TOKIO.- “¡Vamos, dale, dale, a cambiar el partido!”. El parquet del Yoyogi Stadium patinaba con el sudor de los jugadores, dos bandos que se debatían en minutos finales de alta tensión, con un marcador apretado y el suspenso flotando en el ambiente. Enfrente, Brasil se desvivía por conservar la ventaja, mientras que la Argentina quemaba las naves e intentaba compensar un primer tiempo definitivamente para el olvido, de 14-7 en contra. Llegó a colocarse a dos goles, después de una desventaja de diez. Pero el clásico rival regional manejó los tiempos para imponerse por 25-23. Una reacción tardía, la cuarta caída consecutiva y casi la certeza de un adiós anticipado de Tokio 2020. La dura vida del handball argentino en los Juegos.El escenario casi imposible que se imaginaron los Gladiadores antes de su llegada a Tokio 2020 quedó plasmado en la realidad con la contundencia de los números. Hubiesen querido aferrarse a algo distinto dentro de la cancha, exhibir un atributo escondido, pero la selección de handball terminó asumiendo su condición de equipo más flojo del llamado grupo de la muerte. La Argentina repitió su karma: aquello de fallar en la última fase de ataque y encontrar un candado en el arquero rival. Así, prácticamente se despidió de la posibilidad de ingresar en el cuadro final. Francia (33-27), Alemania (33-25), Noruega (27-23) y Brasil dejaron desarmado en el juego al conjunto del español Manolo Cadenas, aunque esta exigencia y superioridad de los oponentes no sorprendieron a nadie dentro del búnker argentino.Pedro Martínez y Federico Pizarro, durante el clásico ante Brasil (LA NACION/Santiago Filipuzzi/)La última estación será España, a las 2.15 del domingo de nuestro país, para intentar todo lo que no salió en los anteriores partidos frente a las potencias. Sin embargo, con esta tendencia, vencer a los españoles se asemeja a una quimera, ya que incluso se impusieron en todos sus partidos.Brasil enloqueció a Argentina y encontró grietas por todos lados, en tanto que la selección se frustró en todos los rubros. Pero por sobre todo se encontraron con un cerrojo en la figura del arquero Leonardo Vial Tercariol. En el primer tiempo Brasil salió con más intensidad, mucho más metido. Y sobre todo, con ánimos de revancha ante la Argentina debido a los últimos enfrentamientos desafavorables: por algo festejaron tan elocuentemente en el final. Para los Gladiadores, Tokio 2020 significa un durísimo desafío de principio a fin (LA NACION/Santiago Filipuzzi/)En ese período inicial, la selección nacional exhibió un juego pobre en ataque, una defensa que le faltó aspereza para contener las filtraciones brasileñoas y, además, contó con el hándicap en contra de Diego Simonet y Federico Pizarro, los dos referentes ofensivos lesionados y mermados en sus posibilidades, además de Pablo Simonet, tocado físicamente.En el segundo tiempo, los Gladiadores mejoraron en todos los rubros: una mejor defensa, un ataque más efectivo y un mayor porcentaje de tiros salvado. Así y todo, no alcanzó: “El partido nos deja insatisfechos, porque era el único partido en el que realmente teníamos más opciones de ganar. Luego, en el resto del grupo tenemos a cuatro de los mejores equipos del mundo”, mencionó el DT Manolo Cadenas, que reconoció: “Nos costó muchísimo meternos en el partido, también de esos tres jugadores que estuvieron a punto de romperse”.
Fuente: La Nación