“Si vos sos impresionable con estas cosas, bancala”, abrió Fantino su programa en América TV. Antes de comenzar con la agenda diaria, el conductor quiso dedicarle unos minutos a narrar una escalofriante experiencia que vivió por la madrugada en su casa.”Fue horrible”: La traumática experiencia que vivió una actriz de Harry Potter durante el rodajeSu pareja estaba en la Ciudad de Buenos Aires y él se había quedado solo en su casa en Tigre. Acompañado por sus mascotas, el conductor se retiró a su oficina para leer Tratado sobre la caída del demonio, un texto escrito por Anselmo de Canterbury. Alumbrado únicamente por la tenue luz de un velador y junto a sus perros, abrió el antiguo libro y comenzó su lectura.Pero conforme pasaban los minutos, las cosas empezaban a salirse de control. “2:15 de la mañana escucho que hablan en la habitación donde duermo. Voy… televisor prendido”, relató. “Dije: ‘Bueno, me lo habré olvidado’”, agregó. Alejandro Fantino apagó la TV y volvió a su oficina. “Cuando estoy saliendo del pasillo… televisor prendido abajo. Bajo la escalera… TV prendido en el living y en la cocina, literal”, indicó.Dispositivos apagados y cierto misterio por lo que sucedía, el periodista volvió a su sala de lectura, se sentó en su sillón y siguió leyendo. Un par de líneas alcanzaron para que se desatara el segundo hecho escalofriante de la noche. “Empezaron a ladrar los perros como si hubiese entrado alguien a casa, nunca habían ladrado así”, rememoró.Pero las cosas no terminaron ahí. Con todo aparentemente controlado, el conductor insistió una vez más: “Doy vuelta la página y cuando aparece la imagen del propio demonio, la lora gira la cabeza, se le abren las alas y vuela por toda la oficina”, contó al aire.El día que Patricia Sosa encontró a Oscar Mediavilla con cinco mujeres: “Un espectáculo inmundo”Ese fue el evento que determinó el fin de la lectura nocturna. Con un poco de miedo y cansancio, fue a su habitación para dormir. “El velador estaba titilando. Me dormí y soñé cosas horribles. Me levanté con el estómago revuelto. Como decían los medievales, cuando el demonio quería entrar a tu cuerpo y lo rechazabas, quedabas con mal estómago. Algo raro pasó…”, finalizó.

Fuente: La Nación

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