Un importante embalse en el Río Colorado ha bajado a su mínimo histórico en un nuevo indicio de la sequía que azota la región del suroeste estadounidense. Las marcas en la roca muestran donde debería estar el nivel del agua (Ethan Miller/)El nivel de la superficie del lago Mead a lo largo de la frontera Nevada-Arizona cayó a 326,6 metros. Las tuberías de una toma de agua que ya no alcanzan al lago y que fueron abandonadas (Ethan Miller/)Las raíces de las plantas quedan expuestas tras la bajante del agua muestran la peor faltante de agua desde 1930 (Ethan Miller/) Baños públicos flotantes quedaron barados en la orilla del lago. (Ethan Miller/)El nivel del agua afecta la industria de recreación en una de las mayores reservas artificiales de agua en el país. Afecta además la eficiencia de generación de electricidad en la Presa Hoover (Ethan Miller/)El lago Mead es el embalse artificial más grande de América del Norte y ha llegado a su nivel más bajo (Ethan Miller/)La disminución de los niveles de agua es el resultado de una sequía casi continua durante las últimas dos décadas junto con una mayor demanda de agua en el suroeste de los Estados Unidos. (Ethan Miller/)Un barco navega por un tanque clarificador de agua que se utilizó en una planta de agregados durante la construcción de la presa Hoover en el lago Mead (Ethan Miller/)La rampa de lanzamiento para botes en el puerto de Boulder, donde una vez estuvo ubicada la Marina del lago Mead, se cerró debido a los bajos niveles de agua. (Ethan Miller/)Vista del lago Mead en su nivel de agua más bajo (Ethan Miller/)Una estación de limpieza de pescado permanece cerrada ya que tras la bajante del agua no hay tantos peces o han muerto estancados en la orilla (Ethan Miller/)La rampa de lanzamiento de botes clausurada por la falta de agua, (Ethan Miller/)Peces muertos pueden verse a lo largo de la orilla del lago. La situación es alarmante y los habitantes de la región están preocupados. (Ethan Miller/)Fotos: Ethan Miller paara Getty Images y AFPEdición fotográfica: Fernanda Corbani
Fuente: La Nación