“Ahora me toca vivir a pleno, respirar hondo todas las veces que pueda y vivir la vida”, aseguró Karina Gao, cocinera, influencer y creadora de Mon Petit Glouton, quien estuvo doce días en coma inducido mientras estaba embarazada, tras contagiarse de Covid-19 en febrero de este año.“El principal aprendizaje es tomar una pausa cuando hay que tomarla, saber parar, limitarse. Muchas veces tengo una disciplina muy a lo chino, trabajo de 9 de la mañana a 9 de la noche, las 24 horas, los siete días de la semana. Todo el día estoy trabajando, el trabajo es lo primero. Pero ahora soy más francesa, trabajo 35 horas a la semana y el resto se lo dedico a mi familia”, contó durante la tercera edición de La Revolución de la Economía Digital, evento organizado por LA NACION y transmitido por LN+ y las redes sociales del diario.Infraestructura tecnológica: cómo conectar a un país lejano y desigualNacida en el sur de China, Gao llegó a la Argentina cuando tenía 9 años. A la par de que aprendía el idioma y la cultura local, puso sus energías en el estudio y el trabajo. A sus 22 años consiguió una beca en Francia, viaje en el que conoció a su actual marido y padre de sus hijos, Dominique Croce. “Como mi marido es francés, soy francesa por afiliación familiar. Ahora vivo mucho esa cultura, la del trabajo, el ocio y el disfrute”, acotó.Para la influencer de cocina, cuando empezó a introducirse en el mundo digital no era consciente del impacto que podría llegar a generar. “Hoy en día sí y hay que transitarlo con mucho cuidado, al ser una influencia hay que saber comunicar bien, tenés más responsabilidades”, respondió ante una pregunta hecha por José del Rio, secretario general de redacción del diario.Karina Gao (Mon Petit Glouton) le contó a José del Río (LA NACION) cómo las redes sociales la acompañaron durante su internación en febrero de este año. (Fabián Malavolta/)“En el peor momento que viví, el contacto tecnológico fue positivo. Siempre fue positivo. La verdad que el hater es muy minoría, el tema es que nos quedamos mirando ese punto negro y nos olvidamos de mirar la parte blanca. Hay mucho amor. Este evento que me pasó me hizo resaltar que el blanco está, el amor de la gente hizo desaparecer por completo la parte negra. Para mi fue muy emocionante y fue una clara demostración de que la tecnología no es fría y mecánica, sino que acerca mucho más a la gente”, agregó.Durante aquellos días de internación, Gao admitió que su miedo más profundo era no poder despedirse de sus amigos y estar ausente en los momentos más importantes de su familia. “No dudo de que mis hijos van a ser grandes personas, que van a vivir con amor por más que no esté, pero tenía lástima por mí, de no poder vivir esos momentos”, se sinceró.Economía del conocimiento: cuáles son las claves para abrirse al mundo y ganar mercados desde la ArgentinaPara ella, la vida le dio una segunda oportunidad. Tras la experiencia, aprendió a valorar los aspectos más importantes de su vida y soltar aquellas cosas que le hacían mal. Una nueva forma de ver sus días. “No tengo ninguna duda de que si un día me llego a olvidar, la vida me va a reubicar. Me va a decir: ‘No te olvides del centro, de lo que realmente importante en esta vida’”, cerró.

Fuente: La Nación

Comparte este artículo en: