Racing-River, por los octavos de final de la Copa Libertadores. 9 de agosto de 2018. El Cilindro hierve. Pero se vuelve mudo por un instante, cuando se acerca Gabriel Arias por primera vez al arco académico. Hay ciertas dudas sobre el neuquino que llega con un currículum escaso, con Olimpo, Defensa y Justicia y Unión La Calera (Chile) como únicos antecedentes. Cien partidos después, este sábado ante Talleres, a Arias lo acompañará el mismo silencio, con las tribunas aún vacías por la pandemia. La sensación, sin embargo, es otra: con dos títulos y algunos récords dentro de su equipaje se transformó en el mejor arquero de la Argentina y es uno de los ídolos del club.“No llegué con los pergaminos que requiere un equipo grande, no había ganado títulos y venía de clubes chicos. Pero yo confiaba en que iba a responder”, contesta Arias cuando se le consulta sobre aquel recelo inicial que tardó nada en revertir. No sólo porque en su primera temporada fue clave para que Racing se consagrara campeón de la Superliga 18/19. También porque se metió muy rápido en la historia del club: en las primeras fechas de ese torneo acumuló 625 minutos de imbatibilidad, una marca con la que superó a Carlos Roa y a Sebastián Saja, para quedar solo a unos minutos de Agustín Cejas, quién ostenta el récord en el profesionalismo, con 666 minutos.Arias ataja con todo e cuerpo, como lo demuestra esta jugada ante Boca en la Bombonera, en este torneo: otra noche en que fue la figura de Racing (Nicolás Aboaf/)No fue sólo ese arranque. Los números muestran la constancia del arquero que en las diez fechas que atajó en este torneo sólo recibió dos goles, ante Independiente y San Lorenzo. Es el tercer arquero en toda la historia del fútbol argentino, junto con Antonio Roma y Esteban Andrada, que recibe sólo un tanto en las primeras nueve fechas de un campeonato. De las 99 veces que se puso el buzo de Racing, en 44 terminó con la valla invicta, algo que logró 14 de los últimos 18 encuentros. Cifras que asombran. Un animal del arco que encontró su vocación por casualidad y a escondidas en Neuquén: a los 13 años, un amigo le pidió que se sumara a su equipo del club Banco Provincia porque faltaba un arquero. Probó y le gustó. Sus padres recién se enteraron unos meses después, cuando les pidió que le pagaran la cuota social.Arias consiguió lo que pocos arqueros: que los hinchas compren el buzo que tiene su nombre. Sin declaraciones estridentes, con bajo perfil, pero con actuaciones sobresalientes, el neuquino que acaba de cumplir 34 años se volvió un referente para los hinchas. Y es un ídolo terrenal. Cuando la Academia viaja al interior por algún partido, alcanza con que algún fanático le escriba un mensaje por Instagram para que él baje de su habitación y acceda a la foto. El último miércoles, a la salida de una producción de fotos para la marca que viste al club, Arias atravesaba el portón de salida con su camioneta cuando vio a los nenes de la escuela de Racing jugando un picado. Frenó, se bajó del auto y se dispuso a atajar algunos tiros. Estas escenas no son la excepción: son la regla durante estos tres años en el club, en los que donó indumentaria de arquero para sus colegas del fútbol femenino, colaboró con colectas de juguetes por el Día del Niño o se pasó una tarde en la sede de Villa del Parque junto a 200 chicos que hacen distintos deportes. Gabriel Arias y Arturo Vidal: el arquero se asentó como titular en Chile (Archivo /)“Este club me dio un nombre, me abrió las puertas y tuve la suerte de quedar en la historia. Claro que eso es lindo. Pero lo que más disfruto es estar en el club. Convivir con mis compañeros, conocer las otras áreas, disfrutar de lo que es Racing”, dice quien además de atajar hasta a veces se animó a ser el community manager y el fotógrafo de las prácticas, por su buena relación con los empleados de prensa. Con los estadios vacíos también se le conoció un nuevo oficio: desde el arco vive los 90 minutos a puro grito a sus compañeros. Sea Eduardo Coudet, Sebastián Beccacece, Juan Antonio Pizzi, o ahora Claudio Úbeda, hay un cuadro que se sostiene en el tiempo: Arias corre hasta el banco de suplentes en algún momento del partido para dar alguna indicación táctica. “Es que desde atrás veo todo”, minimiza quien también alguna vez llevó la cinta de capitán.Ese perfil bajo lo mantiene debajo de los tres palos, más allá de sus actuaciones espectaculares. Arias es un convencido de que un buen arquero es el que pasa inadvertido. “Trato de hacer las cosas lo más simples posible. No hago cosas rebuscadas, trato de anticiparme. Con la simpleza generás confianza en vos, en tus compañeros y en la gente”, es su receta. Así, consiguió ser figura en algunas de las noches más inolvidables del último tiempo de la Academia, como la victoria por penales ante Flamengo, en el Maracaná, o el triunfo por 3 a 1 ante Independiente, en el Libertadores de América. Cuando al brasileño Ronaldo le pidieron que arme su 11 ideal de la última Libertadores, en el arco no dudó: eligió al también arquero de la selección de Chile. View this post on Instagram A post shared by Gabriel Arias Arroyo (@gabrielarias_21)Cuando ya tenía 25 años, Arias sólo tenía 8 partidos en Primera, en el arco de Olimpo. Un DVD y un llamado le cambiaron la vida. El propio arquero había armado un editado de sus atajadas para enviárselo a su excompañero Juan Tejera, que jugaba en Defensa y Justicia. Llegó a Florencio Varela con esa recomendación, cuando el Halcón aún jugaba en la B Nacional. Arias ahora es el mejor arquero del fútbol argentino, cumplirá 100 partidos en un equipo grande y disputó dos Copa América con la selección de Chile. Pero sigue siendo el mismo tipo.

Fuente: La Nación

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