La transferencia de conocimiento es una capacidad clave de la agricultura. Quien genere ese valor, tiene un activo fundamental para el crecimiento y desarrollo. 
La Argentina es un país referente a nivel mundial en materia agropecuaria. Por ello, desde aquí al mundo hay una importante transferencia del saber agrícola. 
Con todo un vagaje de conocimiento en siembra directa, dos técnicos de Aapresid, Nicolás Bronzovich y Eric Aguirre, viajaron a África. Destino final: Guinea Conacri. El nombre se debe a que Conacri es la capital de Guinea y, de esta forma, no se cae en confusiones con otras Guineas, como Guinea-Bisaú, país que está al norte de Conacri, o Papúa Nueva Guinea, una isla al norte de Australia.
Guinea Conacri es un país de centro-oeste del continente, costero, subsariano, ecuatorial, que limita con Liberia, Sierra Leona,  Costa de Marfil, Mali, Senegal, Malí y Guinea-Bisaú.  En esos confines del continente, la agricultura tiene grandes potenciales de crecimiento de la mano de las prácticas sustentables. 
“Africa es el día a día, pasas de una frustración a una gran alegría en pocos minutos”
Desde su lugar de descanso, una escuela salesiana en la ciudad de Faranah, Bronzovich dialoga con Infocampo, luego de toda una jornada de trabajo. Llegó a Guinea el 1 de junio y regresa a la Argentina a fines de noviembre. Luego de cinco meses allí, tiene algunas costumbres incorporadas y bien cronometradas: sabe que tiene luz natural desde la 7 de la mañana hasta las 7 de la tarde todos los días y solo tres horas diarias de luz artificial.
“Nuestro reto aquí está clarísimo en el título del programa global al que pertence Aapresid (Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa): ‘Transferencia de habilidades en agricultura de conservación bajo siembra directa’. Pero, en realidad, el desafío es mucho más grande”, reconoce el técnico.
Bronzovich es productor agropecuario del centro bonaerense y socio de Aapresid desde hace ocho años. Desde su fundación en 2018, él es parte del programa de internacionalización de la entidad. Allí trabaja junto con Edgard Ramírez y Alejandro O’Donnell, presidente y directivo del programa, respectivamente.
“Tuvimos que readaptar nuestras habilidades, más allá de las similitudes que tiene la zona con el norte argentino o el sur brasilero”
“Aunque dudé al principio, porque el programa no está pensado para socios, lo charle con Edgard y me postulé. Rápidamente, tuve la confirmación del resto del equipo. Tenía varias ventajas a mi favor: soy socio de la entidad, participé del programa ‘Aula Aapresid’, haciendo intercambios profesionales en Estados Unidos, y hablo un poco de francés, el idioma oficial de Guinea”, explica el técnico. 
Desde la confirmación de su participación, Bronzovich trabajó intensamente en su viaje. Mucho más, el mes anterior a partir. Pero, la realidad lo superó. “Tuvimos que readaptar nuestras habilidades, más allá de las similitudes que tiene la zona con el norte argentino o el sur brasilero. Aquí hay un desafío ambiental, técnico y social”, subraya. 
En Guinea, se están desarrollando plots experimentales con dos cultivos estratégicos, maíz y soja, en tres ciudades: Faranah, Kankan y Siguiri.
Según explica Bronzovich, Africa subsariana es una gran extensión de tierra improductiva, subexplotada y con importantes brechas productivas, sin la necesidad de prácticar ningún tipo de desmonte.
“Esa pasión del chacarero se comparte y se difunde sin la necesidad de un idioma para comunicarse”
“Para estos países, la posibilidad de poner en valor las tierras es fundamental, así pueden reemplazar parte de las materias primas que importan. Aquí, los niveles de pobreza se miden a partir del consumo de calorías de cada persona, por eso roducirganos para transformar en proteínas animales o alimentos,  es generar riqueza”, reflexiona.
En Guinea, el principal agronegocio es el arroz, luego el maní y en menor escala el maíz, mientras que el sorgo y la soja son cultivos de autoconsumo. Por su parte, la proteína cárnica más importante es el pollo. 
“¿Anécdotas?…muchas historias. Africa es el día a día, pasas de una frustración a una gran alegría en pocos minutos, y esas alegrías son pequeñas cosas, muy chicas. Hasta que no las vivís, no las valoras”, admite.
Entre los relatos que destaca, cuenta dos contrapuestos. “Aunque vinimos a aplicar la siembra directa y al momento de sembrar la soja y el maíz no teníamos la sembradora adecuada. Tuvimos que adaptar las herramientas locales para poder sembrar. Fue complejo, pero lo conseguimos. Así y todo, dejamos unas hectáreas para sembrar más tarde porque la sembradora estaba en otra ciudad. Los traslados acá llevan mucho tiempo y son riesgosos porque la infraestructura es muy precaria. Al sembrar tarde, como se debe hacer en directa, corremos con la desventaja técnica frente a la implantación tradicional de la zona”. 
En otro orden, cita, entusiasta y emociado: “A pesar de las limitaciones que existen, la barreras idiomáticas y culturales, los productores y el contexto rural van para adelante; empuja a partir del profundo interés que tienen por incorporar la tecnología, sobre todo, porque observan que obtienen mejores resultados. Esa pasión del chacarero se comparte y se difunde sin la necesidad de un idioma para comunicarse”.
EL PROYECTO
El “Programa Internacional” de Aapresid se enmarca dentro del proyecto “Transformación de la Agricultura de Sabana” del Banco Africano de Desarrollo. La entidad argentina y africana comenzaron a trabajar en conjunto hace un año en Ghana.
Asimismo, Aapresid tiene socios locales para el trabajo dentro del país, que son el Instituto Agronómico de Guinea y Iniciativa Presidencial de Apoyo al desarrollo Rural de Guinea.
Por su parte, el proyecto tiene la cooperación argentina del INTA, a través de Pablo Abbate (INTA Balcarce), también de Auravant y con Booster Agro, que son dos agtechs argentinas, relacionados a mapas de suelos e informes climáticos, respectivamente. 
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Fuente: InfoCampo

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