Javier Azpiroz es un productor ganadero de Corrientes, extitular de la Sociedad Rural de Goya y exdirigente de CRA. Su larga trayectoria en el sector le permitió profundizar en ciertas problemáticas puntuales de la región, como es el caso de las garrapatas en el ganado vacuno.
Las noticias acerca de la detección de estos arácnidos en tránsito en Entre Ríos y Corrientes en las últimas semanas lo llevaron a un análisis que compartió con Infocampo, en un diálogo en el que puso en duda el motivo por el cual se dan a conocer este tipo de acciones vinculadas a controles en las rutas.
Infocampo: – ¿Cuál es su mirada acerca de las últimas novedades en relación a la detección de garrapatas en camiones con ganado vacuno?
Javier Azpiroz: – Por sí solo, el hallazgo de garrapatas en vacunos en Entre Ríos no sería digno de una noticia periodística, en absoluto, menos aún en el norte de la provincia y menos que menos en La Paz. La Policía provincial, Senasa y Fucofa actuaron como resguardo y las tres instituciones funcionaron. Las tropas que van a ir a zona limpia o indemne – nos dicen que es todo Entre Ríos, aunque no lo es- son revisadas en origen para obtener una certificación imprescindible (Fucofa define a Entre Ríos como provincia “indemne con focos”, oxímoron que hubiera divertido al mismo Borges). El procedimiento se completa con una nueva inspección en destino, e idénticas precauciones se toman con el ganado que sale del norte de la provincia con destino a los departamentos del sur. Si la tropa despachada llegara sucia a destino, el asunto termina en una multa muy abultada, la que debe sumarse al costo del flete de vuelta, a la imposición de clausuras o interdicciones del establecimiento de origen, etc. Tampoco se la lleva gratis el técnico responsable de haber despachado ganado sucio certificando que estaba limpio. Pero la noticia tendría entidad en caso de que el ganado portador de garrapatas vivas eludiera esa inspección final en destino.
IC: – ¿Qué pasaría en ese caso?
JA: – Si la tropa va a un feedlot, los huevos de garrapata difícilmente prosperen, pero si es en los meses cálidos y va a campo, el ácaro podría multiplicarse y generar un foco estacional que si no se elimina de inmediato, tendría oportunidad de generar un foco antes del invierno. Si esas garrapatas, a su vez, estuvieran infectadas por “Babesia”, parásito de la sangre de los vacunos, podrán provocar mortandad en el ganado local no inmune. Eso es lo que ocurrió hace cuatro o cinco años en Dolores, cuando una tropa proveniente de Corrientes originó un foco que terminó matando 140 animales que no eran inmunes por no provenir del norte del país. Por aquel entonces, mientras se informaba de este asunto en una reunión con productores, pude percibir que más de un dirigente estaba encantado con el incidente y, refiriéndose a la administración central o a la SAGPYA, alguno dijo con satisfacción indisimulada: “Ahora sí van a tener que hacer algo”. Traducción: el país nos deberá asignar fondos para bancar nuestro esquema sanitario-burocrático que medra con la “erradicación”.
IC: – ¿Eso quiere decir que existen “intereses” específicos en comunicar estos temas?
JA: – El concepto es que una noticia de este tipo puede ser funcional a los intereses de quienes pujan para poner el tema en el tapete tratando de mantener viva la épica de la “erradicación”, algo que lógicamente es de suma importancia para el aparato que de eso vive, y para quienes tras décadas de escuchar una versión, creen que falta firmeza en los procedimientos. De ahí eso del inspector esforzándose por hallar garrapatas en los vacunos que entran a Entre Ríos de paso para otra provincia, en este caso en el control de Paso Telégrafo, La Paz, frontera política que la garrapata desconoce. Si de hallarlas se trata, le sería fácil caminar un poco y probablemente pueda encontrarlas muy cerca en los vacunos locales, sin necesidad de escudriñar en los camiones que pasan desde Corrientes, Chaco o Formosa, aunque esto como noticia parezca más impactante. Se preocupan de que la noticia sea esta y no la falta de avances en pos del esquivo y cada vez más lejano objetivo de “erradicar”, la sempiterna misión de exterminar las garrapatas dentro del propio territorio, meta cada vez más lejana, según lo sugiere el aumento de casos. Para ello tratan de asignar al asunto una trascendencia comparable al decomiso de 100 ladrillos de cocaína, a encontrar un canuto de Lázaro Báez o a la clonación de Messi. Otorguemos a los comedidos que promueven la participación policial en el asunto el derecho a ser extremadamente precavidos.
