La publicidad y la propaganda procuran potenciar atributos positivos y atenuar aristas negativas de productos que pretenden vender, candidatos que buscan instalar y gobiernos que intentan sostener. “Pero la propaganda nunca podrá ser una ciencia exacta, porque su objeto de estudio tiene que ver con seres humanos”. Lo aclaró Edward Bernays, el padre de la teoría de la propaganda. Y los spots electorales suelen confirmar que la herramienta no es infalible. Bernays también advertía que “un movimiento digno de todos los elogios puede fracasar si no logra imprimir su imagen en la mente pública”. O, peor aún, si termina instalando lo que no se quiere mostrar. Podría ocurrir ahora con los anuncios del oficialismo, lanzados con la eslogan “Estamos empezando a salir”. En ellos, una voz en off recita acciones que volvieron a alguna normalidad y promete: “Las pymes van a salir (…) Los trabajos van a salir. Todo va a salir bien”. Lo que no previó el publicista oficial es que después del lanzamiento de la campaña lo que empezaran a salir fueran fotos de fiestas clandestinas en la residencia presidencial. Puede fallar. Lo anticipó Bernays. Lo advirtió Tu Sam. Y Cristina lo exige: “Poné orden, Alberto”. No es magia.

Fuente: La Nación

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