El presidente del Episcopado y obispo de San Isidro, Oscar Ojea, advirtió sobre el clima de tensión que rodea la campaña con vistas a las elecciones de noviembre. Lamentó el “pensamiento sectario” y los signos de “fuerte intolerancia”, a la vez que llamó a “encontrar virtudes en aquellos que piensan y sienten distinto”.“Vamos a comenzar de nuevo la campaña electoral, o de alguna manera ya estamos en ella, y hemos oído tantas descalificaciones, tantos insultos a un cuerpo social irritado, después de todo lo que ha pasado, luego de la pandemia”, afirmó monseñor Ojea en un mensaje difundido por el canal de Youtube del Episcopado.Qué peligros se incuban detrás de las endorfinas del gobierno de Juan ManzurOjea reflexionó a partir de un relato evangélico en el que “los apóstoles se quieren apropiar de Jesús” y afirmó que “en el fondo nosotros hacemos hoy un poco lo mismo”, al señalar que en el escenario político no se acepta y se combate el pensamiento del otro.“En un cuerpo social irritado yo no puedo echar vinagre o echar ácido”, advirtió el presidente del Episcopado, quien la semana pasada había denunciado que “en la Argentina se discute poder y no hacia dónde vamos”.Monseñor Ojea describió otras conductas que prevalecen y sostuvo que “hay un cansancio enorme de aquello que se repite continuamente”. En tal sentido, afirmó: “Esto se cura con creatividad, se cura con propuestas, se cura con respeto, se cura con paciencia”.Signos de intolerancia“La intolerancia es la falta de respeto a aquel que piensa y siente de un modo diferente, aquel que es de otro grupo que el mío, que tiene otra cultura, otra posición social, otra educación, aquel que no es de los míos y con quien no me siento tan cómodo”.Al caracterizar nuevos hábitos arraigados en la sociedad, el obispo advirtió que “nos sentimos bien repitiendo las mismas cosas que pensamos, los mismos discursos” y criticó la tendencia al “pensamiento sectario”.“Si abrimos un canal, vamos a escuchar lo que queremos escuchar y no nos movemos de ese lugar. Cómo nos cuesta aceptar un pensamiento y un sentimiento diferente. Yo entiendo, da seguridad, nos sentimos protegidos repitiendo continuamente lo que pensamos y no concibiendo cómo otros pueden pensar distinto, casi indignándonos frente a esto”, graficó.Y reflexionó: “Cómo nos cuesta encontrar virtudes en aquellos que piensan distinto. Pensamos que tienen todos los males, que están contaminados. A veces ni siquiera podemos creer cómo pueden pensar y sentir distinto”.
Fuente: La Nación