extremo de que esa voluntad sea más fuerte que una decisión de estado. Está dicho: el Estado Conmebol pesa más que el estado argentino.Y entonces los clubes acatan lo que sea, con tal de no sacar los pies del plato. Como jugar un partido con 11 jugadores y un arquero improvisado, como pasó con River. Se explica en números: por los seis partidos de la fase de grupos de la Libertadores, cada entidad embolsa tres millones de dólares. El que llegue a ser campeón estirará ese ingreso a 15 millones de dólares. En la Sudamericana el monto es menor, pero no deja de ser una fortuna para tesorerías necesitadas: 900 mil dólares por la primera fase y 6,8 millones por levantar la copa en la final.En el ambiente suele decirse que “el fútbol es lo más importante de las cosas menos importantes de la vida”. Ya va siendo hora de dejar la frase en desuso. Al final, el fútbol importa más que casi todo. Y si no está de acuerdo, estimado lector, espere unos días: verá cómo el 13 de junio empezará a jugarse la Copa América en nuestro país, en medio de un escenario sanitario caótico. Luz, cámara, acción.Un futbolista se retira del estadio Centenario tras ser vacunado contra el COVID-19. El estadio será sede de la final de la Copa Libertadores 2021

Fuente: La Nación

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