“Bajen la tensión y la obsesión que tienen con Pfizer”, dijo ayer la ministra de salud, Carla Vizzotti enojada por los dichos de Santiago Cornejo, director del consorcio Covax, quien contó que la Argentina “dijo que no” a la llegada de vacunas del laboratorio Pfizer como parte de los envíos internacionales organizados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para enfrentar al coronavirus y que después matizó, pero no desmintió, con un correo electrónico dirigido a la funcionaria.Se equivoca la ministra si cree que existe una obsesión con Pfizer. La verdadera obsesión es pretender saber qué pasó con las vacunas de Pfizer que hoy no tenemos. Como también nos interesa conocer por qué solo Argentina, junto a Venezuela y Cuba, son los únicos países latinoamericanos que no acordaron con laboratorios americanos como Pfizer y también Moderna y Johnson, de los que casi no se habla, o las verdaderas razones que generaron el atraso de las vacunas de AstraZeneca, calificada como “un problema para Argentina” por el propio Canciller Felipe Solá, también sobre la designación de un socio local, el empresario Hugo Sigman, para la producción de esas dosis, si pudo ser esa la razón por la que se decidió comprar solo el 10% de las vacunas disponibles ofertadas por el Fondo Solidario Covax y los motivos del no cumplimiento de tiempos y cantidad de entrega de vacunas Sputnik V, de parte del Fondo de Inversión Rusa.El jefe de gabinete, Santiago Cafiero, deberá responder muchas preguntas así cuando hoy se presente en el Senado de la Nación, donde ya encendió otra polémica al conocerse que alegará que Argentina optó “por un mecanismo del 10% de las dosis del Fondo Covax por una evaluación de costo-beneficio y oportunidad”. El supuesto beneficio del que habla el ministro de por sí abre varios interrogantes, el primero, obviamente, es saber dónde estuvo el logro, y hablar de costo en estos momentos, cuando el país pierde millones de dólares por día por tener su economía parada producto de la eterna estrategia de encierro que propone el gobierno cuando el mismo ministro de Hacienda, Martín Guzmán, dijo que el plan económico era la vacunación, y cuando se pagaron 60 millones de dólares por el otro acuerdo con AstraZeneca que se retrasó por meses, suena hasta irrespetuoso.Otra “obsesión” que nos confunde es saber por qué si la incorporación de la palabra “negligencia” en la Ley de Vacunas fue un obstáculo, esperaron tanto tiempo para eliminarla, hasta pudieron hacerlo a través de un DNU, pero parecían convencidos en sostenerla hasta que comenzaron a faltar vacunas de los acuerdos que tenían avanzados y por los que sí apostaron. ¿Hay otra razón? Nadie lo supo explicar.Pero hay más, porque esos traspiés no resultan gratis. Otras de las consecuencias que viene dejando el lado oscuro de las negociaciones del gobierno argentino con Pfizer la dio a conocer Daniel Stamboulian, director médico de Stamboulian Servicios de Salud y presidente de la Fundación del Centro de Estudios Infectológicos (Funcei), que lamentó no haber podido avanzar de forma privada con el plan de adquisición de vacunas Pfizer. “Nosotros teníamos todo programado y habíamos hablado con Pfizer, y nos habían dicho que en julio probablemente podrían ellos empezar a vender a entidades como las nuestras, pero después vio lo que pasó con Pfizer”, dijo. De esta manera se frustró la posibilidad de que en julio el sector privado de salud contara con esa vacuna.En busca de esclarecer el turbio panorama, la diputada Graciela Ocaña invitó a Pfizer al Congreso a dar las explicaciones alrededor de las negociaciones llevadas adelante con el gobierno. “Me dijeron que estaban negociando con el Gobierno nacional y que, como todas las negociaciones son secretas, no iban a venir al Congreso. Esto es lo que me contestó Pfizer”, señaló Ocaña. Una respuesta que no conforma, si bien los contratos son secretos y reservados, como Pfizer aún no firmó ninguno, las negociaciones no deberían estar alcanzadas por ese acuerdo.Ahora, todos los laboratorios serán citados bajo apercibimiento por la Cámara de Diputados para dar explicaciones.El escándalo con Pfizer escaló a un punto tan delicado que llevó a la misma Ocaña a anunciar la presentación de un escrito en los Estados Unidos para que la empresa Pfizer dé a conocer qué pasó durante la negociación con la Argentina ya que su silencio podría estar “violentando las normas de acceso a la información tanto en la Argentina como en Estados Unidos”.Algo de razón tiene Ocaña, porque Pfizer tampoco ayuda cuando desmiente a unos, pero hace silencio con otros.Por ejemplo, Pfizer tardó solo horas en desmentir a Patricia Bullrich sobre su denuncia respecto a la “imposición de un socio local” y de la no existencia de “pagos indebidos”. Si bien Bullrich dice que no habló de sobornos, no fue muy precisa cuando usó la palabra “retorno”, eso es lo que contestó el laboratorio americano, sin embargo, Pfizer ni siquiera amagó a desmentir a la diputada Cecilia Moreau cuando dijo que Perú y Brasil “tuvieron que entregar sus recursos naturales” para comprar sus vacunas, algo que la propia Vizzotti impugnó, y tampoco se pronunció frente a una acusación muy grave de la misma Moreau que no dudó en apuntar a la oposición argentina como “lobista del Pfizer”. De esto aún no dijeron nada.Claro, tampoco refutaron al presidente cuando denunció, en una charla militante disfrazada de entrevista, que “Pfizer me ponía en una situación muy violenta de exigencias”. Cuáles, si existieron, fueron esas exigencias que violentaron a Fernández, es algo que también ayudaría que sea aclarado por el laboratorio, ya que el gobierno no lo hizo.Esta semana las vacunas comenzaron a llegar al país en buena cantidad, eso es cierto, como también es cierto que lo hacen varios meses más tarde de lo ideal. De haber ocurrido en tiempo y forma hoy tendríamos menos contagios y muertes. Esa es la razón que moviliza a muchos que aun ven lados oscuros en las distintas negociaciones y decisiones alrededor de la adquisición de vacunas porque existen motivos que aún se desconocen sobre el comportamiento del gobierno argentino en la compra de vacunas, que pueden ser interpretados como errores de gestión, decisiones políticas equivocadas y en algunos casos, hasta sospechosos.No es tan complicado, no hay tal obsesión por Pfizer, hay preocupación e interés en conocer las razones por la que faltan vacunas que pudieron llegar en cantidad y de modo anticipado, derecho ganado por ser nuestro país lugar de pruebas, millones de dosis que hubiesen ayudado a evitar que hoy estemos hablando de 80 mil muertes.Si hay una obsesión es esa, saber si muchas de ellas pudieron evitarse.

Fuente: La Nación

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