IC: – De todas maneras, existe un riesgo en relación a la presencia de garrapatas en vacunos…
JA: – Sí, lo sé, existe el riesgo teórico de que en el trayecto por Entre Ríos se desprenda una garrapata madura que está culminando su ciclo reproductivo, pero tendría que ser muy afortunada para llegar a producir larvas viables. Es que para completar su objetivo vital, esta hembra llena de huevos debería caer en un microambiente con condiciones muy especiales, como puede ser una banquina con vegetación, por donde además pase ganado vacuno, probabilidades bajísimas todas. Mucho más factible es que termine en el piso del camión y muera pisoteada entre el orín y la bosta o en todo caso, frita en el asfalto. Mal pronóstico para la madre garrapata. De hecho, Corrientes habilitó el movimiento de ganado sucio que se traslada a faena dentro de toda la provincia. Costará que alguien me convenza de que este asunto del control del ganado en tránsito hacia otra provincia no tiene un matiz de sobreactuación. Algunos que tenemos años en esto, entendemos que hay varios mensajes ocultos en este asunto, porque el interés por publicitar este tipo de eventos es más que obvio.
IC: – ¿Cuáles serían, puntualmente, esos “mensajes ocultos”?
JA: – Como hace un lustro en Dolores y ahora en dos o tres incidentes similares, el último hasta donde sé con los camiones de Paso Telégrafo, sospecho que en la noticia un hay más de un mensaje: uno es hacia afuera y dice que sobre Entre Ríos pesa algo así como una carga pública, una suerte de mandato solidario que obliga a la provincia a soportar sobre sus hombros el peso de erradicar las garrapatas para proteger a los indefensos productores de Arrecifes, Dolores, Sierra de la Ventana, Chacharramendi o el balneario Claromecó. Nos están diciendo que el país tendría la obligación moral de contribuir a alivianar esa pesada carga que agobia a Entre Ríos y que por ello querrían conseguir fondos nacionales para prolongar la propia y fallida campaña de erradicación. En este sentido, yo les diría que se queden tranquilos, que nadie les impone ninguna misión, que si quieren pueden seguir como hace 65 años tratando de erradicar las garrapatas en su tierra (o 75 años según la fecha que se considere como inicio de las hostilidades en este guerra). Pero en la información original hay un metamensaje cuyos destinatarios son los mismos productores entrerrianos, los que vienen sosteniendo esta “lucha”. Un pretexto oculto según el cual la culpa del propio fracaso de la erradicación en la propia provincia la tienen otros, muy especialmente Corrientes. “Corrientes no hace las cosas bien”, se escucha. Probablemente en Sauce, Corrientes, haya más garrapatas que en Federal, como en Federal hay menos que en La Paz, pero más que en Victoria o Gualeguay, eso responde ante todo a un gradiente de temperatura que aumenta de sur a norte – geografía elemental. Aunque posiblemente el verdadero error esté en la definición de qué es “hacer las cosas bien”. Muchos en Corrientes pensamos que ahora sí se empezaron a hacer las cosas bien, mientras que perseguir una meta inalcanzable y contraproducente era hacerlas mal.
IC: – ¿Cómo manejan la problemática en Corrientes?
JA: – El sentido común se está imponiendo en Corrientes, después de que nos permitiéramos revisar el canon de lo “sanitariamente correcto”, porque en el camino que nos obligaban a transitar no se había conseguido nada, al menos nada perdurable, excepto haber resignado la inmunidad del ganado. Criterios de costo – beneficio, mirar el asunto en perspectiva y más allá del propio valle, analizar las estrategias de otros países, etc. En fin, permitir que el Estado y los productores dediquen sus recursos o esfuerzos a objetivos más razonables para sí y para la ganadería del Taragüí. Aunque soy muy escéptico sobre la factibilidad de alcanzar ese mito de la erradicación, allá ellos quienes quieran perseguir su mito, si así lo quieren, que intenten cambiar lo que haya que cambiar para ver si lo logran y en caso de éxito, que vean si la meta es sostenible. En todo caso, que hagan lo que se hizo en casi todo del mundo y dejen la erradicación para las zonas que son marginales para la garrapata común del ganado.
Fuente: InfoCampo