TOKIO.- Es un aleteo intenso sobre los oídos de los italianos. Cada vez más intenso. De esos imposibles de frenar cuando toman velocidad. Los pone en dificultad, contra las cuerdas. Les deja un recado: van a perder. No lo muestra el resultado, pero lo sienten. No hay forma de frenar ese zumbido cuando empuja Facundo Conte. No hay forma de evitar su intensidad si quema Bruno Lima. Es todo un golpe de autoridad sobre otra potencia, sobre el último subcampeón olímpico. En un Ariake Arena que podría haber sido cualquier club de nuestro país, con cantos, gritos y desahogos, la selección argentina de vóleibol hizo historia: venció 3-2 a Italia (21-25, 25-23, 25-22, 14-25 y 15-12) y se metió en las semifinales de Tokio 2020. Una etapa que lo encuentra por tercera vez en la historia, tras el bronce de Seúl 88 y el cuarto puesto de Sidney 2000. “Este equipo lleva los partidos donde quiere jugarlos, que sepan que no vamos a soltar la presa”, apunta Conte con su último hilo de voz y un calambre que casi no lo deja caminar. Es el alma de ese aleteo.“Fortaleza mental, lucha y descaro”. Las palabras clave que repiten los protagonistas tras el primer triunfo ante Italia. Al “ganar como sea” de los últimos partidos ahora le sumaron el trabajo sobre la cabeza del rival. Es un equipo con capacidad de reacción. Lo hizo tras la dura derrota ante Brasil, cuando solo aparecían fantasmas, y lo demostró en cada uno de los partidos posteriores: 3-2 con Francia, 3-2 ante Túnez y 3-0 ante Estados Unidos. “Nos gusta molestar a las potencias”, dice Conte, sin perder la calma. Son la mosca en la sopa.La entrega no se negocia. Ezequiel Palacios todavía renguea, pero no le preocupa. Hay un contagio entre todas las partes que empuja y no da margen para mirar para el costado. “Fue una demostración de todo lo que podemos dar. Y, en mi caso, sentía que me explotaba el tobillo, pero no me iban a sacar de la cancha. No había forma. No podía dejar al equipo y no lo voy a dejar nunca”, señala Ezequiel Palacios, que hizo sonar las alarmas tras una mala pisada, en un partido en el que aportó 18 puntos. Fue el segundo goleador del equipo, detrás de los 19 de Conte.
Fuente: La Nación